V.- LA CORRELACIÓN DE TIEMPOS

LA CORRELACIÓN DE TIEMPOS

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La CORRELACIÓN (CONSECUCIÓN, SECUENCIA o CONCORDANCIA) DE TIEMPOS es un medio de

cohesión textual (véase Apuntes para la redacción, cap. VII), y puede definirse como la correspondencia

temporal que guardan los verbos subordinados (de una oración completiva o sustantiva) con respecto a los

subordinantes o principales.

Para comprender la correlación de tiempos, es necesario tener en cuenta la siguiente clasificación

general de los tiempos de la conjugación española (empleamos la nomenclatura de Bello):

  • Tiempos pretéritos: En el modo indicativo tenemos el pretérito (yo amé ), el copretérito (yo

amaba), el pospretérito (yo amaría) y el antecopretérito (yo había amado); en el modo subjuntivo,

el pretérito (que yo amara o amase) y el antepretérito (que yo hubiera o hubiese amado).

  • Tiempos no pretéritos: En el indicativo tenemos el presente (yo amo), el futuro (yo amaré) y el

antefuturo (yo habré amado); en el subjuntivo consideremos sólo el presente (que yo ame).

 

NOTA: El antepresente (indicativo: yo he amado; subjuntivo: que yo haya amado) puede considerarse a la

vez un tiempo pretérito y no pretérito. No tendremos en cuenta ni el antepretérito de indicativo (yo hube

amado) ni los futuros de subjuntivo (si yo amare, si yo hubiere amado), porque, además de usarse muy poco

en la lengua moderna, no aparecen nunca en oraciones subordinadas completivas.

Sabiendo ya lo anterior, podemos enunciar la regla general para la correlación de tiempos en español:

Regla general

Cuando el verbo de una oración completiva está subordinado a un verbo en pretérito:

  • Va necesariamente en pretérito si ese verbo subordinado expresa anterioridad respecto del momento

de la enunciación o acto de la palabra.

El subordinado debe estar en un tiempo pretérito: pretérito, copretérito, antecopretérito o

pospretérito (el antepretérito de indicativo no aparece nunca subordinado como núcleo de una

oración completiva).

  • Puede ir en un tiempo pretérito o en un tiempo no pretérito si ese verbo subordinado expresa idea

temporal de presente o futuro respecto del momento de la enunciación o acto de la palabra; sin

embargo, estilísticamente, el tiempo pretérito es preferible.

El subordinado puede estar o en un tiempo no pretérito (presente de indicativo o subjuntivo, futuro,

antefuturo), o en un tiempo pretérito (copretérito o pospretérito de indicativo, o pretérito de

subjuntivo). Ambas opciones son gramaticalmente correctas; pero, como se afirma más arriba, es

preferible el tiempo pretérito en el buen estilo. La preferencia es mayor si el subordinado va en

subjuntivo.

Nota: Llamamos momento de la enunciación o acto de la palabra al tiempo en que el hablante emite un

enunciado. Entiéndase aquí por hablante cualquier usuario de la lengua, que puede expresarse oralmente o

por escrito.

Ejemplos:

  • Veo que sales. (Verbo subordinante: “veo”, en presente. Verbo subordinado: “sales”, en presente.

Ambos son contemporáneos al momento de la enunciación. No se aplica, pues, la regla.)

Francisco Morales Ardaya NOCIONES DE GRAMÁTICA

  • Vi que salías. (Verbo subordinante: “vi”, en pretérito. Verbo subordinado: “salías”, en pretérito,

específicamente en copretérito. Ambos expresan tiempo pasado respecto al momento de la

enunciación.)

  • Me dijo que estaba estudiando. (Verbo subordinante: “dijo”, pretérito. Verbo subordinado: “estaba

estudiando”, pretérito, específicamente copretérito progresivo. El primero expresa tiempo pasado

respecto al momento de la enunciación, pero el segundo, aunque formalmente en copretérito, al estar

subordinado, puede significar tiempo tanto pasado como presente, respecto del momento de la

enunciación.)

  • Me dijo que está estudiando. (Verbo subordinante; “dijo”, pretérito. Verbo subordinado: “está

estudiando”, presente. El primero expresa tiempo pasado respecto del momento de la enunciación; el

segundo, tiempo presente. Forma aceptable y correcta, pero es preferible la correlación de ambos en

pretérito, como en el ejemplo anterior.)

Las explicaciones anteriores pueden parecer confusas si no se domina bien la nomenclatura y el valor

de los tiempos verbales del español. Ofrecemos, por tanto, los siguientes ejemplos con explicaciones más

sucintas, para que se comprenda más claramente la regla general ya enunciada (nota: P = tiempo pretérito; NP

= tiempo no pretérito):

  • Me dice (NP) que estudia (NP). (El verbo subordinante, “dice”, está en un tiempo no pretérito,

específicamente en presente. No se aplica la regla general de correlación de tiempos, y el verbo

subordinado puede estar en cualquier tiempo de indicativo —excepto en antepretérito: “él hubo

estudiado”—.)

  • Me dijo (P) que estudiaba (P) / estudió (P) / había estudiado (P). (El verbo subordinante está en un

tiempo pretérito, por lo cual hay que aplicar la regla. Si el estudiar es anterior al momento de la

enunciación, solo cabe usar un tiempo pretérito en el subordinado.)

  • Me dijo (P) que estudiaba (P) / estudia (NP). (Se aplica la regla. Si el estudiar se está realizando en

el momento de la enunciación, ambas opciones son correctas, pero es preferible el tiempo pretérito

—aquí, el copretérito: “estudiaba”—.)

  • Me dijo (P) que estudiaría (P). (Se aplica la regla. Si el estudiar concluyó antes del momento de la

enunciación, solo cabe usar un tiempo pretérito —aquí, el pospretérito: “estudiaría”—.)

  • Me dijo (P) que estudiaría (P) /estudiará (NP). (Se aplica la regla. Si el estudiar aún no se ha

realizado, ambas opciones son válidas, pero el tiempo pretérito —aquí, pospretérito— es preferible.)

  • Sé (NP) que viene (NP). (El verbo subordinante, “”, está en un tiempo no pretérito, específicamente

en presente. No se aplica, pues, la regla general de la correlación de tiempos, y el verbo subordinado

puede estar en cualquier tiempo del indicativo —excepto en antepretérito: “él hubo venido”—.)

  • Supe (P) que venía (P) / vino (P) / había venido (P). (Verbo subordinante en pretérito: se aplica la

regla. Si el venir es anterior al momento de la enunciación, solo cabe usar un tiempo pretérito.)

  • Supe (P) que venía (P) / viene (NP). (Si el venir se está realizando en el momento de la enunciación,

ambas opciones son válidas, pero el tiempo pretérito —aquí, copretérito: “venía”— es preferible.)

  • Supe (P) que vendría (P). (Si el venir concluyó antes del momento de la enunciación, sólo cabe usar

un tiempo pretérito —aquí, pospretérito: “vendría”—.)

  • Supe (P) que vendría (P) / vendrá (NP). (Si el venir aún no se ha realizado en el momento de la

enunciación, ambas opciones son válidas, pero el tiempo pretérito —aquí, pospretérito:

vendría”— es preferible.)

  • Deseo (NP) que estés (NP) bien. (Verbo subordinante en presente: no se aplica la regla.)
  • Deseaba (P) que estuvieras (P) bien. (Subordinante en pretérito: se aplica la regla. Si el deseo ya no

subsiste en el momento de la enunciación, y el estar bien es anterior al mismo momento, solo cabe

usar el pretérito de subjuntivo: “estuvieras”.)

  • Deseaba que estuvieras (P) / estés (NP) bien. (Si el deseo aún subsiste, y el estar bien es

contemporáneo del momento de la enunciación, ambas opciones son válidas, pero el pretérito es

preferible.)

  • Vienes (NP) para que te prestemos (NP) el libro. (Verbo subordinante en presente: no se aplica la

regla.)

  • Viniste (P) para que te prestáramos (P) la enciclopedia. (Subordinante en pretérito: se aplica la

regla. Si el prestar es anterior al momento de la enunciación, solo puede usarse el pretérito).

  • Viniste(P) para que te prestáramos (P) / prestemos (NP) la enciclopedia. (Si el prestar se realiza en el

momento de la enunciación, o es posterior al mismo, ambas opciones son válidas, pero el tiempo

pretérito es preferible.)

  • Copérnico demostró (P) que la tierra giraba (P) / gira (NP) alrededor del sol. (El girar de la tierra

demostrado por Copérnico se está realizando todavía en el momento de la enunciación, y seguirá

realizándose después. Ambas formas verbales son válidas, pero el tiempo pretérito —aquí, el

copretérito: “giraba”— es preferible. El ejemplo se ha tomado de Bello.)

Nótese que, cuando es posible escoger entre dos opciones, las alternativas se presentan de este modo:

copretérito / presente; pospretérito / futuro; y pretérito de subjuntivo / presente de subjuntivo.

Adviértase además que la posibilidad de elección solo ocurre si el verbo subordinado expresa coexistencia o

posterioridad con respecto al momento de la enunciación.

Veamos esto más claramente en la siguiente tabla:

 

VERBO SUBORDINANTE EN UN

TIEMPO PRETÉRITO

VERBO SUBORDINADO

EN INDICATIVO

Significando coexistencia con el momento de la enunciación,

puede estar en:

  • Copretérito (preferible): … que estabas estudiando.
  • Presente: … que estás estudiando.

Me dijiste… Significando posterioridad al momento de la enunciación,

puede estar en:

  • Pospretérito o la perífrasis iba, ibas, etc. + a + infinitivo

(preferibles): … que estudiarías, o que ibas a estudiar.

  • Futuro o la perífrasis voy, vas, etc. + a + infinitivo: … que

estudiarás, o que vas a estudiar.

 

VERBO SUBORDINANTE EN UN

TIEMPO PRETÉRITO

VERBO SUBORDINADO

EN SUBJUNTIVO

Le pedía…

Significando tanto coexistencia como posterioridad respecto al

momento de la enunciación, puede estar en:

  • Pretérito (preferible): … que me ayudara.
  • Presente: … que me ayude.

Podemos reformular la regla general, para que se comprenda mejor a la luz de los ejemplos ya

ofrecidos:

Regla general: Si el verbo subordinante está en un tiempo pretérito, el verbo subordinado va también en

pretérito: a) necesariamente, si el subordinado expresa anterioridad (tiempo pasado) con respecto al

momento de la enunciación; b) preferiblemente, si el subordinado no expresa anterioridad respecto al

momento de la enunciación.

Sin embargo, puede notarse en los ejemplos que, en la lengua española, la correlación de verbos en

pretérito no es tan estricta como sí lo es en otros idiomas (p. ej., en inglés literario o en latín clásico).

En cuanto al valor específico de cada uno de los tiempos de la conjugación española, y el momento

de la sucesión temporal que expresan, consúltense las obras que citamos a continuación.

IV.- LOS VERBOS IMPERSONALES

  1. LOS VERBOS IMPERSONALES

Seg_n_el_sujeto

Se llaman verbos impersonales aquellos a los cuales no se les puede atribuir un sujeto gramatical;

por consiguiente, tampoco se les puede sobrentender un sujeto tácito determinado. Se conjugan solo en las

formas correspondientes a la tercera persona de singular (él / ella), excepto en la construcción del plural

impersonal (véase más adelante el punto 2.1).

 

  1. VERBOS IMPERSONALES POR EL SIGNIFICADO

Pueden clasificarse en dos grupos principales: los propiamente impersonales y los ocasionalmente

impersonales.

  1. 1. Verbos propiamente impersonales

Estos verbos también se llaman terciopersonales (“de tercera persona”) o unipersonales (“de una

sola persona”). Al usarse en su sentido propio, sólo se conjugan en la 3.a persona de singular, y significan

fenómenos atmosféricos. P. ej.: llueve (¿quién llueve?), llovía, llovió, lloverá , ha llovido, que llueva, está

nevando (¿quién está nevando?), amaneció, atardece, anochecerá. Podría decirse quizás que el sujeto de

llover es la lluvia misma: “la lluvia llueve”, o que el sujeto de anochecer es la noche o el cielo: “la noche (el

cielo) anochece”, pero tales construcciones no ocurren en el habla normal.

Cuando se emplean en sentido figurado, algunos de estos verbos pueden conjugarse en personas

distintas de la tercera de singular: llovieron flechas (= cayeron flechas en gran cantidad); amanecimos en el

piso (= nos despertamos al amanecer en el piso).

  1. 2. Verbos ocasionalmente impersonales

Estos verbos se conjugan normalmente en todas las personas, pero en ciertas acepciones son

impersonales, y en este caso solo se conjugan en la tercera de singular. Los más importantes son haber,

hacer, ser y estar.

 

HABER

Haber se conjuga normalmente en los dos números y en todas las personas:

  • cuando significa “tener” (este significado es enteramente anticuado o arcaico, como en el viejo

refrán: El que malas mañas ha [= tiene], tarde o nunca las perderá);

  • cuando se usa como auxiliar para formar los tiempos compuestos de los demás verbos: yo he amado,

tú has amado, yo había amado, tú habías amado, nosotros habremos amado, él hubiera amado, yo

hube amado, ellos hubieron amado, etc. (Nótese que, en este caso, es perfectamente correcta la

forma hubieron; sin embargo, debe mencionarse que este tiempo compuesto, llamado pretérito

anterior o antepretérito, y constituido por el pretérito simple de haber [hube, hubiste, hubo,

hubimos, hubisteis, hubieron] más el participio pasivo, se considera anticuado);

  • cuando aparece en los giros haber de + infinitivo: he de estudiar, has de leer, ha de escribir, hemos

de obtener buenas notas; y habérselas con algo o con alguien: los alumnos se las hubieron con el

profesor.

Haber es impersonal:

  • cuando significa la realización, existencia o presencia de algo o alguien (“haber existencial”): hay

libros buenos y hay libros malos; había veinte alumnas en el salón; habrá una reunión el miércoles;

ha habido poco trabajo; hubo muchos asistentes;

  • cuando, seguido de que más un infinitivo, expresa obligación o necesidad: hay que estudiar, había

que leer más;

  • cuando significa el tiempo transcurrido: diez años ha (= hace diez años, que es la forma más

frecuente).

Nótese:

  1. a) Cuando haber significa existencia, el presente de indicativo, en vez de ha, toma la forma hay (del

castellano medieval ha y = tiene allí).

  1. b) El sustantivo o expresión sustantivada que sigue al haber impersonal no es el sujeto, sino el objeto

directo: hay libros buenos (obj. dir.) y hay libros malos (obj. dir.); hubo muchos asistentes (obj.

dir.). Esto puede comprobarse sustituyendo el sustantivo o expresión sustantivada por el pronombre

objeto correspondiente (lo, los, la, las): los hay buenos y los hay malos. — ¿Hay cartulina (obj.

dir.) para manualidades? —Sí la hay, en varios colores. Adviértase que en este caso, la forma

hubieron es incorrecta en la lengua culta (*hubieron muchos asistentes), porque no hay sujeto en

plural con el cual deba concordar el verbo.

  1. c) De todo lo anterior puede concluirse fácilmente que las expresiones habemos (o habíamos, hubimos,

etc.) veinte estudiantes, y habemos muchos venezolanos honrados, son incorrectas según la norma

culta, pues al verbo haber impersonal se le atribuye un sujeto. Lo correcto es reemplazar haber por

ser o estar, o modificar la construcción: somos o estamos (éramos o estábamos) veinte estudiantes;

hay muchos venezolanos honrados, entre ellos yo (o nosotros).

  1. d) Recuérdese que la forma del auxiliar de primera persona de plural (nosotros) no es habemos, sino

hemos: hemos amado, hemos temido, hemos partido.

  1. e) Si al haber impersonal lo acompaña un verbo modal (deber, poder), este asume el carácter

impersonal, y por tanto va en singular: debe haber veinte alumnas (incorrecto: *deben haber);

puede haber veinte alumnas (incorrecto: *pueden haber).

 

HACER

Cuando significa “crear”, “efectuar”, “elaborar”, “construir”, este verbo se conjuga normalmente en

todas las personas: yo hago, tú haces, él hace, yo hice, tu hiciste, ellos hicieron, nosotros hemos hecho, ellas

harán, etc.

Hacer es impersonal cuando significa el estado del tiempo, la temperatura del ambiente: hace frío;

hacía calor; hizo noches muy frescas el mes pasado (nótese el verbo en singular); o cuando expresa el

tiempo transcurrido: hace diez años que no lo veo; se habían casado hacía dos meses cuando fuimos a

visitarlos. Se acepta que, en ambos casos, el verbo se haga personal, convirtiéndose en sujeto lo que es objeto

directo: hicieron noches muy frescas; hacen diez años que no lo veo. Sin embargo, en la lengua formal se

procura evitar estas construcciones con el verbo en plural.

SER y ESTAR

Estos verbos se usan como impersonales cuando significan las partes del día, el estado del tiempo o

el aspecto del ambiente: es de día, es de noche, es temprano, es tarde, está nublado, está oscuro.

 

  1. VERBOS IMPERSONALES POR LA CONSTRUCCIÓN (construcciones impersonales)

La mayoría de los verbos, conservando sus sentidos propios, pueden hacerse impersonales mediante

una de estas construcciones: el plural impersonal y el se impersonal (esta segunda es la construcción

irregular [= impersonal] cuasi-refleja, según la terminología de Bello).

  1. 1. El plural impersonal

Consiste en poner el verbo en la tercera persona de plural (correspondiente a ellos / ellas), cuando no

se puede o no se quiere determinar el sujeto, aunque se conozca: tocan el timbre; te llaman por teléfono;

dicen que no habrá clase; están haciendo mucho ruido en el apartamento de arriba.

Podría decirse que estas oraciones no son realmente impersonales, porque puede atribuírseles como

sujetos las expresiones algunos, algunas personas, ciertas personas, los hombres, u otras semejantes. Sin

embargo, debe notarse que se usa la forma del plural aunque el hablante sepa perfectamente que el agente real

o supuesto es una sola persona. Así, tocan el timbre no significa necesariamente que son dos o más quienes

tocan, sino que el hablante no desea o no puede determinar el agente de esa acción. Te llaman por teléfono:

el hablante no pretende expresar necesariamente que son varios lo que llaman, sino que no quiere o no puede

especificar quién es o quiénes son.

2.2. El se impersonal

Casi todos los verbos pueden hacerse impersonales al construirse en la tercera persona del singular

con la partícula se: se lee con frecuencia en el salón; en las guerras antiguas se combatía a caballo; como

se vive, se muere; se trabaja todos los días.

Existe una restricción para el uso del se impersonal: no puede emplearse esta construcción con

verbos pronominales, es decir, verbos que regularmente llevan un pronombre reflejo: arrepentirse, quejarse,

irse. En caso de que estos se usen impersonalmente, deben construirse con el pronombre indefinido uno:

uno se arrepiente, uno se queja, uno se va, o si el estilo resulta inelegante, se debe cambiar la construcción.

III.- GENERALIDADES SOBRE LOS VERBOS

GENERALIDADES SOBRE LOS VERBOS

EL VERBO-

  1. LOS ACCIDENTES DEL VERBO

Se llaman ACCIDENTES las variaciones que puede experimentar las palabras variables (sustantivos, artículos, adjetivos, pronombres y verbos) en función de ciertas categorías gramaticales.

Los verbos españoles tienen los siguientes accidentes: persona, número, tiempo, modo, y según las gramáticas tradicionales, también la voz.

 

  1. A. La persona

La PERSONA es la forma que asume el verbo según el pronombre personal que puede funcionar como sujeto de este mismo verbo. En el español, hay pronombres:

  • de PRIMERA PERSONA (quien habla, quien toma la palabra): yo, nosotros;
  • de SEGUNDA PERSONA (quien escucha, a quien se dirige la palabra): tú, vosotros, usted, ustedes;
  • y de TERCERA PERSONA (quien no es ni primera ni segunda): él, ella, ello, ellas, ellos (la definición tradicional, “persona de la cual se habla”, es inadecuada, porque también se puede hablar de la primera persona o de la segunda).

Los verbos españoles tienen formas para las tres personas gramaticales, p. ej., yo amo, tú amas, él ama, y esta es una de las razones por las cuales el español no exige la expresión del sujeto en una oración.

 

  1. B. El número

El NÚMERO es la forma que asume el verbo según si el sujeto designa un solo ser o cosa, o si designa varios seres o cosas. Como los sustantivos y pronombres, el verbo tiene dos números: SINGULAR y PLURAL.

  1. ej.: [yo] amo (1.a persona singular); [nosotros] amamos (1.a persona plural).

 

  1. C. El tiempo

Se llama TIEMPO la forma que toma el verbo en función de la anterioridad, simultaneidad o posterioridad que se atribuye a su realización con respecto al acto de la palabra o de la enunciación. El verbo español tiene tres TIEMPOS ABSOLUTOS (pretérito, presente y futuro), que por sí mismos marcan el punto de la sucesión temporal: amo (presente), amé (pretérito), amaré (futuro); y siete TIEMPOS RELATIVOS (pretérito perfecto, pluscuamperfecto, condicional, etc.), cuyo significado depende del de los tiempos absolutos. Sobre las nomenclaturas de los tiempos, véase más adelante el punto 3: Las conjugaciones.

Téngase en cuenta que los tiempos verbales pueden tener matices de significado distintos de los puramente temporales; así, yo amé y yo amaba son ambos pretéritos, pero el primero indica un mero hecho pasado, mientras que el segundo expresa un hecho continuo o progresivo, una coexistencia con otro acto pasado, una costumbre, según el caso. Además, no es raro que un tiempo o modo asuma la significación que, en principio, le corresponde a otro; p. ej., vengo mañana, en vez de vendré mañana (presente por futuro); vas al abasto y me traes un refresco, en vez de ve al abasto y tráeme un refresco (indicativo por imperativo).

Para saber con más detalle el sentido propio y figurado de cada uno de los tiempos verbales, consúltese la Gramática de la lengua castellana de Bello, capítulo XXVIII, y el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco.

  1. D. El modo

Podría definirse el MODO como la forma que toma el verbo en función del “grado de realidad” que se atribuya a su ejecución (atención: no se trata de la realidad considerada desde el punto de vista filosófico o epistemológico, sino subjetivo). Así, en relación con el modo, lo significado por el verbo puede concebirse:

  • como un hecho efectivo o real (aseveración: afirmación o negación), p. ej. tú estudias, pero no trabajas
  • como un hecho posible o dudoso (posibilidad, duda), p. ej. puede ser que estudies; dudo que estudies
  • como un hecho deseado, p. ej. deseo (quiero) que estudies
  • como un hecho puramente hipotético, irreal o improbable, p. ej. si tú estudiaras física con Einstein...
  • como un hecho que se ordena, manda o ruega, p. ej. ¡estudia! ().

En español, las formas que generalmente expresan realidad, efectividad o hecho aseverado se llaman de MODO INDICATIVO; las formas que normalmente expresan posibilidad o imposibilidad, duda, deseo o irrealidad, en suma, hecho no aseverado, se llaman de MODO SUBJUNTIVO, y las que expresan hechos que se ordenan, mandan o ruegan directamente a quien escucha, se llaman de MODO IMPERATIVO. (Es cierto que las interrogaciones [p. ej. ¿estudias?] también expresan hechos no aseverados, pero en el español se asimilan al modo indicativo.)

Así mismo, se puede definir el modo de un verbo en función de otro verbo al que pueda aparecer subordinado; por consiguiente:

  • las formas que pueden quedar subordinadas a verbos de enunciación (decir, afirmar, negar…) y percepción física o intelectual (ver, oír, entender…), son de modo INDICATIVO : digo, veo, entiendo que estudias;
  • las formas que pueden quedar subordinadas a verbos o construcciones que expresan sentimiento, voluntad o posibilidad (imposibilidad), son de modo SUBJUNTIVO: lamento, quiero, dudo, puede ser que estudies.

Los verbos de enunciación o percepción, si están modificados por una negación, también pueden llevar subordinado un verbo en subjuntivo: no digo, no veo, no entiendo que estudies.

Las formas de modo imperativo no pueden aparecer nunca subordinadas, a menos que se trate de una cita textual o discurso directo, p. ej., Mis padres me dijeron: “¡Estudia, muchacho perezoso!”

 

  1. RADICAL Y TERMINACIÓN

Como se habrá notado en los ejemplos anteriores, o en la experiencia cotidiana, los verbos españoles asumen diversas formas variando su “parte final”, mientras que, en principio, conservan su “parte inicial”: am-o, am-as, am-a, am-é, am-aste, am-ó, am-aré, am-aría, am-emos, am-áramos

La parte que permanece sin alterarse recibe el nombre de RAÍZ o RADICAL, y la parte variable, el de

TERMINACIÓN o DESINENCIA. Así, en los ejemplos anteriores, el radical es am-, y las terminaciones son –o, –

as, –aste, etc. (en realidad, en la ciencia lingüística, los nombres de raíz y radical por una parte, y terminación y desinencia, por otra, no son sinónimos, pero podemos considerarlos como tales en esta introducción con fines didácticos, a fin de no complicar el análisis).

Las diversas terminaciones manifiestan los diversos ACCIDENTES.

  1. LAS CONJUGACIONES

El conjunto de todas las variaciones que pueden sufrir los verbos para expresar los distintos accidentes se llama CONJUGACIÓN. CONJUGAR es, por tanto, modificar la forma de un verbo en función de la persona, el número, el tiempo y el modo, juntando terminaciones diferentes a los radicales verbales. El español tiene tres conjuntos básicos de tales formas, llamados PRIMERA CONJUGACIÓN, SEGUNDA

CONJUGACIÓN y TERCERA CONJUGACIÓN. Se pueden distinguir fácilmente por la terminación del infinitivo: el de la primera termina en –ar, p. ej. amar; el de la segunda en –er, p. ej. temer; y el de la tercera en –ir , p. ej. partir. Los verbos dados como ejemplos son enteramente regulares y se consideran los verbos modelos o paradigmáticos.

Al conjugar un verbo español, hay que distinguir los TIEMPOS SIMPLES de los TIEMPOS COMPUESTOS.

La diferencia formal entre los unos y los otros es que los tiempos compuestos requieren el “auxilio” de otro verbo, llamado por lo mismo verbo auxiliar. En la lengua española, el verbo auxiliar por excelencia es haber.

Así pues, los tiempos compuestos están formados por el verbo haber más el participio (pasivo) del verbo que se conjuga.

A continuación se presentan varias tablas correspondientes a cada una de las conjugaciones, con las nomenclaturas equivalentes de los tiempos. Nótese que un mismo tiempo puede tener distintas denominaciones, cuya diversidad se explica por los diferentes puntos de vista que han asumido los estudiosos del idioma. Los nombres que se dan en las tablas son los empleados por las gramáticas más reconocidas de la lengua española; si aparecen varios, el que se da en primer lugar es el propuesto por Andrés Bello.

Como ejercicio, llénense las casillas vacías con las formas respectivas (ténganse en cuenta que el pronombre de 2.a persona de plural es vosotros):

PRIMERA CONJUGACIÓN: AMAR

Modo indicativo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número de los tiempos

Persona singular plural

Nomenclatura de los tiempos

Persona singular plural

1.a amo 1.a he amado

2.a 2.a Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito perfecto

-. Pretérito perfecto compuesto 3.a

1.a amé 1.a hube amado

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito indefinido

-. Pretérito perfecto simple 3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito anterior

3.a

1.a amaba 1.a había amado

2.a 2.a -. Copretérito

-. Pretérito imperfecto

3.a

-.Antecopretérito

-. Pretérito pluscuamperfecto

3.a

1.a amaré 1.a habré

amado

2.a 2.a -. Futuro

-. Futuro imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

1.a amaría 1.a habría amado

2.a 2.a -. Pospretérito

-. Condicional

-. Potencial

3.a

-.Antepospretérito

-. Condicional

compuesto

-. Potencial

compuesto 3.a

SEGUNDA CONJUGACIÓN: TEMER

Modo indicativo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a temo 1.a he temido

2.a 2.a

Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito

perfecto

-. Pretérito perfecto

compuesto 3.a

1.a temí 1.a hube temido

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito

indefinido

-. Pretérito

perfecto simple 3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito anterior

3.a

1.a temía 1.a había temido

2.a 2.a -. Copretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antecopretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a temeré 1.a habré temido

2.a 2.a -. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-.Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

1.a temería 1.a habría

temido

2.a 2.a -. Pospretérito

-. Condicional

-. Potencial

3.a

-.Antepospretérito

-. Condicional

compuesto

-. Potencial

compuesto 3.a

TERCERA CONJUGACIÓN: PARTIR

Modo indicativo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a parto 1.a he partido

2.a 2.a

Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito

perfecto

-. Pretérito perfecto

compuesto 3.a

1.a partí 1.a hube partido

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito

indefinido

-. Pretérito

perfecto simple 3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito anterior

3.a

1.a partía 1.a había partido

2.a 2.a -. Copretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antecopretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a partiré 1.a habré

partido

2.a 2.a -. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

1.a partiría 1.a habría

partido

2.a 2.a -. Pospretérito

-. Condicional

-. Potencial

3.a

-.Antepospretérito

-. Condicional

compuesto

-. Potencial

compuesto 3.a

El tiempo llamado antepretérito o pretérito anterior es inusitado en la lengua hablada, y aparece ya

rara vez en la lengua escrita contemporánea (Cuando el profesor hubo entrado en el salón, los alumnos

dejaron de conversar).

Recuérdese nuevamente que las formas de la 2.a persona de plural corresponden al pronombre

vosotros, que solo se usa habitualmente en España. En Venezuela y en el resto de Hispanoamérica se

reemplaza por ustedes. Usted y ustedes son pronombres de 2.a persona, pero las formas verbales que se les

juntan son de 3.a persona: usted ama, ustedes aman, usted teme, ustedes temen, usted parte, ustedes parten.

PRIMERA CONJUGACIÓN: AMAR

Modo subjuntivo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a ame 1.a haya amado

2.a 2.a

Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito perfecto

3.a

1.a amara /

amase

1.a hubiera / -se

amado

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito

imperfecto 3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a amare 1.a hubiere

amado

2.a 2.a

-. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

 

SEGUNDA CONJUGACIÓN: TEMER

Modo subjuntivo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a tema 1.a haya temido

2.a 2.a

Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito perfecto

3.a

1.a temiera/

temiese

1.a hubiera/ -se

temido

2.a 2.a -. Pretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a temiere 1.a hubiere

temido

2.a 2.a

-. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

TERCERA CONJUGACIÓN: PARTIR

Modo subjuntivo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a parta 1.a haya partido

2.a 2.a Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito perfecto

3.a

1.a partiera/

partiese

1.a hubiera/ -se

partido

2.a 2.a -. Pretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a partiere 1.a hubiere

partido

2.a 2.a

-. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

Valga aquí también lo dicho anteriormente para las formas de 2.a persona de plural (vosotros), y para

las que corresponden a usted y ustedes.

Nótese que los pretéritos de subjuntivo tienen dos formas: una en –ra, –ras, etc., y otra en –se, –ses,

etc. No siempre son equivalentes. Véase Apuntes de redacción, capítulo Dudas frecuentes sobre la forma y

el uso de los verbos.

Las formas del llamado FUTURO DE SUBJUNTIVO (en realidad es un presente-futuro), simple y

compuesto, se usan solo en oraciones hipotéticas o condicionales (por esta razón, Bello las llamo SUBJUNTIVO

HIPOTÉTICO), y hoy en día, aunque pueden aparecer en el lenguaje legal y en una que otra frase hecha, se

consideran enteramente anticuadas. En todo caso, téngase cuidado de no confundir este FUTURO DE

SUBJUNTIVO (amare, amares, etc.) con el PRETÉRITO DE SUBJUNTIVO (amara, amaras, etc.).

El MODO IMPERATIVO solo tiene en uso los tiempos simples, y propiamente, solo formas para la

segunda persona. Su único tiempo se considera presente-futuro. Llénense las casillas vacías:

 

Modo imperativo

Persona PRIMERA CONJUGACIÓN SEGUNDA CONJUGACIÓN TERCERA CONJUGACIÓN

singular plural singular plural singular plural

2.a ama temed

Las formas de plural corresponden a vosotros, pronombre que, como se ha mencionado más arriba,

solo se usa habitualmente en España, pues en Venezuela y en el resto de Hispanoamérica se reemplaza por

ustedes. Como imperativo de usted / ustedes, se usan las formas de 3.a persona de presente de subjuntivo:

ame (usted), amen (ustedes), etc. Las órdenes o peticiones indirectas, o dirigidas a un nosotros o a una tercera persona, se expresan también en presente de subjuntivo: Te ordeno que estudies; estudiemos juntos, (que)

pase el siguiente; (que) amen los cristianos a sus prójimos.

 

  1. LAS FORMAS NO PERSONALES: INFINITIVO, GERUNDIO Y PARTICIPIO

Se incluyen tradicionalmente entre los verbos ciertas palabras que reciben el nombre de FORMAS NO

PERSONALES, DERIVADOS VERBALES o VERBOIDES. Su característica común es que, a diferencia de un verbo

personal o finito, no pueden indicar por sí solas las personas gramaticales (primera, segunda y tercera), y en

consecuencia, no pueden ser nunca el núcleo de un predicado (al menos no del predicado de una oración

principal).

Las formas no personales son de naturaleza híbrida. Por una parte, tienen ciertas cualidades verbales

(como a los verbos propiamente dichos, puede atribuírseles un sujeto o un objeto gramatical o lógico, y

pueden ser modificadas por un adverbio o una frase adverbial). Por otra parte, participan de las cualidades de

otras categorías:

El infinitivo (amar, temer, partir) es la forma sustantiva del verbo, un “verbo sustantivo” o

sustantivo verbal, puesto que puede cumplir cualquier función propia de un sustantivo (sujeto, objeto directo o

indirecto, término de preposición): Comer es necesario, pues debemos alimentarnos para vivir.

El gerundio (amando, temiendo, partiendo) es la forma adverbial del verbo, un “verbo adverbio” o

un adverbio verbal, ya que cumple ordinariamente la función de modificar a un verbo: aprendemos

estudiando; salió corriendo; llegando a casa, me tropecé.

El participio (amado, temido, partido) es la forma adjetiva del verbo, un “verbo adjetivo” o adjetivo

verbal, porque puede mo dificar a un sustantivo: dinero prestado; querida amiga; años perdidos. Además,

con el verbo haber, forma los tiempos compuestos de la conjugación: he amado, has temido, ha partido.

(Hemos copiado lo que ya habíamos dicho sobre las formas no personales

en el capítulo I: Las palabras y sus funciones.)

El infinitivo y el participio, como los verbos finitos, tienen formas simples y compuestas.

Llénense las casillas vacías de la tabla siguiente.

Formas PRIMERA CONJUGACIÓN SEGUNDA CONJUGACIÓN TERCERA CONJUGACIÓN

no personales simple compuesto simple compuesto simple compuesto

INFINITIVO amar haber temido

GERUNDIO amando habiendo

partido

 

  1. VERBOS REGULARES Y VERBOS IRREGULARES

Si un verbo se conjuga como cualquiera de los modelos dados, sin experimentar alteraciones de su

radical o de sus terminaciones en ningún tiempo ni en ninguna persona, se llama VERBO REGULAR. Si ocurren

tales alteraciones, se denomina VERBO IRREGULAR.

Como introducción a las conjugaciones irregulares, véase el capítulo Los verbos irregulares.

  1. VERBOS TRANSITIVOS Y VERBOS INTRANSITIVOS

Si un verbo lleva habitualmente un complemento directo (p. ej. dar, ver, pedir: yo doy el dinero; tú

ves el dinero , ella pide el dinero), se llama TRANSITIVO. Si habitualmente no lo lleva, o no puede llevarlo al

usarse en su significado propio (p. ej. brillar, aparecer, salir: el sol brilla, la profesora apareció, el alumno

salía), se llama INTRANSITIVO. (Se hallará más información sobre los complementos verbales en el capítulo II: Elementos de sintaxis, punto 5: Los complementos del verbo.)

 

  1. LA VOZ PASIVA

Las formas verbales que hemos visto en las tablas de conjugación anteriores son las llamadas

ACTIVAS o de VOZ ACTIVA, pues corresponden a SUJETOS ACTIVOS o AGENTES, es decir, sujetos que hacen,

efectúan o realizan lo significado por el verbo: yo amo, tú temes, él parte. Además de estas, también existen

las formas llamadas PASIVAS o de VOZ PASIVA, que se juntan a SUJETOS PASIVOS o PACIENTES, es decir, sujetos

que no hacen o realizan, sino que, de algún modo, “sufren”, “padecen” o “reciben” lo significado por el

verbo: yo soy amado, tú eres temido, él es partido. Por tanto, se llama VOZ a la forma que asume un verbo

según si el sujeto se concibe como agente o paciente.

La voz pasiva se forma con el verbo auxiliar ser, más el participio pasivo del verbo que se conjuga.

Este participio debe concordar en género y número con el sujeto: él es amado, ella es amada, ellos son

amados. Tal construcción se llama PASIVA CANÓNICA o PERIFRÁSTICA, para distinguirla de otra construcción

denominada PASIVA REFLEJA (véase más adelante).

En español, solo los verbos transitivos pueden conjugarse en voz pasiva.

En las siguientes tablas se da la voz pasiva de la primera conjugación. Como ejercicio, llénense las

casillas vacías:

PRIMERA CONJUGACIÓN: AMAR

Voz pasiva

Modo indicativo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a soy amado 1.a he sido

amado

Presente 2.a 2.a

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito

perfecto

-. Pretérito perfecto

compuesto 3.a

1.a fui amado 1.a hube sido

amado

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito

indefinido

-. Pretérito

perfecto simple 3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito anterior

3.a

1.a era amado 1.a había sido

amado

2.a 2.a -. Copretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antecopretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto 3.a

1.a seré amado 1.a habré sido

amado

2.a 2.a -. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

1.a sería

amado

1.a habría sido

amado

2.a 2.a -. Pospretérito

-. Condicional

-. Potencial

3.a

-.Ante pospretérito

-. Condicional

compuesto

-. Potencial

compuesto 3.a

Lo mismo que el tiempo correspondiente en la voz activa, el ANTEPRETÉRITO o PRETÉRITO

ANTERIOR de pasiva ha caído en desuso.

Modo subjuntivo

Tiempos simples Tiempos compuestos

Nomenclatura número número

de los tiempos

Persona

singular plural

Nomenclatura

de los tiempos

Persona

singular plural

1.a sea amado 1.a haya sido

amado

2.a 2.a

Presente

3.a

-. Antepresente

-. Pretérito perfecto

3.a

1.a fuera/

fuese

amado

1.a hubiera/ -se

sido amado

2.a 2.a

-. Pretérito

-. Pretérito

imperfecto

3.a

-. Antepretérito

-. Pretérito

pluscuamperfecto

3.a

1.a fuere

amado

1.a hubiere sido

amado

2.a 2.a -. Futuro

-. Futuro

imperfecto

3.a

-. Antefuturo

-. Futuro perfecto

3.a

Cámbiese el participio amado por temido o partido, y se obtendrán las formas pasivas de la

segunda y de la tercera conjugación, respectivamente.

El IMPERATIVO propiamente dicho (mandato o ruego dirigidos a una segunda persona) es inusitado

en pasiva.

Sobre el uso de la voz pasiva canónica, debe tenerse en cuenta que el español la emplea mucho

menos que otras lenguas como el inglés o el francés, pues, en la mayoría de los casos en que podría aparecer

la construcción de ser + participio, se prefiere usar un verbo activo, o la construcción llamada PASIVA

REFLEJA (esta, a pesar del nombre, lleva el verbo en activa, acompañado de la partícula se), p. ej.: Se venden

estos libros usados. El sentido de esta oración es pasivo, pues equivale a son vendidos estos libros usados;

pero esta segunda forma, aunque gramaticalmente correcta, es inusitada en el habla normal de los

hispanohablantes.

Más detalles sobre el uso de la voz pasiva, en Apuntes para la redacción, capítulo

Recomendaciones estilísticas para la redacción en español.

II.- ELEMENTOS DE SINTAXIS

 ELEMENTOS DE SINTAXIS

EjercSintaxis

  1. EL SINTAGMA

Por lo general, las palabras no aparecen aisladas, sino que se suceden y se enlazan para formar enunciados más o menos complejos. La sucesión de dos o más palabras que se hallan en relación de dependencia gramatical y que juntas forman una unidad de sentido, es lo que se llama, en gramática, construcción, frase, o más modernamente, sintagma. Las construcciones sintácticas o sintagmas son el objeto de estudio de la sintaxis.

Ya hemos visto que las palabras pueden clasificarse en diversas categorías según las funciones que les corresponden cumplir en el discurso. También los sintagmas cumplen determinadas funciones en los enunciados: son las denominadas funciones sintácticas.

Puede considerarse que una palabra (en función de núcleo sin modificador, véase el cap. I) forma por sí misma un sintagma monoléxico, es decir, un sintagma compuesto de un solo vocablo. Esto es conveniente tenerlo en cuenta, pues no es infrecuente que una sola palabra cumpla por sí misma una de las diversas funciones sintácticas.

 

  1. FUNCIONES SINTÁCTICAS MAYORES U ORACIONALES

Las funciones sintácticas mayores u oracionales son el sujeto y el predicado. Una palabra o sintagma que cumpla función de sujeto puede unirse a otra palabra o sintagma que cumpla función de predicado, de tal modo que se establece entre ambos una relación de concordancia, para formar una unidad sintáctica más compleja que recibe el nombre de oración. Por ello, el sujeto y el predicado se llaman también, conjuntamente, constituyentes mayores de la oración.

La alumna estudió empeñosamente.

Sujeto Predicado

En la lengua española no es obligatorio expresar el sujeto, pues la desinencia de un verbo finito es suficiente para indicarlo: estudié (yo) / estudiaste (tú) / estudió (él o ella). Este sujeto no expresado y deducible de la forma verbal se denomina sujeto tácito ( “callado”).

La gramática tradicional distingue entre oración y frase. Podemos expresar la diferencia en estos términos: es oración todo sintagma que tenga un verbo finito (la alumna estudia; estudiemos; ¿ya estudiaste?; para que estudien); es frase todo sintagma sin verbo finito (la alumna; estudiar gramática; muy estudioso; para el estudio).

En cuanto a la oración, varios gramáticos distinguen entre oración propiamente dicha o cláusula (no depende sintácticamente de otra: la alumna estudia; he traído libros para que los alumnos estudien), y proposición (depende sintácticamente de otra oración, es decir, está subordinada a esta: [he traído libros] para que los alumnos estudien).

La proposición se denomina más frecuentemente oración subordinada (véase el apartado 6).

La cláusula puede ser una oración simple (la alumna estudia) o compuesta (he traído libros para que los alumnos estudien; véase más adelante el apartado 6).

Hay gramáticas que llaman período a toda oración compuesta (principalmente por subordinación), y otras que reservan este nombre para aquellas que suelen comenzar con la subordinada (por ejemplo, el llamado período hipotético, véase más adelante).

Bello da el nombre de atributo a lo que hoy llamamos predicado, y llama predicado a lo que hoy denominamos atributo, epíteto, adjunto o complemento adnominal, según el caso (véase Bello,

Gramática, Capítulo II).

  1. FUNCIONES SINTÁCTICAS MENORES O SUBORACIONALES

Las funciones sintácticas menores o suboracionales son las que cumplen las palabras o sintagmas que componen el sujeto o el predicado de una oración.

Existen tres funciones suboracionales básicas: núcleo, modificador del núcleo, y nexo (véase el

cap. I).

Los sintagmas se clasifican según la palabra que funciona como núcleo, es decir, la más importante en el conjunto:

  • La alumna más aplicada es un sintagma nominal, pues su núcleo es un nombre o sustantivo.
  • Estudió muy empeñosamente es un sintagma verbal, pues su núcleo es un verbo finito.
  • Más aplicada es un sintagma adjetival, pues su núcleo es un adjetivo.
  • Muy empeñosamente es un sintagma adverbial, pues su núcleo es un adverbio.

Existe una clase especial de sintagma introducido por una preposición, p. ej., en la biblioteca.

Recibe el nombre particular de sintagma preposicional. Generalmente incluye un sustantivo o un sintagma nominal (se forma entonces un sintagma preposicional-nominal, llamado también sintagma nominal prepositivo), pero también puede contener un adjetivo (de seguro) o un adverbio (por allí). Los sintagmas preposicionales son los mismos complementos preposicionales o prepositivos que hemos visto en el capítulo

I.

Podemos unir todos los sintagmas mencionados como ejemplos para formar un enunciado:

La alumna más aplicada estudió muy empeñosamente en la biblioteca.

Analicemos esquemáticamente los sintagmas de esa misma oración:

 

La alumna más aplicada estudió muy empeñosamente en la biblioteca.

sintagma nominal (SUJETO): La alumna más aplicada

sintagma verbal(PREDICADO): estudió muy empeñosamente en la biblioteca

núcleo del sujeto: La alumna

sintagma adjetival: más aplicada

núcleo del predicado: estudió

sintagma adverbial: muy empeñosamente

sintagma preposicional-nominal: en la biblioteca

Observamos entonces que el sintagma nominal la alumna más aplicada cumple la función de sujeto, y el sintagma verbal estudió muy empeñosamente en la biblioteca cumple la función de predicado.

Nótese además que un sintagma puede estar incluido en otro; así, en el sintagma nominal que es el sujeto de la oración ofrecida como ejemplo, lo encontramos el sintagma adjetival más aplicada; por otra parte, el sintagma adverbial muy empeñosamente y el sintagma preposicional-nominal en la biblioteca forman parte del sintagma verbal que constituye el predicado de esa misma oración.

Generalmente, el núcleo de un sujeto es un sustantivo o un pronombre. El núcleo de un predicado es casi siempre un verbo.

 

  1. LOS MODIFICADORES

La extensión semántica del núcleo de un sintagma puede limitarse, precisarse o modificarse por uno o más modificadores. Estos también se conocen por el nombre de expansiones (del sujeto, del predicado o de un elemento del sujeto o del predicado), pues expanden los constituyentes del enunciado, añadiendo más información.

Existen dos tipos básicos de modificadores:

  1. Los modificadores directos o asindéticos (del griego a-, partícula de negación, y sýndeo: “atar, enlazar, vincular”): Pueden estar constituidos por una sola palabra, y no necesitan nexo para unirse al núcleo. Los modificadores directos por excelencia son los adjetivos, los determinantes y los adverbios (los adjetivos y determinantes sirven de modificadores directos a los sustantivos; y los adverbios, a los verbos y otros modificadores), pero también pueden ser sustantivos (Comí pan) y sintagmas nominales (leemos todos los días). Algunos gramáticos dan a los adjetivos y a los adverbios el nombre genérico de calificadores.
  2. Los modificadores indirectos o sindéticos: Están constituidos por al menos dos palabras, una de las cuales es una preposición, que sirve de nexo para enlazar el modificador con el núcleo. Los sintagmas preposicionales son modificadores indirectos, y pueden serlo:
  • de un sustantivo: un profesor de la universidad (recibe en este caso el nombre particular de complemento especificativo o de es pecificación)
  • de un verbo: habló sin ganas
  • de un adjetivo: inhábil para la enseñanza
  • de un adverbio: detrás del escritorio.

Ejercicio: Formemos una oración con los sintagmas anteriores.

Los modificadores también reciben los nombres de complementos, adjuntos, adyacentes, articulaciones o extensiones, según las diversas teorías gramaticales. Hay quienes reservan el nombre de complemento para los sintagmas preposicionales (v. Bello, Gramática), y otros lo usan solamente para los modificadores del verbo que no son adverbios (complemento directo, complemento indirecto, complemento circunstancial, etc.).

Por otra parte, varios autores limitan la designación de adjuntos o adyacentes a los modificadores de un sustantivo o expresión sustantivada. Así, son adjuntos los adjetivos y los complementos especificativos.

Estos reciben también el nombre conjunto de complementos adnominales.

 

  1. LOS COMPLEMENTOS DEL VERBO

Los modificadores del verbo, excepto los adverbios, reciben el nombre tradicional de complementos, y generalmente son sustantivos o sintagmas nominales, por lo común incluidos en sintagmas preposicionales. Por su función particular, se clasifican así:

  1. Complemento directo u objeto directo: Es la función de la palabra o del sintagma en el cual se realiza el significado del verbo (“persona o cosa sobre la cual recae directamente la acción del verbo”, dice la definición tradicional). Ejemplo: Los estudiantes vieron el cuadro. Puede ser introducido por la preposición a: Los estudiantes vieron a las profesoras. Se reconoce el objeto directo porque puede sustituirse por los pronombres lo(-s), la(-s): Los estudiantes lo vieron (el cuadro); los estudiantes las vieron (a las profesoras).

Si un verbo lleva habitualmente un complemento directo (p. ej. dar, ver, pedir), se llama transitivo.

Si habitualmente no lo lleva, o no puede llevarlo al usarse en su significado propio (p. ej. brillar, aparecer, salir), se llama intransitivo.

  1. Complemento indirecto u objeto indirecto: Es la función de la palabra o sintagma que expresan el ser o cosa interesados (como receptores de un beneficio o perjuicio) en la realización del significado del verbo (“persona o cosa que recibe el daño o el provecho de la acción”, dice la definición tradicional). Este comp lemento es introducido por la preposición a o para.

Ejemplos: El profesor entregó los exámenes a sus alumnos; alguien robó un libro muy valioso a una estudiante; la profesora trajo un libro de gramática para su estudiante preferido. Se reconoce el objeto indirecto porque puede sustituirse por el pronombre le(-s): El profesor les entregó los exámenes. En vez de le(-s) se usa se cuando le sigue un pronombre que funciona como objeto directo: El profesor se (obj.

ind.) los (obj. dir.) entregó.

Cualquier pronombre átono que acompañe a un verbo (me, te, nos, os, lo, los, la, las, le, les y se), cumpliendo la función de complemento directo o indirecto, recibe la denominación general de pronombre objeto u objetivo, pronombre complemento o complementario, variante pronominal, o incremento pronominal del verbo. Cuando se hallan delante del verbo se denominan proclíticos (te lo escribo); cuando se hallan detrás, se llaman enclíticos (escribírtelo).

  1. Complemento circunstancial: Se incluye en esta categoría genérica casi todo complemento verbal que no sea directo o indirecto. Cualquier preposición puede introducirlo, aunque también, en pocos casos, puede aparecer sin preposición. Entre las diversas clases de complementos circunstanciales, mencionemos las siguientes:
  • de modo: leer con atención
  • de lugar: leer en la biblioteca
  • de tiempo: leer de noche; leer todos los días (notemos, en el segundo ejemplo, la ausencia de preposición: es un modificador asindético)
  • de causa: leer por obligación
  • de finalidad: leer para aprender.
  • de compañía: leer con los amigos
  • de tema: leer sobre gramática española

El complemento circunstancial puede reconocerse también porque no puede sustituirse por un pronombre objeto.

  1. Complemento de régimen o complemento adherente: Varias gramáticas modernas distinguen de los circunstanciales el complemento de régimen o adherente. Se trata de un sintagma preposicional que sirve de complemento propio a ciertos verbos intransitivos (o usados intransitivamente), es decir, verbos que no pueden llevar objeto directo (al menos en alguna de sus acepciones). Ejemplos:
  • Hablar de algo o de alguien
  • Arrepentirse de algo
  • Reírse de algo o de alguien
  • Confiar en alguien
  • Conversar con alguien
  • Luchar con algo o con alguien

Como los circunstanciales, los complementos de régimen no pueden sustituirse por un pronombre objeto.

  1. Complemento predicativo o atributo: Es un sustantivo o adjetivo que, refiriéndose al sujeto, se vincula a este por medio de un verbo, generalmente de la clase de los verbos copulativos (ser, estar, parecer). Ejemplos: la alumna es talentosa; mi tía es profesora; los salones están sucios;

Francisco llegó cansado. Obsérvese, pues, que el atributo modifica simultáneamente al verbo y al sujeto de este. Si el verbo es copulativo, el atributo puede sustituirse por el pronombre lo:

¿Francisco es sancristobalense? Sí, lo es.

Algunos gramáticos distinguen el atributo del complemento predicativo: el primero es el que aparece con los verbos copulativos; el segundo, con otra clase de verbos.

  1. Complemento agente: Es un sintagma preposicional que modifica a un verbo pasivo, expresando el sujeto lógico (no el gramatical) de la oración. Lo introduce la preposición por, y a veces, de.

Ejemplos: El profesor (sujeto gramatical) es apreciado por sus estudiantes (sujeto lógico); la nueva biblioteca fue inaugurada por las autoridades universitarias; la tierra del sol amada (= amada por el sol). Este complemento no puede sustituirse por un pronombre objeto. Si el verbo se pone en activa, el complemento agente pasa a ser su sujeto gramatical, y lo que era el sujeto del verbo pasivo se convierte en el objeto directo del verbo activo: Los estudiantes (sujeto gramatical) aprecian al profesor (objeto directo); las autoridades universitarias inauguraron la nueva biblioteca.

 

  1. LAS ORACIONES SUBORDINADAS

La función sintáctica del sujeto y las funciones suboracionales pueden ser desempeñadas no solamente por palabras o por sintagmas menores que una oración, sino también por oraciones con verbo finito. Es el caso de las oraciones subordinadas, llamadas también proposiciones, oraciones transpuestas o degradadas, o suboraciones. Se denominan así porque forman parte del sujeto o del predicado de una oración que las abarca, llamada oración principal.

Tres son las clases generales de oraciones subordinadas según la función que cumplan en el enunciado:

  1. Oraciones sustantivas o completivas: Cumplen las funciones propias de un sustantivo o sintagma nominal, principalmente las de sujeto y objeto directo.
  • Como sujeto: Es necesario que todos los alumnos traigan sus diccionarios. (La oración subrayada es el sujeto gramatical del verbo es.) Generalmente se introduce con el nominalizador que, pero también puede introducirse con el nominalizador si, p. ej.: No importa si se quedan o se van; o con una palabra interrogativa (qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde, por qué), p. ej.: Cuándo, dónde y por qué ocurrieron los hechos es todavía un misterio.
  • Como objeto directo: El profesor dijo que el verbo puede llevar complementos (la oración subordinada subrayada es el objeto directo del verbo dijo); no sabemos si el examen será escrito (objeto directo del verbo sabemos); ya te expliqué cómo se analiza esta oración (objeto directo de expliqué). Nótese que la oración subordinada en función de objeto directo puede ser introducida por las partículas nominalizadoras que y si, o por una palabra interrogativa (qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde, por qué); además, como son objetos directos, pueden sustituirse por el pronombre lo: El profesor lo dijo; no lo sabemos; ya te lo expliqué.
  1. Oraciones adjetivas: Cumplen la función de adyacentes o adjuntos de un sustantivo o expresión sustantivada. Ejemplos: El profesor que usa lentes (la oración subordinada subrayada funciona como modificador del sustantivo profesor); aquella joven brillante, la cual estudió en la ULA, consiguió un buen trabajo (la oración subrayada es modificador del sintagma nominal aquella joven brillante); Admiro a la gran mujer con quien estoy casado (modificador del sintagma nominal la gran mujer). Todas estas oraciones subordinadas están introducidas por pronombres relativos (que pueden estar precedidos de una preposición), por lo cual reciben también el nombre de oraciones de relativo. El sustantivo o sintagma nominal al cual se refiere el pronombre relativo, y en general, cualquier pronombre, se denomina, en gramática, antecedente. Así, en las oraciones ofrecidas como ejemplos, los antecedentes son el profesor, aquella joven y la gran mujer, respectivamente.

Otra clase de oraciones adjetivas es introducida por una preposición, generalmente de, seguida del

nominalizador que: Aún tengo la esperanza de que ella siga queriéndome (la oración subordinada subrayada es complemento especificativo del sustantivo esperanza). Por antidequeísmo (véase Apuntes para la redacción, Las faltas de lenguaje), o por imitación del inglés o del francés, es frecuente ver esta clase de oraciones adjetivas sin la preposición: Aún tengo la esperanza (ø) que ella siga queriéndome.

  1. Oraciones adverbiales o circunstanciales: Cumplen la función de un adverbio o de un complemento circunstancial. Las hay de varias clases según su función específica, por ejemplo:
  • Modal o de modo: leemos como mejor nos parece.
  • Causal o de causa: leemos porque lo mandó el profesor.
  • Final o de finalidad: leemos para que aumente nuestro saber.
  • Condicional o de condición: leemos si tenemos libros (juntas, la subordinada y la principal forman el llamado período hipotético, especialmente si la subordinada se halla en primer lugar:

Si tenemos libros, leemos).

  • Local o de lugar: leemos donde estamos más cómodos.
  • Temporal o de tiempo: leemos cuando hay suficiente luz.
  • Concesiva o de concesión: leemos aunque hay poca luz.
  • Consecutiva o de consecuencia: leemos tanto que se nos cansa la vista.

Nótese que las oraciones adverbiales son introducidas por los adverbios relativos (como, cuando, cuanto, donde) o por las llamadas conjunciones subordinantes (v. cap. I). Los verbos de las oraciones causales, condicionales, temporales y concesivas pueden sustituirse por gerundios (véase, en Apuntes para la redacción, los Usos del gerundio, 2).

Como ya se ha mencionado más arriba, una oración subordinada y la oración principal de la cual depende forman una oración compuesta o período. Por ejemplo:

El profesor de lenguaje, quien nos enseña ortografía y gramática, dijo que, si no traíamos las carpetas con los ejercicios de composición, no podríamos realizar las actividades programadas cuando nos reunamos la próxima semana.

Analícese sintácticamente la oración compuesta anterior, y determínese cuál es la oración principal y cuáles y de qué clase son las subordinadas.

I.- LAS PARTES DE LA ORACIÓN

  1. LAS PARTES DE LA ORACIÓN

MAPA ORACION SIMPLE.cmap

oracioncompuesta

Desde la Antigüedad, los estudiosos de la gramática han clasificado las palabras en diversas categorías, según la función que aquellas cumplen en el discurso o enunciado. Comúnmente, tales categorías reciben el nombre de partes de la oración o partes del discurso.

La gramática tradicional escolar fijó en nueve (9) el número de partes de la oración, que son las siguientes, citadas generalmente en este orden:

  • Sustantivo (en latín nomen substantivum, en griego ónoma ousiastikón)
  • Artículo (en latín articulus, en griego árthron)
  • Adjetivo (en latín nomen adjectivum, en griego ónoma epítheton)
  • Pronombre (en latín pronomen, en griego antonymía)
  • Verbo (en latín verbum, en griego rhêma)
  • Adverbio (en latín adverbium, en griego epírrhema)
  • Preposición (en latín praepositio, en griego próthesis)
  • Conjunción (en latín conjunctio, en griego sýndesmos)
  • Interjección (en latín interjectio, en griego epíphthegma o epiphónema).

La gramática moderna ha discrepado, al menos parcialmente, de la clasificación dada, suprimiendo categorías o creando otras nuevas. En estas páginas conservaremos, en principio, la clasificación tradicional, alterando un tanto el orden (por razones didácticas y por ajustarnos en lo posible al texto de Andrés Bello), y solo comentaremos brevemente aquellas innovaciones conceptuales (en verdad, ya no son tan nuevas) que han quedado establecidas en la reflexión gramatical de nuestra época.

Seguidamente definiremos cada una de las partes de la oración.

  1. a) VERBO

El verbo es una palabra que por sí sola puede constituir el predicado de una oración.

Otra definición, según la gramática tradicional: “Parte de la oración que expresa una acción o un estado bajo una forma variable, según las disposiciones del sujeto que habla.” (Pequeño Larousse Ilustrado.)

De la categoría verbo se han dado numerosas definiciones, pero pocas resultan satisfactorias. La definición tradicional (“palabra que expresa estado, acción o pasión”) es inadecuada e imprecisa (véanse las críticas de Bello en su Gramática, Nota 2: “Definición del verbo”). La que hemos ofrecido más arriba en primer lugar, aunque no es la mejor, resulta más ajustada a los hechos.

Paradójicamente, a pesar de las dificultades que han tenido los gramáticos para delimitar conceptualmente el verbo, esta categoría es, al menos en la lengua española, la más fácil de identificar en el discurso.

El verbo español tiene estos accidentes: persona, número, tiempo, modo, y según la tradición gramatical, también voz. El conjunto de todas las formas verbales, que resultan de expresar esos accidentes, se llama conjugación.

En nuestra lengua hay tres tipos de conjugación, llamados primera conjugación, segunda conjugación y tercera conjugación (se distinguen por las terminaciones o desinencias de las formas verbales).

Sus modelos son, respectivamente, amar, temer y partir. Si un verbo se ajusta exactamente a uno esos modelos, se llama regular. Si no, se denomina irregular.

Se llama verbo finito o forma personal a toda forma de un verbo en la que puedan reconocerse, por sus desinencias, los accidentes de persona, número, tiempo y modo. Así, escribo es un verbo finito porque en él puede reconocerse la primera persona de singular (“yo”) de presente de indicativo.

Por tradición, se incluyen dentro de los verbos ciertas formas que pueden considerarse híbridas porque participan de la naturaleza verbal y, a la vez, de la de otras categorías. Son las formas llamadas infinitivo (amar, temer, partir), gerundio (amando, temiendo, partiendo) y participio (amado, temido, partido). En conjunto, reciben varios nombres: formas no personales del verbo, derivados verbales, o más recientemente, verboides. Volveremos sobre ellas más adelante.

Como ejercicio, identifiquemos los verbos que aparecen en esta definición y comentario.

  1. b) SUSTANTIVO

El sustantivo es una palabra con la que se nombra un ser o una cosa.

Otra definición: “Cualquier palabra que designa un ser u objeto”. (Pequeño Larousse Ilustrado.)

La función básica del sustantivo es ser sujeto de un verbo: El alumno aprende. Sus otras funciones son objeto directo, objeto indirecto y término de preposición.

En general, podemos decir que toda palabra a la cual pueda preceder un artículo es un sustantivo. Si, llevando artículo, no lo es, se trata entonces de una expresión sustantivada.

Nótese que las palabras verbo, pronombre, adverbio, preposición, conjunción e interjección son sustantivos. Las palabras sustantivo y adjetivo son, propiamente, adjetivos sustantivados, pues provienen de las expresiones nombre sustantivo y nombre adjetivo.

Como ejercicio, identifiquemos los sustantivos o expresiones sustantivadas que aparecen en esta página.

  1. c) ADJETIVO

El adjetivo es una palabra que precisa el significado de los sustantivos o de expresiones sustantivadas, calificándolos, especificándolos o determinándolos. Dicho de otro modo, es el modificador propio y directo de los sustantivos.

Otra definición: “Palabra que se agrega a un sustantivo para designar una cualidad o determinar o limitar la extensión del mismo.” (Pequeño Larousse Ilustrado.)

La gramática tradicional distingue entre los adjetivos calificativos (denotan cualidad: bueno, malo, grande, pequeño, alto, bajo, gordo, flaco, negro, blanco, lento, veloz, externo, interno, útil, inútil…) y los adjetivos determinativos (no denotan cualidad: este, ese, aquel, alguno, ninguno, cualquiera, mío, tuyo…, los numerales: uno, dos, tres…, primero, segundo, tercero…).

Una terminología más reciente reserva el nombre de adjetivos a los calificativos, y llama determinantes conjuntamente a los determinativos y a los artículos.

En español, es muy frecuente callar el sustantivo y expresar solo el adjetivo que a él se refiere: el blanco (por el hombre blanco); la venezolana (por la mujer venezolana); el Pacífico (por el océano Pacífico); una pequeña (por una niña pequeña); la Inconclusa (por la sinfonía Inconclusa). Se dice entonces que el adjetivo está sustantivado. También es posible usar un sustantivo como adjetivo: un perro pastor; el hombre lobo; la llave maestra. Se dice entonces que el sustantivo se ha adjetivado.

Como ejercicio, identifíquense los adjetivos que aparecen en esta página.

  1. d) ARTÍCULO

El artículo es una palabra que se antepone a los sustantivos o expresiones sustantivadas para anunciar su género y número, y para señalarlos como conceptos determinados o indeterminados en el pensamiento.

Otra definición: “Parte de la oración que se antepone al nombre para determinarlo.” (Pequeño

Larousse Ilustrado.)

Los artículos españoles son:

  • Determinados, determinantes o definidos: el, los (masculinos), la, las (femeninos), lo (neutro).
  • Indeterminados, indeterminantes o indefinidos: un, unos (masculinos), una, unas (femeninos).

Otra función característica del artículo es sustantivar la palabra o frase a la cual se antepone: la constituyente; el mañana; me dio el sí; el fumar; más vale un quizás que un nunca; escribir un “te quiero”.

Para ciertos autores (p. ej., Bello) los artículos son una clase de adjetivos demostrativos.

  1. e) PRONOMBRE

El pronombre es una palabra que sustituye a un sustantivo o a una expresión sustantivada para evitar su repetición, o para no mencionarlo por su nombre o designación específicos.

Otra defin ición: “Palabra que hace las veces del nombre y toma el género y número de éste.”

(Pequeño Larousse Ilustrado.)

A pesar de las definiciones que hemos ofrecido, la consideración del pronombre como mero sustituto de un sustantivo (o de una expresión sustantivada) que se ha mencionado en el discurso, resulta inadecuada a la luz de la gramática moderna. Véanse las críticas a las definiciones tradicionales en: A. Alonso y P.

Henríquez Ureña, Gramática castellana: primer curso, nota final III.

Hay diversas clases de pronombres:

  • Personales: yo, tú, él, nosotros, me, mí, te, ti, nos, lo, la, se…
  • Posesivos: mío, tuyo, suyo, nuestro… (También son adjetivos.)
  • Demostrativos: este, ese, aquel. (También son adjetivos.)
  • Indefinidos: alguien, alguno, algo, todo, mucho, varios, cualquier(a), nadie, ninguno, nada… (Con excepción de alguien, algo, nadie y nada, también son adjetivos.)
  • Relativos: que, quien, el cual, cuanto, cuyo. (Cuyo es además adjetivo posesivo.)
  • Interrogativo-exclamativos: qué, quién, cuál, cuánto. (Qué, cuál y cuánto son también adjetivos

interrogativo-exclamativos.)

Como se ve, muchos pronombres funcionan también como adjetivos, y por esta razón, en la gramática tradicional se les llama a menudo pronombres adjetivos o adjetivos pronominales.

La gramática moderna llama determinantes a las palabras que siempre o habitualmente se anteponen a los sustantivos o a expresiones sustantivadas. Son, pues, determinantes los artículos, los posesivos, los demostrativos y los indefinidos que también son adjetivos.

Para ciertos autores (p. ej. Bello), los pronombres son una clase particular de sustantivos.

El sustantivo, el adjetivo, el artículo y el pronombre comparten los mismos accidentes: género y número. Por ello, a menudo reciben la designación conjunta de categorías nominales.

  1. f) ADVERBIO

El adverbio es una palabra que precisa el significado de los verbos, los adjetivos y otros adverbios.

Dicho de otro modo, el adverbio es el modificador propio y directo del verbo y de cualquier otro modificador, es decir, de cualquier otra palabra o expresión que no sea sustantivo o frase sustantivada.

Otra definición: “Parte de la oración que modifica la significación del verbo, del adjetivo o de otros adverbios.” (Pequeño Larousse Ilustrado.)

Hay diversas clases de adverbios:

  • De modo: bien, mal, así, casi todos los terminados en -mente.
  • De lugar: aquí, ahí, allí, acá, allá, arriba, abajo, dentro, fuera, delante, detrás…
  • De tiempo: ahora, entonces, antes, después, hoy, ayer, mañana, siempre, nunca…
  • De cantidad: más, menos, tanto, algo, nada, además, también.
  • De afirmación: (atención: con tilde), ciertamente, indudablemente.
  • De negación: no, nada, tampoco.
  • De duda: quizá(s), acaso.
  • Relativos: como (de modo), cuando (de tie mpo), cuanto (de cantidad), donde (de lugar).
  • Interrogativos: qué, cómo, cuándo, cuán(to), dónde.

Varios adjetivos, en su forma masculina singular, se usan también como adverbios: mucho, poco, nada, algo, bastante, más, medio, recio, rápido, lento, alto, bajo, quedo, harto, duro, fácil… Siendo adverbios, son invariables (p. ej. mucho más grandes, medio dormida, hablaron quedo, corrimos rápido).

Existen también frases, modos o locuciones adverbiales, es decir, conjuntos de palabras que cumplen la función de un adverbio. Ejemplos: a la ligera, a lo mejor, a quemarropa, a rajatabla, a granel, a ciegas, a tientas, a veces, de golpe, de repente, de pronto, de puntillas, de vez en cuando o de cuando en cuando, de cabo a rabo, día tras día, en balde, en seguida, poco a poco, por lo menos, sin cesar, sin ton ni son, tal vez.

La mayoría de estas frases son complementos preposicionales (véase más adelante).

  1. g) FORMAS NO PERSONALES DEL VERBO

Como se ha mencionado más arriba, se incluyen tradicionalmente entre los verbos ciertas palabras que reciben el nombre de formas no personales, derivados verbales o verboides. Su característica común es que, a diferencia de un verbo personal o finito, no pueden indicar por sí solas las personas gramaticales (primera, segunda y tercera), y en consecuencia, no pueden ser nunca el núcleo de un predicado (al menos no del predicado de una oración principal).

Las formas no personales son de naturaleza híbrida. Por una parte, tienen ciertas cualidades verbales (como a los verbos propiamente dichos, puede atribuírseles un sujeto o un objeto gramatical o lógico, y pueden ser modificadas por un adverbio o una frase adverbial). Por otra parte, participan de las cualidades de otras categorías:

El infinitivo (amar, temer, partir) es la forma sustantiva del verbo, un “verbo sustantivo” o sustantivo verbal, puesto que puede cumplir cualquier función propia de un sustantivo (sujeto, objeto directo o indirecto, término de preposición): Comer es necesario, pues debemos alimentarnos para vivir.

El gerundio (amando, temiendo, partiendo) es la forma adverbial del verbo, un “verbo adverbio” o un adverbio verbal, ya que cumple ordinariamente la función de modificar a un verbo: aprendemos estudiando; salió corriendo; llegando a casa, me tropecé.

El participio (amado, temido, partido) es la forma adjetiva del verbo, un “verbo adjetivo” o adjetivo verbal, porque puede modificar a un sustantivo: dinero prestado; querida amiga; años perdidos. Además, con el verbo haber, forma los tiempos compuestos de la conjugación: he amado, has temido, ha partido.

  1. h) PREPOSICIÓN

La preposición es una palabra que antepone generalmente a los sustantivos, a otras categorías nominales o a expresiones sustantivadas para formar complementos de diversos tipos, o para subordinar un término a otro.

Otra definición, según la gramática tradicional: “Parte invariable de la oración que une palabras denotando la relación que tienen entre sí.” (Pequeño Larousse Ilustrado.)

He aquí la lista de las preposiciones españolas en orden alfabético:

a

ante

bajo

con

contra

de

desde

en

entre

hacia

hasta

para

por

según

sin

sobre

tras

La gramática tradicional menciona las anteriores diecisiete y agrega dos más que son anticuadas, es decir, no se usan en la lengua contemporánea: cabe (= junto a) y so (= debajo de, limitada hoy a pocas frases hechas: so capa de, so pretexto de). Así pues, según la gramática tradicional, el español tiene diecinueve preposiciones, pero hay otros vocablos que bien pueden añadirse a la lista: durante, mediante, excepto, salvo, incluso.

Existen frases o locuciones prepositivas, es decir, conjuntos de palabras que cumplen la función de una preposición. Ejemplos: a excepción de, a pesar de, a través de, delante de, detrás de, encima de, debajo de, de acuerdo con, conforme a, con respecto a, con relación a o en relación con, a fin de, junto a, junto con, sobre la base de, en comparación con, por medio de.

El vocablo o la expresión que sigue a una preposición se llama término de la preposición. Por ejemplo, en la frase con sinceridad, “sinceridad” es el término de la preposición con. Generalmente el término de una preposición es un sustantivo o expresión sustantivada, pero también pueden serlo un adjetivo o un adverbio: por cierto, desde aquí.

El conjunto formado por la preposición y su término recibe a menudo el nombre general de complemento, y más específicamente, complemento prepositivo o preposicional. Así, la frase con sinceridad es un complemento preposicional.

Los complementos pueden cumplir función adjetiva (un libro de ortografía; el hombre sin camisa) o adverbial (hablar con sinceridad; sin duda malo). El complemento con función adjetiva recibe el nombre particular de complemento especificativo o complemento de especificación, sobre todo si es introducido por la preposición de (libro de ortografía; el computador de mi hermana). El complemento con función adverbial recibe el nombre de complemento circunstancial si modifica a un verbo.

  1. i) CONJUNCIÓN

La conjunción es una palabra que se emplea para unir conceptualmente vocablos, frases u oraciones.

Otra definición: “Palabra invariable que sirve para ligar las palabras o las proposiciones.” (Pequeño

Larousse Ilustrado.)

Hay varias clases de conjunciones:

  • Copulativas: y (e delante de i- / hi-), ni.
  • Adversativas: pero, mas (atención: sin tilde), sino; sin embargo, no obstante.
  • Disyuntivas: o (u delante de o- / ho- ), bien… bien, ya… ya, sea… sea.
  • Distributivas: ora… ora, ya… ya.
  • Ilativas o consecutivas: conque (una sola palabra), pues, luego, entonces, así que, por (lo) tanto, por consiguiente.
  • Concesivas: aunque, si bien, aun cuando, a pesar de que.
  • Causales: pues, porque, como, puesto que, dado que, ya que.
  • Finales: para que, a fin de que, con objeto de que.
  • Condicionales: si (atención: sin tilde), como, en caso de que.
  • Temporales: antes que, después que, luego que, cuando.
  • Anunciativas: que, si (sin tilde).

Nótese que, por tradición, se acostumbra incluir entre las conjunciones las que son propiamente frases, modos o locuciones conjuntivas, es decir, conjunto de dos o más palabras que cumplen la función de una conjunción. Varias de estas frases son, como se ve, complementos preposicionales.

Según la gramática tradicional, toda palabra o frase que esté uniendo dos frases u oraciones es una conjunción. Las copulativas, adversativas, disyuntivas, distributivas e ilativas reciben el nombre general de conjunciones coordinantes. Las demás se denominan conjunciones subordinantes (véase la tabla de las páginas 9 y 10).

En realidad, solo deberían incluirse en la categoría de las conjunciones aquellas palabras que sirven para unir dos palabras, dos frases o dos oraciones que cumplen la misma función en el discurso: dos sujetos de un mismo verbo, dos adjetivos del mismo sustantivo, dos complementos del mismo sustantivo o del mismo verbo, dos adverbios que modifiquen al mismo verbo, dos verbos de un mismo sujeto, dos oraciones principales, dos oraciones subordinadas a la misma oración principal…

Así pues, las conjunciones propiamente dichas son las copulativas, las adversativas (excepto las compuestas), las disyuntivas, las distributivas, las consecutivas (excepto las compuestas) y las concesivas (excepto las compuestas). Las demás son, en realidad, complementos preposicionales, adverbios con complementos, o adverbios relativos (hay incluso una forma verbal: sea); pero todos estos, por tradición, se incluyen en las listas de conjunciones que dan las gramáticas escolares.

La palabra que (en oraciones como “Me dijo que era maestro”, “Te pedí que me ayudaras”), llamada por Bello “que anunciativo”, es de una clase muy especial, no reconocida por la gramática escolar y tradicional, y que por sí sola podría formar una categoría aparte: es un nominalizador o sustantivador , es decir, una partícula cuya función es dar carácter de nombre o sustantivo a oraciones o proposiciones (véase el capítulo II, sección 6: Las oraciones subordinadas, 1. Oraciones sustantivas o completivas).

Se debe recordar que la partícula que puede desempeñar funciones diversas según la oración en la cual aparezca; por ejemplo:

  • En El profesor que usa lentes, que es un pronombre relativo: se refiere al sintagma [= grupo coherente de palabras] el profesor, y lo sustituye funcionando como sujeto del verbo usa.
  • En Vámonos, que el profesor no vendrá hoy, que es una conjunción causal: equivale a pues o porque.
  • En El profesor es menos paciente que sus alumnos, que es una conjunción comparativa: establece una comparación entre el profesor y los alumnos con respecto a la cualidad de ser paciente.
  • En El profesor dijo que no vendría hoy, que es una conjunción anunciativa o, mejor dicho, un nominalizador : indica que la oración no vendría hoy está cumpliendo la función de un nombre o sustantivo (es el objeto directo del verbo dijo).

Asimismo, el que anunciativo aparece formando parte de numerosas frases conjuntivas: para que, después que, ya que, porque, etc.

La gramática moderna llama enlaces, nexos, nexivos, conectores o conectivos a las preposiciones, las conjunciones y ciertos adverbios, pues su función común y genérica es enlazar conceptos o enunciados en

el discurso.

  1. j) INTERJECCIÓN

Palabra que expresa una emoción más o menos repentina.

Otra definición: “Parte de la oración que comprende las exclamaciones con que se expresan los movimientos del ánimo, como ¡ah!, ¡bravo!” (Pequeño Larousse Ilustrado.)

Puede darse la siguiente lista de interjecciones: ah, eh, oh, ay, ey, uy, epa, bueno, bien, caramba, ojalá, bravo, viva… Nótese que entre ellas se incluyen vocablos cuya función original es otra.

Frecuentemente aparecen escritas entre signos de exclamación.

Para algunos gramáticos, la interjección no es propiamente una parte de la oración, sino una especie de “oración condensada”.

Como se ha visto, las nueve categorías tradicionales que hemos mencionado pueden dividirse en dos grandes grupos:

 

  1. PALABRAS VARIABLES (tienen accidentes gramaticales): SUSTANTIVO, ADJETIVO, ARTÍCULO,

PRONOMBRE, VERBO.

  1. PALABRAS INVARIABLES (no tienen accidentes gramaticales): ADVERBIO , PREPOSICIÓN,

CONJUNCIÓN, INTERJECCIÓN.

  1. NÚCLEOS, MODIFICADORES Y NEXOS

El sustantivo y el verbo son las palabras principales del sujeto y del predicado, respectivamente. Por tanto, reciben el nombre de núcleos.

El adjetivo precisa o modifica el significado del sustantivo; y el adverbio, el significado del verbo.

Son, pues, modificadores de los núcleos.

El artículo y los adjetivos determinativos o pronominales son también modificadores del sustantivo y reciben el nombre especial de determinantes.

Las preposiciones y conjunciones son nexos o conectores de núcleos y modificadores.

PARA SABER MÁS :

Alarcos Llorach, Emilio (1994). Gramática de la lengua española. Madrid: Real Academia Española y

Espasa Calpe. Véase Las unidades en el enunciado, capítulos V-XVIII.

Alonso, Amado, y Pedro Henríquez Ureña (c. 1977). Gramática castellana: primer curso. 28.a ed.

Buenos Aires: Editorial Losada. Véanse: Lección IV: El sustantivo y el verbo en la oración; Lec.

V: Articulaciones del sujeto; Lec. VIII: Articulaciones del predicado; Lec. XI: Pronombres personales; Lec. XII: Pronombres relativos e interrogativos; Lec. XIII: Los pronombres indefinidos y el artículo; Lec. XIV: El verbo y sus accidentes; Notas Finales: III. El pronombre.

Basulto, Hilda (1996). Mensajes idiomáticos 2: ¡Aplique la gramática! México: Trillas. Véase el Cap.

I: ¿Reconoce usted las funciones gramaticales?

Bello, Andrés (1847/1981). Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. 2.a ed. facsimilar. Caracas: La Casa de Bello. Véanse: Capítulo II: Clasificación de las palabras por sus varios oficios; Capítulo XX: Derivados verbales; Capítulo XXII: Estructura de la oración; Nota 1:

Clasificación de las palabras; Nota 2: Definición del verbo; Nota IX: De los derivados verbales.

González Araña, Corina, y Carmen Herrero Aísa (1997). Manual de gramática española. Madrid:

Editorial Castalia. Véase Primera Parte: La palabra, cap. III. Clases de palabras.

Moreno Aguilar, Arcadio (1985). Entienda la gramática moderna. México: Larousse. Véanse los capítulos 13-29.

Munguía Zatarain y otros (1998). Gramática práctica de la lengua española. México: Ediciones Larousse.

Núñez Ladevéze, Luis (1995). Introducción al periodismo escrito. Barcelona (España): Editorial Ariel.

Véase el cap. 13. Clasificación de las palabras.

Real Academia Española (1973). Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa

Calpe. Véase Segunda Parte: Morfología.

Seco, Manuel (1996). Gramática esencial del español. 4.a ed. Madrid: Espasa Calpe. (Biblioteca El

Nacional, 4). Véanse los capítulos 7-13.

 

TABLA RESUMEN DE LAS PALABRAS Y SUS FUNCIONES GRAMATICALES

CATEGORÍA FUNCIÓN

GENERAL

FUNCIONES ESPECÍFICAS EJEMPLOS

Verbo Núcleo Es el predicado por excelencia El alumno estudia

  • Sujeto (función básica) El alumno estudia
  • Objeto directo Estudiar gramática
  • Objeto indirecto Enseñar gramática al alumno

Sustantivo Núcleo

  • Término de preposición, o núcleo de este término

Libro de gramática.

Para un buen alumno.

Con la profesora.

Adjetivo Modificador Precisa el significado de los sustantivos o expresiones sustantivas

Alumna aplicada.

El profesor severo.

  • Anuncia el género y el número de los sustantivos

El alumno.

Las profesoras.

  • Señala los conceptos en el pensamiento como determinados o indeterminados

El profesor (determinado).

Unos alumnos (indeterminados).

Artículo Modificador

(Determinante)

  • Da carácter sustantivo a la palabra o frase que sigue

El ayer.

El sí de mi novia me parece un tal vez.

Adverbio Modificador Precisa el significado del verbo y de otros modificadores

Escribir bien.

Muy estudioso.

Sumamente mal.

Preposición Nexo Introduce complementos

Libro de gramática.

Un cuaderno para la alumna.

Estamos con un profesor.

Lean sin prisa.

  • Enlaza palabras de la misma categoría o sintagmas con la misma función (conjunciones propias o coordinantes)

Alumnos y profesores.

Blanco o negro.

No estudia ni trabaja.

Un libro útil pero costoso.

Conjunción Nexo

  • Introduce oraciones subordinadas (conjunciones impropias o subordinantes)

Estudio porque quiero aprender.

Te traje un cuaderno para que escribas.

LA ORACIÓN GRAMATICAL

LA ORACIÓN GRAMATICAL

Imagen

CONSTITUYENTES DE LA ORACIÓN (S.N y S.V):

Los constituyentes inmediatos de la oración, es decir los que son necesarios son: el Sintagma Nominal y el Sintagma Verbal, cuyas funciones son de sujeto y predicado respectivamente. Debe darse siempre una concordancia de persona y número entre los núcleos de estos dos sintagmas. Así pues en toda oración (excepto unimembres e impersonales) existen estas dos funciones.

 

Sintagma: es el producto de una relación de interdependencia gramatical establecida entre dos signos léxicos que pertenecen a dos categorías que se complementan entre sí.

Sintagma Nominal: El Sujeto puede ser persona, animal o cosa, que a su vez puede realizar, experimentar en si o padecer la acción verbal.

El sujeto de persona puede ser: – Activo agente

– Activo no agente o factitivo

– Experimentador transitorio

– Experimentador permanente

– Paciente

– Sede

Sintagma Verbal:

El predicado significa estructuralmente el proceso que ejecuta, recibe o experimenta el sujeto.

A veces formamos oraciones en que aparentemente faltan elementos, ello ocurre porque son evidentes, porque ya han sido dichos o por estar presentes en la situación. Las oraciones que realmente carecen de sujeto son las oraciones impersonales. Hay dos tipos:

  • Oraciones que se construyen con el morfema se impersonal.
  • Oraciones con verbos que significan fenómenos de la naturaleza (llover, nevar…), o que no permiten la alteración de sus morfemas de persona y número (haber – hay).

MODALIDADES ORACIONALES

Las oraciones pueden clasificarse desde el punto de vista semántico o según criterios estructurales.

Desde el punto de vista semántico:

  • Enunciativas: Exponen que algo sucede, ha sucedido o sucederá. Afirmativas o negativas.
  • Interrogativas: Preguntar directa o indirectamente. A veces se usan para pedir algo, para regañar o como ironías.
  • Exclamativas: Comunican algo expresando con intensidad el sentimiento del hablante.
  • Imperativas o exhortativas: Expresan ruego o mandato.
  • Dubitativas: Expresan duda
  • Desiderativas u optativas: Expresan un deseo del hablante.

Los valores semánticos que diferencian una oración de otra según el esquema anterior son:

  • Modo: Morfema verbal que indica la actitud del hablante ante el enunciado de la oración.
  • Modo de acción: Significado propio, implícito del verbo.
  • Modalidad: Intencionalidad del hablante. Se manifiesta en la entonación.
  • La terminología tradicional: oración simple/compuesta
  • Son oraciones simples aquellas que tienen un único predicado (aunque tenga más de un sujeto)
  • Son compuestas o complejas aquellas que contienen más de un predicado.
  • ·  Sujeto y predicado
  • ·  El sujeto gramatical
  • ·  El sujeto semántico
  • ·  El sujeto psicológico
  • ·  Oraciones impersonales
  • ·  Modalidad
  • Según la clase de palabra que constituya el núcleo, será nominal, verbal, adverbialSintagma preposicional si va precedido de preposición. Un sintagma verbal puede por sí solo constituir una oración.

 

ORACIÓN GRAMATICAL

Llámase oración gramatical la reunión de varias palabras, y a veces una sola, con que ponemos de manifiesto un concepto cabal, cuyos elementos esenciales son el sujeto, que representa la persona, animal o cosa de que se dice algo, y el predicado, que es lo expresado referente al sujeto.

En efecto, si decimos:

En arca abierta, el justo pesca;

Ven;

Tanto en el primero como en el segundo ejemplo, representamos un sentido completo y, por lo mismo, enunciamos una oración en cada caso.

Si, en cambio, decimos:

En arca abierta, el justo.

A pesar de haber reunidas cinco palabras, no componemos oración alguna, porque no es expresión de concepto global, ya que falta el predicado, que es el que dice algo referente al sujeto.

Ello no significa que forzosamente haya de estar explícito el predicado. Por elipsis puede ir tácito y sobrentenderse, igual que sucede con el sujeto.

 

ESTRUCTURA Y CARACTERÍSTICAS

Son oraciones simples las que tienen un sujeto y un predicado. En ellas hay una sola acción. Analicemos el siguiente ejemplo:

Los niños juegan tenis.

Separaremos sujeto y predicado de ella. Para eso, subrayamos la acción.

Sujeto

predicado

 Los

niños

juegan tenis

Esta es una oración simple; hay un sujeto y un predicado en ella.

 

SUJETO

El sujeto es aquello de lo que se habla en la oración, normalmente representado por un sustantivo pero esto no es en todos los casos, ya que en ocasiones éste está representado por los pronombres.

El Sujeto no siempre debe estar al comienzo de la oración; también puede ubicarse al medio o al final. Tampoco es siempre más corto que el predicado; puede ser de la misma extensión o también más largo.

Núcleo

En el sujeto, lo relevante es que siempre tiene una palabra más importante, que es la central. Se le denomina núcleo (N.S.), y es la palabra más importante del sujeto, porque nombra directamente a la persona, animal o cosa de la que se está hablando.

ejemplo:

Sujeto

Predicado

[Los

pingüinos]
N.S.

[viven en el Polo.]
verbo

En esta oración, el verbo es: viven.

Se hizo la pregunta: ¿Quiénes viven (en el Polo)?

La respuesta es: Los pingüinos, que es el sujeto.

Lo demás es el predicado.

La palabra pingüinos es la más importante del sujeto, porque nombra directamente a los animales de los cuales se habla. Por eso, la señalamos con una N y una S, lo que quiere decir núcleo del sujeto.

Más de un núcleo

Existen ocasiones en las que el sujeto tiene dos o más palabras que son las más importantes, porque señalan directamente las personas, animales o cosas de las que se habla.  Esto ocurre, por ejemplo, en la oración:

Nicolás y Daniela tienen una hija.

El verbo es tienen.

Entonces, preguntamos: ¿Quiénes tienen (una hija)?

La respuesta es: Nicolás y Daniela, que corresponde al Sujeto.

Sin embargo, no podemos decir que Nicolás sea el núcleo, ni tampoco Daniela, ya que se habla de ambos. No se puede ignorar a ninguno, por lo tanto, se trata de un sujeto con dos núcleos, y el análisis quedaría así:

Sujeto

Predicado

[Nicolás y N.S.

Daniela]
N.S.

[tienen una hija.]
verbo

Los determinantes

Existen oraciones que poseen sujetos en los cuales hay solo una palabra, que obviamente será, a la vez, la palabra núcleo. Sin embargo, la mayoría de los sujetos tienen más palabras, aparte del núcleo (o núcleos).

Suele haber otras palabras que se denominan determinantes, y que cumplen la función de acompañar a la palabra núcleo, y de entregarnos más información acerca de ella.  ejemplo:

Sujeto

Predicado

[Una paloma blanca]
N.S.

[hizo un nido en el árbol.]
verbo

Según lo que podemos observar en el análisis, en esta oración bimembre

el verbo es: hizo»

el sujeto: Una paloma blanca

y el predicado: hizo un nido en el árbol.

Vemos que el núcleo del sujeto es la palabra: paloma, ya que denomina al animal de quien se habla en este caso. También, tenemos que hay dos palabras determinantes, que son: una y blanca. Desde ellas se han trazado una flechas hacia el núcleo, ya que con esas flechas indicamos a qué palabra están acompañando y determinando.

Estas palabras nos entregan información acerca de la paloma: una nos

dice que se trata de una sola paloma; y blanca, cuál es el color del ave.

Los modificadores del sujeto son subestructuras subordinadas al núcleo del sujeto.

Los modificadores del sujeto pueden ser directos o indirectos. Son modificadores directos los que van unidos al núcleo del sujeto sin preposiciones. Esta función de modificador directo sólo puede ser realizada por adjetivos o cualquier palabra que realice esta función adjetiva.

Los modificadores indirectos se componen siempre de enlace y término, generalmente el enlace es una preposición propia.

El artículo es un modificador directo del núcleo del sujeto por lo tanto se adjetiva y se antepone al sustantivo para determinar su género y su número. Los artículos se clasifican en: determinados, indeterminados y contractos.

Artículos determinados (en latín articulus, en griego árthron):

Femenino: la, las

Masculino: el, los

Singular: el, la

Plural: las, los

Neutro: lo

Artículos indeterminados:

Femenino: una, unas

Masculino: uno, unos

Singular: una, un

Plural: unas, unos

Artículos contractos: al, del

El y un pueden anteponerse a nombres femeninos cuya primera sílaba empiece con a o ha si estas sílabas llevan acento prosódico (no escrito).

Otro modificador directo del núcleo del sujeto es la aposición, la cual esta subordinada al núcleo del sujeto y lleva un sustantivo como núcleo. Nunca va encabezada por preposición. Puede cambiar de función con el núcleo del sujeto. Se escribe entre comas.

PREDICADO

El predicado es lo que se dice sobre el sujeto y está formado por un núcleo y sus modificadores; éste al igual que el sujeto se puede encontrar al principio, en medio o bien dividido a lo largo del enunciado. Para encontrar al predicado dentro de la oración se debe de hacer la pregunta ¿Qué? y lo que responda a esta pregunta es el predicado.

Predicado verbal y predicado nominal

Se da el nombre de predicado a la palabra o palabras que expresan lo que se afirma o niega del sujeto. Por esta razón, pueden ser predicados: el verbo atributivo, el nombre substantivo, el adjetivo o participio y aun el adverbio de modo o expresión adverbial; la sopa quema; mi hijo es ingeniero; el niño está fuerte; o el niño está cansado; ese hombre fue siempre así; sus costumbres son a la española.

Las palabras que dicen o expresan algo del sujeto son: quema, ingeniero, fuerte, cansado, así y a la española, que hacen, respectivamente, de predicado verbal en el primer caso, y de predicado nominal, en los restantes.

ingeniero, sustantivo

fuerte, adjetivo

cansado, participio

así, adverbio en oficio de adjetivo

Otros elementos nominales predicativos

Aparte los predicados nominales de que acabamos de hablar, que dan la significación atributiva a las oraciones de los verbos propiamente copulativos ser y estar, existen otros elementos nominales predicativos cuya misión es la de precisar más la significación del sujeto a la vez que la del predicado. La Gramática de la Academia Española los denomina predicados de complemento o adjetivos predicativos, los cuales, completando la idea de un predicado verbal, conciertan con el sujeto, pero, al mismo tiempo, modifican la significación del verbo como un adverbio.

Se construyen con verbos transitivos:

José Luis estudia afanoso (afanosamente) la lección;

Con verbos intransitivos

José Luis camina ágil (ágilmente) por el monte;

Con expresión reflexiva indirecta (transitiva o intransitiva):

José Luis se llevó las manos a la cabeza desesperado (desesperadamente)

José Luis se fue apresurado (apresuradamente) a la escuela.

De la misma manera, los complementos directos admiten como elemento predicativo un adjetivo, un participio, un substantivo y hasta un infinitivo en equivalencia de substantivo, los cuales se refieren , a la vez, al verbo y al acusativo. La Gramática de la Academia española los llama predicados del complemento. En las reflexivas transitivas, igualmente conciertan siempre con el acusativo, aunque éste sea el pronombre reflejo.

Ejemplos:

Manuel encontró enfermo a su hermano

El pueblo eligió alcalde a Carlos

Tu padre se llevó confundidas las gafas

Juan se ve arruinado

siento repicar las campanas.

Los complementos predicativos enfermo, adjetivo; alcalde, substantivo; confundido y arruinado, participios; y repicar, infinitivo (equivalente a repicantes) conciertan con el complemento directo. Son objetivos, pero afectan también a la significación de los verbos encontró, eligió, llevó, ve y siento.

Al igual que el sujeto el predicado está formado por subestructuras llamadas núcleo y modificadores.

Los modificadores del predicado pueden ser objeto directo, objeto indirecto y complemento circunstancial. El objeto complementa el sentido del verbo.

El objeto directo es la parte del enunciado en que recae directamente la acción del verbo. Para que se encuentre fácilmente el objeto directo de un enunciado, le preguntamos al verbo ¿Qué? y la respuesta nos dará el complemento directo. Este puede sustituirse por los pronombre: la, las, lo, los.

La oración compuesta es aquélla que está formada por dos o más proposiciones.

Las proposiciones que forman parte de una oración compuesta pueden estar relacionadas de dos formas:

• Por coordinación

• Por subordinación.

A) ORACIONES COMPUESTAS POR COORDINACIÓN

Los sintagmas están coordinados cuando están unidos en condición de igualdad ( sin subordinarse uno a otro)

Los perros y los gatos

El aire puro, las flores, los pajarillos.

O Juan o Pedro.

Es bueno, honrado y trabajador.

De la misma forma las proposiciones que forman una oración compuesta están coordinadas cuando están unidas en condición de igualdad. En la coordinación cada elemento es externo al otro; no está incluido en otro. Ejemplos podrían ser:

Los niños juegan y aprenden

Los ancianos se recrean y los niños aprenden

Juan toca el piano, pero nadie entiende sus composiciones

B) ORACIONES COMPUESTAS POR SUBORDINACIÓN

Dos o más sintagmas están unidos por subordinación cuando uno tiene distinto nivel sintáctico que otro. Esto puede reconocerse porque uno desempeña distinta función que el otro:

Los perros de caza

El aire puro de las montañas

Dos o más proposiciones están unidas por subordinación cuando están unidas en condición de desigualdad por tener distinta categoría sintáctica.  Por ejemplo:

Los niños juegan cuando tienen tiempo.

Juan toca el piano que le ha prestado su hermano.

 

De las dos o más proposiciones que forman una oración compuesta por subordinación, una se denomina proposición principal, y la otra u otras proposiciones subordinadas.

Pues bien: La subordinada es un elemento, una parte, de la principal; está incluida en ella ( y no en condiciones de igualdad como sucedía en la coordinación).

El criterio que podemos utilizar para distinguir las proposiciones coordinadas de las subordinadas puede ser el siguiente:

• Las proposiciones coordinadas son externas otra: van unidas como los vagones de un tren, todas juntas pero separadas e independientes (un tren lleva un vagón correo, coches cama, de pasajeros, bar, etc., pero todos forman un conjunto [el tren] que equivale a la oración compuesta)

• En las proposiciones subordinadas, una está incluida en otra: se trataría de un camión de transporte de coches; dentro de él viajan los coches, camiones, etc., salidos de fábrica. También forman un conjunto, pero no son independientes ni externos, sino que los coches – proposiciones subordinadas – necesitan ser transportados por el camión -proposición principal.

 

LAS ORACIONES COMPUESTAS POR COORDINACIÓN: LA YUXTAPOSICIÓN.

En la coordinación todas las proposiciones tienen el mismo nivel sintáctico y son externas unas respecto de otras (recordemos los vagones del tren).

La única diferencia sintáctica que puede haber es ésta: las proposiciones pueden estar enlazadas:

• por medio de nexos

• sin nexos

Si las proposiciones están enlazadas unas a otras sin nexos se llaman yuxtapuestas. Equivaldrían a un tren del metro: los vagones están » pegados» unos a otros sin necesidad de «cables», y se puede pasar directamente de uno a otro.

En las proposiciones yuxtapuestas ( «puestas unas al lado de las otras»), no hay nexos pero hay pausas en el lenguaje hablado, o signos de puntuación inferiores al punto (coma, punto y coma, etc.) en el lenguaje escrito.

Ejemplo:

Unos cantan, otros bailan, todos se divierten.

La yuxtaposición, por lo tanto, no es más que una forma de coordinación sin nexos.

 

LAS ORACIONES COMPUESTAS POR COORDINACIÓN:

CLASIFICACIÓN SEMÁNTICA

Según el significado del nexo que se utilice en la coordinación podemos clasificar estas oraciones en varios tipos que se resumen a continuación:

COPULATIVAS

Conjunciones: Y, E, NI

Significado: Al significado de una proposición se le suma el significado de la otra u otras ( copula = suma)

Ejemplos:

Corre y salta

María canta e Isabel baila

DISYUNTIVAS

Conjunciones: O, U, YA … YA, BIEN… BIEN, ORA … ORA

Significado: Se escoge entre dos o más posibilidades. Y el cumplimiento de una proposición excluye el cumplimiento de las demás. Ejemplos:

O vienes a mi casa o me llamas por teléfono

Ya se está riendo abiertamente, ya se muere de pena.

 

ADVERSATIVAS

Conjunciones: PERO, MAS, SINO, SALVO, SIN EMBARGO, NO OBSTANTE

Significado: Lo dicho en una proposición se opone, total o parcialmente, a lo dicho en otra. Ejemplos:

Lee, pero no entiende.

Le advertí, mas no me hizo caso.

ALGUNOS COMPLEMENTOS CIRCUNSTANCIALES SON:

Tipo Abreviatura Pregunta para reconocerlo Ejemplo
CC de lugar CCL ¿Dónde? Ha estacionado la moto allí.
CC de tiempo CCT ¿Cuándo? Iremos a la piscina el lunes.
CC de modo CCM ¿Cómo? No me gusta que contestes así.
CC de causa CCC ¿Por qué? No trabajamos por una huelga.
CC de finalidad CCFin ¿Para qué? Compró quesos para cenar.
CC de compañía CCComp ¿Con quién? Salió a comer con unos amigos.
CC de instrumento CCInstr ¿Con qué instrumento? Cortó el jamón con un cuchillo.
CC de materia CCMat ¿Con qué material? Hizo una escultura con hierro fundido.
CC de cantidad CCCan ¿Cuánto? Aquel año trabajamos mucho.


EJERCICIOS DE DESGLOSE DE ORACIONES COMPUESTAS POR SUBORDINACIÓN SUSTANTIVA Y ADJETIVA EN SUCESIÓN DE ORACIONES AUTÓNOMAS.

1.- Me dijiste que no lo harías más.
2.- (El) que se vaya o no, no nos afecta.
3.- Te prometo que no lo diré.
4.- Permiten que el teléfono suene sin inmutarse.
5.- La causa de que haya tantas nubes es esta altísima temperatura.
6.- Me encontré a la chica con la que hiciste el trabajo.
7.- Se lo diré a los profesores del centro en (los) que confío.
8.- Se lo diré a los profesores del centro, en los que confío.
9.- El Ebro, que es un río caudaloso, hace fértil La Rioja.
10.- Quería ayudarte a ti, que eres su primo.
11.- El asunto de(l) que me hablaste se ha resuelto.
12.- Cómo salieron de allí es un auténtico misterio.
13.- Dime cuán lejos vives.
14.- Dime cómo estás de cómodo.
15.- Dime qué cerca queda la iglesia.
16.- Voy a aquel lugar adonde me recomendaste que fuera.
17.- Voy a donde quiero ir.
18.- Dime a dónde os marcháis.
19.- Te quejas del que te atendió primero.
20.- La cueva por cuya garganta os internasteis ha sido cerrada.
21.- Me sorprendió tu idea de que el abanico es un útil desusado.
22.- Había varias llaves, de las cuales ninguna servía.
23.- Aclárame (como) cuánto vino se derramó.
24.- Topé con el chico con el que hiciste el trabajo.
25.- Ya vi lo tímido que es Juan.
26.- ¿Sabes cómo se hace?
27.- Sé cómo te sentiste tras el incidente.
28.- Esta cuestión de qué se puede hacer en caso de incendio es la nuclear.
29.- No sé a quién le sorprenderá tu aparición repentina.
30.- Me preguntó por quién te cae bien.

. SOLUCIONARIO. [otras maneras de decir lo mismo]

1.- Me dijiste que no lo harías más.
Me dijiste UNA COSA (cv-od).    No lo haré más.

2.- (El) que se vaya o no, no nos afecta.
ESA COSA (suj) no nos afecta.  Se va o no.

3.- Te prometo que no lo diré.
Te prometo UNA COSA (cv-od). No lo diré.

4.- Permiten que el teléfono suene sin inmutarse.
Permiten ESA COSA (cv.od) sin inmutarse. El teléfono suena.

5.- La causa de que haya tantas nubes es esta altísima temperatura.
La causa de ESA COSA (cn-mi) es esta altísima temperatura. Hay muchas/tantas nubes.

6.- Me encontré a la chica con la que hiciste el trabajo.
Me encontré a la chica X (cn-md). Hiciste el trabajo con UNA CHICA (cv-cc de compañía)

7.- Se lo diré a los profesores del centro en (los) que confío.
Se lo diré a los profesores X (cn-md) del centro. Confío en UNOS PROFESORES DEL CENTRO (cv-crv)

8.- Se lo diré a los profesores del centro, en los que confío.
Se lo diré a los profesores del centro, X (cn-md semánticamente explicativo).
Confío en LOS PROFESORES DEL CENTRO (cv-crv)

9.- El Ebro, que es un río caudaloso, hace fértil La Rioja.
El Ebro, X (cn-md semánticamente explicativo), hace fértil La Rioja.
El Ebro (suj) es un río caudaloso.

10.- Quería ayudarte a ti, que eres su primo.
Quería ayudarte a ti, X (cn-md semánticamente explicativo). Tú (suj) eres su primo.

11.- El asunto de(l) que me hablaste se ha resuelto.
El asunto X (cn-md) se ha resuelto. Me hablaste DE UN ASUNTO (cv-crv).

12.- Cómo salieron de allí es un auténtico misterio.
ESA COSA (suj) es un auténtico misterio. Salieron de allí ASÍ / VOLANDO (cv-cc). / [Menos probablemente (por cuestiones semánticas):] Salieron de allí MUY CANSADOS (cv-pvo).

13.- Dime cuán lejos vives.
Dime ESA COSA (cv-od). Vives MUY (c adv) lejos.

14.- Dime cómo estás de cómodo.
Dime ESA COSA (cv-od). Estoy MUY (c adj) cómodo.

15.- Dime qué cerca queda la iglesia.
Dime ESA COSA (cv-od). La iglesia queda MUY (c adv) cerca.

16.- Voy a aquel lugar adonde me recomendaste que fuera.
Voy a aquel lugar X (cn-md). Me recomendaste que fuera A AQUEL LUGAR (cv-cc).

17.- Voy a donde quiero ir.
Voy ALLÍ (cv-cc; según Alarcos Llorach, no nos hallamos ante una subordinada adverbial propia sino ante una adjetiva -al fin y al cabo, está encabezada por un pronombre relativo sin antecedente- nominalizada en la función de cv-cc -como le ocurre a la unidad nominal en «Llegaré esta tarde»-).  Quiero ir ALLÍ (cv-cc).

18.- Dime a dónde os marcháis.
Dime UNA COSA (cv-od). Os marcháis ALLÍ (cv-cc).

19.- Te quejas del que te atendió primero.
Te quejas del X (cv-crv).  Te atendió primero ALGUIEN / ALGUNA PERSONA (suj) .

20.- La cueva por cuya garganta os internasteis ha sido cerrada.
La cueva X (cn-md) ha sido cerrada.  Os internasteis por la garganta DE UN CUEVA (cn-md, pues «cuya» concuerda).

21.- Me sorprendió tu idea de que el abanico es un útil desusado.
Me sorprendió tu idea de ESO/LA VIDA(cn-mi). El abanico es un útil desusado.

22.- Había varias llaves, de las cuales ninguna servía.
Había varias llaves, X (cn-md semánticamente explicativo). Ninguna de las LLAVES (cn-mi) servía.

23.- Aclárame (como) cuánto vino se derramó.
Aclárame ESA COSA (cv-od). Se derramó (como (adv. en función de c adj, ‘aproximadamente’)) MUCHO (Det (adj. cuant.) / cn-md) vino.

24.- Topé con el chico con el que hiciste el trabajo.
Topé con el chico X (cn-md). Hiciste el trabajo con UN CHICO (cv-cc compañía).

25.- Ya vi lo tímido que es Juan.
Ya veo lo tímido X (cn-md; el adjetivo «tímido» necesita sustantivarse mediante artículo «lo» para admitir una relativa como complemento, pues ésta es siempre cn). Juan es TÍMIDO (cv-atrib).

26.- ¿Sabes cómo se hace?
¿Sabes ESA COSA (cv-od)? Se hace ASÍ (cv-cc).

27.- Sé cómo te sentiste tras el incidente.
Sé ESA COSA (cv-od). Te sentiste DEPRIMIDO / FURIOSA (cv-pvo) tras el incidente.

28.- Esta cuestión de qué se puede hacer en caso de incendio es la nuclear.
Esta cuestión de ALGO (cn-mi; cn-mi sí es una función posible para el nombre) es la nuclear.
En caso de incendio se puede hacer ESA COSA (suj).

29.- No sé a quién le sorprenderá tu aparición repentina.
No sé UNA COSA (cv-od). A ALGUNA PERSONA (cv-oi) le sorprenderá tu aparición repentina.

30.- Me preguntó por quién te cae bien.
Me preguntó por UNA COSA (cv-crv). ALGUNA PERSONA (suj) te cae bien.

AFUERA/FUERA

Aunque este post está relacionado con el RÉGIMEN PREPOSICIONAL, el cual no he publicado aún, me preocupa la cantidad de notas incorrectas al respecto. DIDIMO PABON M.  

afuera1

¿Y qué pasa con AFUERA y FUERA?

Como sucede con adelante y delante, las diferencias entre estos dos adverbios –afuera y fuera– apenas si se notan, quizá por ello es que los utilizamos indistintamente, pero no debería ser así: cada uno tiene su función.

Veamos las definiciones:

afuera (De a-1 y fuera).

1. adv. l. Fuera del sitio en que se está. Vengo de afuera. Salgamos afuera.

2. adv. l. En lugar público o en la parte exterior.

3. f. pl. Alrededores de una población.

4. f. pl. Mil. Terreno despejado alrededor de una plaza, para que el enemigo no pueda acercarse sin sufrir el fuego directo de la artillería.

 

¡afuera!

1. interj. U. para hacer que una o varias personas dejen libre el paso o se retiren de algún lugar o cargo.

afuera, o afueras, de:  locs. advs. ants. Además de.

en afuera: loc. adv. ant. A excepción, o con exclusión de algo.

 

carpintero de obra de afuera

 

 

♦ Se usa con verbos de movimiento:
vete afuera. Admite grados:
más, menos, muy, tan afuera.

♦ Se usa con verbos de estado:
la bicicleta se ha quedado afuera.

  1. interj. que se usa para ordenar a alguien que salga de un lugar o deje el camino libre:
    ¡afuera, necesito silencio!
  2. f. pl. Alrededores de una población:
    vive en las afueras.
    ♦ No confundir con fuera. Es incorrecto anteponer la prep. a: *a afuera.

 

fuera.

(De fueras).

Del verbo aforar.

 

1. adv. l. A la parte o en la parte exterior de algo. Está fuera. Me voy fuera.

de fuera.

1. loc. adv. Exteriormente o por la parte exterior.

de fuera a fuera.

1. loc. adj. coloq. Cuba. Dicho del trato entre personas: superficial (‖ aparente).

estar alguien fuera de sí.

1. loc. verb. Estar alterado por la furia.

 

¡fuera!

1. interj. afuera. U. más para denotar desaprobación. U. t. repetida.

2. interj. U. para exhortar o invitar a quitar algo o a alguien de donde está. ¡Fuera gorros! ¡Fuera libros! ¡Fuera corruptos!

 

fuera de.

1. loc. prepos. En lugar distinto a. Comer fuera de casa.

2. loc. prepos. Excepto, salvo. Fuera de eso, pídeme lo que quieras. Te daré todos mis libros, fuera de este. Fuera de estos dos cuadros, los otros valen poco.

3. loc. prepos. Además de, aparte de. Fuera de que pueden sobrevenir accidentes imprevistos.

4. loc. prepos. Con algunos sustantivos, sin. Fuera de sospecha, de peligro.

 

costumbre fuera de ley

motor fuera borda

motor fuera bordo

motor fuera de borda

motor fuera de bordo

 

afuera es:

3ª persona singular (él/ella/usted) presente indicativo

2ª persona singular (tú) imperativo

 

aforar

  1. tr. Calcular la cantidad y el valor de los géneros o mercancías existentes en un depósito para el pago de derechos:
    aforar las existencias de un almacén.
  2. Medir la cantidad de agua que lleva una corriente en una unidad de tiempo:
    aforar una corriente de agua.
  3. Calcular la capacidad de algo:
    han aforado el local.
  4. Dar o tomar, mediante el pago de un canon, alguna heredad:
    aforar una finca.
  5. Dar, otorgar fueros:
    el Rey decidió aforar aquella región.
    Irreg. en la última acepción. Se conj. como contar.

Veamos las diferencias:

1- Afuera es un adverbio que se refiere a movimiento y significa “hacia el exterior del sitio en que se está o de que se habla”.

Fuera es un adverbio que se refiere a lugar y significa “a o en la parte exterior del sitio en que se está o de que se habla”.

 

2 -Afuera da una idea general de alejamiento: “Afuera estaba lloviendo”.

Fuera tiene un sentido de inmovilidad: “Hay un hombre fuera” (¿en qué lugar está?: fuera).

 

3 – Afuera se refiere a la parte de más allá y admite grados:

Afuera de la casa había un sembradío de maíz, y más afuera, un río

Muy afuera de la huerta pasaba el camino

Fuera tiene un significado más preciso con referencia a determinado lugar y puede ir precedido de las preposiciones de, desde, hacia, para y por (como punto de referencia):

La caja era azul por la parte de fuera

Desde fuera de la casa oíamos sus gritos

Miren hacia fuera (del lugar en que se hallan)

Me echaron para fuera (del sitio donde estaba)

Pasó por fuera una motocicleta (de donde se encuentra)

 

Error común

Es común usar construcciones como “desde afuera de la oficina se ven los árboles” (debe ser fuera); “De la parte de afuera la bolsa es roja” (debe ser fuera).

Otras como: “-¿A dónde vas?”, -“A afuera” (debe ser afuera).

 

 

FUENTES:

http://hybriskaracteres.blogspot.com/2006/11/y-qu-pasa-con-afuera-y-fuera.html

http://www.wordreference.com/definicion/afuera

http://lengua.laguia2000.com/ortografia/afuera-fuera

La_Palabra_del_Día: LLAVE

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Las primeras cerraduras que se usaron en Roma eran extremadamente simples: consistían en dos argollas, una en cada hoja de la puerta, en medio de las cuales se pasaba un clavo (clavus, clavi). Este sistema facilitaba en tal grado el trabajo de los ladrones que, para evitarlo, los artesanos fueron ideando sistemas más complejos en los cuales se confería al clavo una forma específica para cada puerta, de forma que sólo el dueño de casa o quien tuviera aquel clavo podía abrir y cerrar. Con esta novedad, el nombre del clavo cambió ligeramente para llamarse clavis (llave, clave).

El jurisconsulto Papiniano usaba la expresión clavem tradere con el sentido de ‘entregar la administración de los bienes’, y Cicerón usó claves adimere como ‘sacar las llaves a la mujer, repudiarla’. En sentido figurado, se usó clavis scientiæ como ‘clave de la ciencia’.

En castellano llave fue usada desde muy temprano, a tal punto que la palabra aparece ya con su forma actual desde los poemas de Berceo (1230-1250). Clave llegó más tarde, adoptada por vía culta, en la segunda mitad del siglo XVI, y con un significado muy específico que se restringía a lo que sería el sentido figurado de llave: un código secreto, las reglas que revelan su funcionamiento, y aun un conjunto de signos.

Atributo (sintaxis)

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El análisis sintáctico de oraciones, cuando se basa en los preceptos de la gramática tradicional, nos enseña que en toda oración simple ocurren dos accidentes gramaticales con valor sintáctico: por un lado, un sintagma nominal ejerce la función de sujeto; por el otro, un sintagma verbal hace de predicado; y cada uno tiene un núcleo sintagmático susceptible de ser complementado de diversas formas. En este caso tan común, el atributo como función sintáctico no existe.

¿Cuando aparece, entonces, el atributo? Lo hace únicamente en un tipo de oración muy particular, que es la oración copulativa. Las oraciones copulativa, que son, por otra parte, bastante comunes, son aquellas cuyo verbo principal es copulativo, esto es, no hace, realmente, función de verbo, al menos no semánticamente.

¿Qué ocurre, pues, cuando el verbo carece de contenido semántico? Que en la oración no hay acción, y es, por tanto, el sustantivo, el sintagma nominal sujeto, quien domina, con su atributo. Así dicho, no debe sorprender que al predicado de estas oraciones se le llame predicado nominal, pues en verdad lo es.

Veamos algún ejemplo. Cuando decimos que “Pedro es simpático” estamos hablando de cómo es Pedro, pero no estamos diciendo que Pedro haga nada. En efecto, Pedro no hace nada; Pedro es; se nos informa de una cualidad de Pedro, nada más. No hay acción, sino atribución. De ahí que a esta partícula que acompaña a este predicado tan especial sea realmente su núcleo, pues el verbo no puede ser núcleo de nada. El verbo, de hecho, podría hasta desaparecer si la oración fuera mayor. Imagínese un “Pedro es simpático, cae bien a todos”, y un “Pedro, simpático, cae bien a todos”. Las dos dicen lo mismo; casi no se nota que la segunda no lleve verbo antes del “simpático”.

El atributo, por lo tanto, ya podemos definirlo, es el complemento obligatorio que llevan los sujetos (subrayemos esto, los sujetos) de las oraciones copulativas. El atributo complementa al sujeto, pues un verbo que no tiene contenido no se puede complementar. Es con el sujeto, entonces, con quien el atributo guarda relación de concordancia. Si cambiamos “Pedro” por “Pedro y Pablo” ya no podremos decir “es”, pero tampoco “simpático”, pues no concordaría en número. Esto separa al atributo de los demás complementos del predicado, que no guardan relación alguna con el núcleo del sujeto, sintagma ajeno a ellos.

No hay que olvidar, no obstante, que los verbos “ser”, “estar” y “parecer” no son siempre copulativos. Cuando ser significa “suceder” (es que no me encuentro bien) o cuando estar significa permanecer en un lugar (estoy en mi casa) no hay función copulativa, y no hay, por tanto, tampoco atributo.

Análisis sintáctico de oraciones

2-analisis sintanticoAnálisis sintáctico de oraciones

En análisis sintáctico es una actividad propia de la lingüística, cuya ocupación podría resumirse, grosso modo, como la de “establecer las funciones sintácticas y las relaciones de jerarquía y concordancia que se encuentran en el interior de cualquier oración”.

Estrictamente, el análisis sintáctico es “sólo” eso: lo circunscrito a la construcción de la oración y a las relaciones entre sus partes. Sin embargo, en la práctica de un análisis de este tipo es difícil sustraer la variante morfológica, o el estudio de cómo cambian las palabras, qué aspecto adoptan, en relación con su posición y función en la oración. Si bien en la teoría puede hacerse un análisis sintáctico y otro morfológico, en la práctica suelen ir unidos -aunque desempeñe la morfología un rol secundario- y de esta forma el análisis viene a llamarse, muchas veces, morfosintáctico.

La importancia de este análisis -sea sólo sintáctico, sea morfosintáctico- es enorme, pues de él depende la correcta comprensión del mensaje escrito, que es la base de cualquier eventual interpretación del mismo. En textos literarios ya lo es; y más aún en textos legislativos, políticos, tecnológicos, jurídicos o computacionales; por lo que no es de extrañar el empeño que han puesto los lingüistas, a lo largo de la historia, en perfeccionar y ampliar las miras de los análisis sintácticos, rama en constante evolución.

Así, la gramática tradicional estableció un modo de análisis basado en los principios del estructuralismo, separando claramente la oración en partes, y atribuyéndole a cada parte su función en el todo oracional. Este es un tipo de análisis sencillo, superado en el ámbito académico en pos de otros más complejos, pero mantenido en la enseñanza escolar por su utilidad introductoria al mundo de la gramática. Su método intenta separar, clasificar y delimitar, con precisión, los constituyentes principales de la oración, que son el sintagma nominal sujeto y el sintagma verbal predicado, en el caso de las oraciones simples. Posteriormente el analista se introduce por separado en cada uno de ellos y dirime quién desempeña la función nuclear de cada sintagma, a la que después añade complementos de todo tipo, sintagmáticos o no, que a su vez, en caso de serlo, contarán con sus propios núcleos y complementos internos, etc.

De otro lado, son más usados los modelos de análisis sintáctico, basados en la gramática generativa y transformacional, un modelo basado en el funcionalismo, y los análisis distribucionales que se basan en la adjunción de árboles. Últimamente han surgido, en realidad, muchos más, útiles en función del tipo de estudio que se desee realizar.

Gramática castellana o española

Gramática castellana o española, se refiere a las reglas para hablar y escribir correctamente el idioma Castellano.

 Comprende:  

Ortografía

Ortología

Analogía

Sintaxis

Enseña a escribir las palabras

Enseña a pronunciarlas

Enseña a clasificarlas

Enseña a ordenarlas

 

Ver documento Ortografía Actualizada.

Ortología:

Las reglas de acentuación

¿Será lo mismo “un niño jugando con él tuvo frío” que “un niño jugando con el tubo frío”?

Generalidades

Acento ortográfico o tilde: Las palabras se caracterizan en la lengua española por un solo acento de intensidad, aunque poseen un elevado índice de frecuencia en el uso), el cual afecta a una sílaba fija de cada palabra. La escritura utiliza en determinados casos el signo ortográfico llamado tilde, que se coloca sobre el núcleo de la cima silábica y se omite en otros, con arreglo al sistema siguiente

Clasificación según el acento: De acuerdo con su pronunciación, las palabras se clasifican en cuatro grupos principales:
Agudas, cuando el acento fonético recae en la última sílaba (a-yer, or-de-na-dor, ha-blar, Ma-drid…)
Graves (también llamadas LLANAS), cuando el acento fonético recae en la penúltima sílaba (a-cen-to, fo-ro, a-mi-go, sies-ta, za-pa-to, ca-rro…).
Esdrújulas, cuando el acento fonético recae en la antepenúltima sílaba (plá-ta-no, a--ri-ca, es--pi-do…).

Si el acento recae en sílabas anteriores la palabra se denomina sobreesdrújula (ra-pi--si-ma-men-te)
El acento ortográfico se coloca siempre sobre una vocal, y en la sílaba con el acento fonético.
En castellano sólo se utiliza la forma de ‘acento agudo’, por lo que las únicas formas existentes son á é í ó ú.
La ‘diéresis’ sobre la letra ‘u’ (ü) tiene un significado completamente diferente.
La marca sobre la letra ‘ñ / Ñ’, no es considerada ningún tipo de ‘acento’, ‘marca diacrítica’ ni nada similar. Es una letra en sí misma, completamente diferente a la ‘n / N’.
Las formas singular y plural llevan el acento en la misma sílaba (cri-men/crí-menes, na-ción/na-cio-nes). Sólo hay dos excepciones a esta regla: ca-rác-ter/ca-rac-te-res y -gi-men/re--me-nes.

Reglas básicas

Las reglas básicas de acentuación ortográfica son las siguientes:
A) Las palabras agudas: se acentúan siempre que su última letra sea una vocal (a e i o u), una ‘n’ o una ‘s’. Así, se acentúan: pa-, ma-, le-ón, A-ra-gón, Pa-rís, pero no: a-yer, ca-ra-col, ver-dad, prac-ti-car, vi-rrey (no terminan en vocal, ‘n’ ni ‘s’).
B) Las palabras graves: se acentúan cuando terminan en consonante que no sea ‘n’ ni ‘s’. Así, se acentúan: tré-bol, már-mol, ár-bol, án-gel, pero no: cas-co, ti-po, san-gre, me-nos, za-pa-to, di-vi-den (terminan en vocal, ‘n’ o ‘s’).
C) Las palabras esdrújulas y sobreesdrújulas: se acentúan todas: plá-tano, A--ri-ca, es-tú-pi-do, mur-cié-la-go; cán-ta-ros.

D) Las palabras monosílabas no se acentúan.

 

Todo lo podemos resumir con el llamado cuadro E G A (esdrújula-grave-aguda)

 

Terminación de la palabra

Esdrújula

Grave

Aguda

Vocal

X

 

X

Consonante

X

X

 

n s

X

 

X

X = lleva el acento.

 

Los diptongos:

Estas reglas se complican algo cuando aparecen dos vocales seguidas, pues a veces no es fácil saber si forman diptongo (es decir, si forman parte de la misma sílaba) o hiato (es decir, si están en dos sílabas diferentes). Las reglas son las siguientes: La combinación de una vocal fuerte (a-e-o) y una débil (i-u) forma diptongo (una sílaba), y el acento fonético recae en la vocal fuerte (bAi-la, ciErra, puEs-to…).

La combinación débil/débil forma diptongo (una sílaba) y el acento recae en la segunda letra (ruI-do, fuI-mos, viU-da…)

Dos vocales fuertes seguidas no pueden compartir sílaba (ma-Es-tro, con-trA-e, ju-bi-lE-o, a-sam-blE-a). Forman hiato (dos sílabas) y siguen las normas generales.

                                          más abierta (o fuerte)

      Vocales fuertes                           a

                                                      o                                  

                                                      e

 

     Vocales débiles                           u                                  

                                                      i

fuerte-débil

débil-débil

fuerte-fuerte

Forman un DIPTONGO

Forman un HIATO

Todas las palabras que no sigan estas normas llevan un acento ortográfico, que indica dónde recae el acento cuando, por razones de fonética de una palabra, se necesita “violar la regla”, entonces se coloca en donde se necesita el acento y si es un diptongo, se rompe, contraviniendo la tabla anterior; p.ej: ve--cu-lo (se rompe el diptongo fuerte-débil); ba--do; An-dre-ína (grave que termina en vocal, pero se acentúa porque se rompe el diptongo ei); en todos estos casos se deben olvidar las reglas E G A y fuerte-débil/débil-débil/fuerte-fuerte.

 

Casos especiales:

Palabras compuestas:

Cuando una palabra forme parte de otra compuesta como primer elemento de la misma, perderá el acento que le correspondía: río / rioplatense; décimo / decimoséptimo; así mismo: asimismo. Sin embargo, en los compuestos de adjetivos unidos por guiones cada elemento conservará su pronunciación y acentuación: hispano-soviético, crítico-biográfico, ítalo-venezolano.

Los adverbios terminados en ‘-mente’ se exceptúan de la regla anterior: llevarán acento cuando lo llevase el adjetivo simple: á-gil / á-gil-men-te; cor-tés / cor-tés-men-te).
Diacríticos: EJEMPLOS – EJEMPLOS – EJEMPLOS

Algunas palabras pueden llevar o no acento dependiendo de su significado. Las más importantes, y simplificadamente, son:

A. Palabras sin diptongos, triptongos ni hiatos.

Otras: Hay alguna otra norma menor, referida a los compuestos verbo + enclítico + complemento, el diptongo ‘ui’, palabras latinas, nombres geográficos extranjeros, etc.

1.° Palabras agudas de dos o más sílabas. Si terminan en vocal o en una de las consonantes –s o –n, no agrupadas con otra consonante, se escriben con tilde sobre la última vocal: ba-ca-rrá (escrito también bacará), par-, jab-na-, lan-, om-; a-la-crán, al-ma-cén, a-le-vín, hu-rón, a-tún; ba-rra-bás, cor-tés, par-chís, in-tra-dós, o-bús. Si terminan en consonante que no sea n ni s, no se le coloca tilde: que-rub, fon-dac, pa-red, ros-bif, zig-zag, he-rraj, vo-lu-puk, zas-can-dil, ha-rem (escrito también ha-rén), ga-lop, sa-ber, ce-nit (escrito también -nit), na-riz. Si terminan en dos consonantes, aunque la última sea n o s (o en x, que es una suma de dos fonemas /ks/, se escriben también sin tilde: Al-mo-rox /-ks/, Ma-yans, I-sern, Is-bert.

2.° Palabras graves de dos o más sílabas. La regla ortográfica es aquí inversa a la desarrollada en el subapartado anterior. Si la palabra termina en vocal o en una de las consonantes –n o –s, no se escribe tilde sobre la vocal de la penúltima sílaba: co-ta, de-por-te, ca-si, co-bal-to, chis-tu; Es-te-ban, po-len, mi-tin, ca-non, O-yar-zun; con-ta-bas, mar-tes, i-ris, cos-mos, hu-mus. Si termina en otra consonante se escribe con tilde: cés-ped, á-lif, -vil, ál-bum, pró-cer, su-pe--vit, al--rez. Si termina en dos consonantes, aunque la segunda sea s, se escribe la tilde: -ceps, -nix /ks/; ré-cords.

3.° Palabras esdrújulas. Se escribe siempre la tilde sobre la vocal de la antepenúltima sílaba: mén-su-la, -mi-tre, tíl-bu-ri, ár-bi-tro, ím-pe-tu; al-bón-di-ga, mo--ra-be, in-trín-gu-lis; ma-te--ti-cas, e-fe--ri-des, es-per-pén-ti-co.

B. Palabras con diptongos o triptongos en los que entran una vocal de la serie /a, e, o/ y una (o dos, si se trata de triptongos) de la serie /i, u/. La presencia de diptongos o triptongos no altera, en general, la regulación anterior. Cuando la sílaba prosódicamente acentuada debe llevar tilde en los diptongos o triptongos, se coloca sobre la vocal de la primera serie. En los ejemplos que siguen se imprime en versalitas el diptongo o triptongo prosódicamente acentuado (escrito con tilde o sin ella) y el inacentuado.

1.° Palabras agudas de dos o más sílabas.

a) con tilde (regla A1.° anterior): a-gra-vié (como a-gra-), sa-lió (como sa- del verbo sa-lar), ra-ción (como ra-zón), es-táis (es-tás), es-téis (es-tés).

b) sin tilde (regla A1.° anterior): re-me-diad (como re-me-dad), se-rie-dad (como he-re-dad), ca-sual (ca-sal), cuar-tel (car-tel), hi-dro-miel (tambíen hi-dro-mel), u-jier (escrito también hu-jier; como mu-jer), a-juar (a-jar), se-cuaz (sa-gaz).

2.° Palabras graves de dos o más sílabas.

a) sin tilde (regla A2.° anterior): cie-lo (como ce-lo), mie-ra (me-ra), sue-ña (se-ña), cua-si (ca-si), cuo-ta (co-ta), ha-cia (ha-za), le-gua (le-ga), ar-duo (ar-do), al-bai-da (al-ba-da), do-nai-re (como do-na-re, de do-nar), cau-sa (ca-sa), de-fien-den (o-fen-den), pa-rias (pa-ras, de pa-rar).

b) con tilde (regla A2.° anterior): hu-és-ped (como cés-ped), a-cu-á-til (da-til), -quiem (-tem), al-béi-tar (néc-tar), dié-guez (-rez).

3.° Palabras esdrújulas. Llevan siempre tilde (regla A3.°): ca-riá-ti-de, cié-na-ga, mi-rió-po-do, guá-ra-mo, cuá-dru-ple, muér-da-go, cáus-ti-co, en-fi-téu-ti-co.

4.° Excepciones. Las palabras agudas que terminan en uno de los diptongos /ái/, /éi/, /ói/, o en triptongos de esta misma terminación, se apartan de la regla B1.° a) y no llevan tilde en la sílaba final, que se escribe -ay, -uay, -ey, -iey, -oy: gui-ri-gay, a-ya-yay, Pa-ra-guay, ca-rey, ma-guey, cu-riey, A-ra-duey, Al-coy, ren-toy. Emplean la tilde, pero escribe -i en vez de -y, las voces pai-pái, sa-mu-rái y a-ca-so al-gu-na. Deben asimilarse a las formas hispánicas con -y (no lo son las formas con -i) los nombres agudos, generalmente patronímicos (apellido que antiguamente se daba en España a hijos, formado del nombre de sus padres; p. ej., Fernández, de Fernando; Martínez, de Martín) de origen catalán, terminados en los diptongos —decrecientes como los anteriores— /áu/, /éu/, /óu/, voces que los catalanes o los descendientes de ellos, dentro y fuera de Cataluña, emplean sin tilde: Mon-lau, A-breu, Pa-lou.

C. Palabras con hiato en el que entran una vocal de la serie /a, e, o/ y otra de la serie /i, u/.

1.° La regulación ortográfica del hiato obedece a principios diferentes de los examinados hasta aquí. Es cierto que una letra vocálica marcada con tilde va unida, como siempre, a la condición prosódicamente acentuada del fonema vocálico que representa. Pero la tilde marca, además, una frontera silábica entre vocales que el lector, privado de ese indicio, podría interpretar como vocales agrupadas silábicamente en diptongo. De aquí la distinción, y algunas veces oposición, entre vario /-rio/ y varío /ba--o/. Las reglas ortográficas del hiato no son, a pesar de todo, tan completas como lo son las que ayudan a distinguir unas de otras las voces agudas, graves y esdrújulas, cuando estas voces están privadas de diptongos y de hiatos, como ocurre con las del apartado A, que, por eso, hemos colocado sistemáticamente en cabeza del § 1.8.3. El hiato lo señalamos con tilde, por ejemplo, en ra-í-da, pero no en ri-a-da. Se señalan, por lo tanto, las vocales de la serie /i,u/, pero no las de la serie /a, e, o/38-í, -ú, no solo en las voces que según dicha regulación deben llevar tilde, como ca-í, le-í, mo-hín, sa-ín, a-ún, pa-ís, sonre-ís, pro-ís; sino también en las que no llevarían tilde según las reglas de A1.°, como son: ca-íd, ra-íl (se escribe también como monosílabo rail), ba-úl, Al-ta-ír, em-ba-ír, fre-ír, re-ír, fe-fa-út, ca-híz, ma-íz.

3.° En las palabras llanas escribimos también siempre í, ú, tanto en el reducido número de voces que, por terminar en consonante, diferente de n o s (con hiato creciente o decreciente), coinciden con las reglas del subapartado A2.°: crú-or, flú-or, -az, -ez, La-í-nez; como en las que, por terminar en vocal n o s, se apartan de dichas reglas. Con hiato creciente: pe--a, pe--an, pe--as, -a; -en, -es; po-de--o, brí-o; ac--a, ac--an, grú-a, gra--e, gra--en, gra--es; -e, in-si--o, -ho. Con hiato decreciente: a-í-na, a--to, va--do, le-í-do, re--ce, o-í-do, o-ís-lo, Co-ím-bra; ba-ra-hún-da, za-húr-da, re-ú-no, re--so, tran-se-ún-te. Con hiato decreciente-creciente: ca-í-a, ca-í-an, ca-í-as, ba--a; re-í-a, re-í-an, re-í-as; o-í-a, o-í-an, o-í-as; bo--o. No quedan exceptuadas del empleo de la tilde sobre i o u, como lo estaban antes de la entrada en vigor de las Nuevas normas de Prosodia y Ortografía (1959), las palabras con hiato en las que, entre i o uprosódicamente acentuadas y la vocal más abierta inacentuada, se interpone en la escritura la letra h, como muestran los ejemplos pertinentes anteriores.

4.° En las palabras esdrújulas la i de la antepenúltima sílaba, en hiato decreciente o creciente, se escribe siempre con tilde, de acuerdo en todos los casos con la regla general del subapartado A3.°: ve--cu-lo, de-í-pa-ra, o-le-í-fe-ro; prí-a-mo, en--a-dis, mi--a-da, car--a-co, pe--o-do (para el duplicado en alguna de estas voces con diptongo: pe-riO-do, véase el § 1.4.7c).

D. Palabras con diptongo o hiato en los que entran solamente vocales de la serie [a, e, o].

1.° A diferencia de /i/ y de /u/ prosódicamente acentuadas, que llevan siempre tilde cuando forman hiato con otra vocal más abierta, como acabamos de ver, la /e/ y la /o/ prosódicamente acentuadas no llevan siempre tilde cuando forman hiato con vocal más abierta /a/. La regulación ortográfica se atiene, en estos casos, a los principios generales establecidos en los subapartados A y B. Carecen, pues, de tilde voces como ca-ed, Is-ma-el, tra-er, ra-hez, a-e-da; le-a, le-an, le-as, ma-re-a; A-ra-oz, ta-ho-na, ta-ho-nas; lo-a, lo-an, lo-as, Bi-da-so. Llevan tilde Ja-én, tra-éis, Ma-ón. Estas mismas normas generales se aplican cuando es /a/ la vocal prosódicamente acentuada en el hiato, como en de-ca-e, de-ca-en, de-ca-es; cre-ad, le-al, sa-que-ar; re-ac-to, cre-a-do, pero: a-rrá-ez, de-án, cre-áis, y cuando entran sólo en el hiato las dos vocales /e/, /o/: le-o-na, em-pe-o-ra, co-he-te, ro-ed, ro-er, so-ez; pero pe-le-ón, lo-éis.

2.° Si cualquiera de las tres vocales se halla en la antepenúltima sílaba, formando hiato decreciente o creciente con cualquiera de las otras dos, se aplican las reglas de A) sobre la acentuación ortográfica de las esdrújulas, lo mismo que en C4.°: ca-ra-o-ta  (‘alubia’ Venezuela), o--a-no (escrito también o-ce-a-no como palabra llana), me--o-ro (escrito también (me-te-o-ro como voz llana), lau--o-la, tro-a-de; fre-á-ti-co, co-á-gu-lo (articulado también sin hiato coá-gu-lo) ga-é-li-co, po-é-ti-co, ge-ó-me-tra (articulado también sin hiato geó-me-tra).

3.° A primera vista cabría preguntarse si una palabra como á-re-a podría haber sido tratada ortográficamente lo mismo que a-ria, y ó-le-o lo mismo que o-lio; es decir, como palabras llanas escritas sin tilde: a-rea, o-leo. Pero a-rea podría leerse entonces /a.ré.a/, como /ma-re-a/; al paso que a-ria necesitaría una tilde sobre la i para adoptar ese esquema prosódico. Por otra parte, -ia es siempre diptongo inacentuado cuando aparece detrás de la sílaba prosódicamente acentuada de la palabra a que pertenece: /á-ria/ (§ 1.4.9a), mientras que -ea, en esa misma posición, también sin acento prosódico, puede funcionar como diptongo (la más veces lo es), pero también como hiato. La regulación ortográfica ha tenido en cuenta la diferente condición fonológica de las dos series de vocales /i/, /u/ y /a/, /e/, /o/ (§ 1.4.14b) y considera que los grupos -ea, -eo y otros semejantes constituyen hiato y cada una de sus vocales se halla separada silábicamente de la contigua, con lo que han venido a ser ortográficamente, aunque casi nunca prosódicamente, voces esdrújulas.

4.° En este caso están algún sustantivo en -ae, como -nae; en -ao, como -lao (ave trepadora filipina), -nao; algunos sustantivos en -eo, -ea, como crá-neo, -rreo, brác-tea, -nea; varios adjetivos en -eo, -ea: es-pon--neo, -ea, de-le--reo -ea, ó-seo, ó-ea, -veo -vea; algunos sustantivos en -oe: á-loe (escrito también a-lo-e con acentuación griega) -roe, á-zoe.

5.° Nombres de variada procedencia terminados en -ao, con acento prosódico en la /a/, vacilan entre la articulación /áo/ con diptongo, que es la más frecuente, y la articulación /á-o/ con hiato: ba-ca-lao, Bil-bao, Ca-llao, ca-cao, Me-ne-lao, pa-rao (embarcación filipina), sa-rao, etc., y con ellos la reducción –ao de los participios en –ado, que no es siempre exclusivamente vulgar. Si hubiéramos de tratar –ao como hiato, la falta de la tilde estaría dentro de las reglas ortográficas generales de las palabras llanas terminadas en vocal. Si se trata como diptongo debería llevar tilde la a como las voces agudas que terminan en vocal o en diptongo prosódicamente acentuados: lla-ma-, pai-pái, sa-mu-rái. El hecho es que el uso tradicional en la lengua escrita omite con regularidad la tilde, con lo que se establece un paralelo entre estas formas y las voces agudas que terminan en -ay, -ey, -oy y las que terminan en -au, -eu, -ou (v. § 1.8.3B, 4.°).

E. Palabras con diptongo o hiato en los que entran solamente vocales de la serie /i,u/.

1.° Los grupos /u i/, /i u/ (§ 1.4.11), tanto si forman diptongo como si forman hiato, reciben el mismo tratamiento ortográfico que los del apartado D anterior. Solo se emplea la tilde cuando lo exigen las reglas generales enunciadas en A y B. Escribimos huid, huir; buitre, ca-uiis-ta, cir-cui-to, cui-do, flui-do 38, for-tui-to, fui-mos, fuis-teis, hui-mos, je-sui-ta, jui-cio, prui-na, rui-do, rui-na, pero con tilde: ben-juí, cam-buí, mor-di-huí, huí, huís, huí-as; ca-suís-ti-ca, huí-a-mos.

2.° Algunos sustantivos, sobre todo, topónimos (nombres propios de lugares), se diferencian de las palabras que acabamos de ver por el hecho de que el acento prosódico no afecta a la /i/, sino a la /u/ del grupo /u i/, que vacila en su articulación entre hiato /ú-i/, lo más probable en los topónimos, y diptongo /úi/; vacilación entre hiato y diptongo de la que participan algunas de las voces anteriores, pero con acento prosódico en la /i/ generalmente. Las voces que vamos a examinar ahora se diferencian además de aquellas otras por situarse siempre el grupo /u i/ en fin de palabra y escribirse –uy. No suele escribirse hoy la tilde sobre la u, que se empleaba acaso para señalar el hiato, quizá para señalar la condición de palabra aguda terminada en vocal. Pero la omisión de la tilde viola una regla ortográfica, las equipara a las terminadas en -ay, -ey, -oy de las que hemos tratado en el § 1.8.1A, 3.°: co-cuy (también cu-cuy y co-cu-yo (especie de luciérnaga, voz americana); Ar-da-nuy, Be-ra-nuy, Ber-nuy, Es-pe-luy, Mon-ta-nuy, Se-rra-duy.

3.° Una serie de onomásticos (nombres propios de un lugar o de un país) y patronímicos (apellido formado del nombre de sus padres; p. ej., Fernández, de Fernando; Martínez, de Martín), de origen catalán, algunos muy extendidos en Castilla, terminan en -iu o -ius )con acento prosódico en la vocal i), grafía que representa, según lo más probable una articulación con hiato /i, u/: Ar-de-rius, Co-dor-niu, Fe-liu, Mon-to-liu, Riu, Rius, Viu. Deben escribirse sin tilde, por las mismas razones que han sido expuestas a propósito de los nombres Mon-lau, Mas-deu, Mas-nou (§ 1.8.3B, 4.°).

F. Palabras monosilábicas.

1.° Los monosílabos dotados do acento de intensidad (para los monosílabos inacentuados, véase el § 1.5.4), con algunas excepciones que veremos después, se escriben sin tilde: ¡ah!, ya, pian (en la locución pian, pia-no), vais, guay; fe, pie, cien, diez, ley, buey, fue; ti, muy, ruin, Luis; ¡o! (interjección escrita hoy normalmente oh), no, yo, boj, dos, dio, vio, Dios, voy; ¡uf!, cruz, mus.

2.° Algunas voces presentan dificultades en su delimitación silábica. Esto ocurre con ca-os (lat. cha.os, del griego Khá-os), pero la articulación /-os/ no afectaría la acentuación ortográfica (v. subapartado D). Lo mismo ocurre con va-ho. La cuestión es más problemática cuando se trata de nombres propios de persona. -ez, -iz, -inz se acomodan, en estas grafías, a las reglas generales de las palabras llanas. Pero junto al bisílabo -ez existe el monosílabo Diez, que es el mismo apellido que -ez, pero con dislocación del acento prosódico, y lo mismo es seguramente posible con Saiz, Sainz y otros nombres propios de estructura análoga.

3.° Determinados monosílabos, prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para diferenciarlos de homófonos suyos, también prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra categoría o subcategoría gramatical. Así, los demostrativos sustantivos és-te, é-se, a-quél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con tilde, frente a los demostrativos adjetivos es-te (libro), e-sa (mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se escriben siempre sin tilde. Igualmente, se suele escribir con tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo solo. En los casos restantes de dos acentuaciones, la diferencia se establece entre dos voces homófonas prosódicamente acentuada la una e inacentuada la otra. Así los interrogativos -mo, cuál(es), cuán, cuán-do, cuán-to y -yo (con sus femeninos e plurales), don-de, que, quien(es). Además, dé (de dar y de preposición); mí, tú (pronombres personales) y mi(s), tu(s) (pronombres posesivos); sé (de saber y ser), frente al pronombre personal se (reflexivo y no reflexivo); (pronombre reflexivo y adverbio de afirmación), frente a si (conjunción), (sustantivo apelativo) y te (pronombre personal).

G. Palabras compuestas.

1.° Los compuestos (exceptuados los que veremos después), cualquiera que sea el número y la naturaleza prosódica originaria de sus componentes, acentuada o inacentuada, sólo poseen un acento prosódico que afecta al último de sus componentes. El compuesto puede ser agudo, llano o esdrújulo y el uso de la tilde se ajusta a las reglas generales del acento ortográfico (subapartados A-E). Pero el último componente lleva a veces una tilde que no es originariamente suya, sino que se explica por la índole prosódica del compuesto: a-gua-pié (pie, fuera del compuesto), al-ta-voz (voz, fuera del compuesto), a-mor-mío (mio), ma-za-pán (pan), guar-da--mo (humo), haz-me-rre-ír (re-ír), ma-es-tre-sa-la (sa-la), pi-sa-ú-va (u-va), ple-a-mar (mar), Pie-dra--ta (Hi-ta), por-ta-guión (guión), pro-to-his--ri-co (his--ri-co), sal-va-vi-das (vi-das), sin-fín (fin), so-bre--lo (hi-lo), tam-bién (bien), tras-dós (dos).

2.° Si el acento de intensidad afecta al penúltimo componente, se omite siempre la tilde que le correspondería de haberse empleado fuera del compuesto: a-si-mis-mo (a-), pen-se-que (pen-), Pia-ma-dre (pía), Rio-frí-o (-o), tio-vi-vo (ti-o).

3.° Los compuestos españoles formados sobre modelos griegos y latinos o introducidos directamente como voces cultas, poseen frecuentemente el acento de intensidad en el primer componente (§ 1.5.5b, 3.° y). La tilde recae entonces sobre la sílaba prosódicamente acentuada del primer componente y la palabra, en estos casos, es siempre esdrújula: í-rri-to, de--lo-go (v. § 1.5.5b, 2.°).

4.° En los compuestos de dos o más adjetivos que se separan unos de otros con guión (§ 1.8.8i), la escritura mantiene la tilde en cada uno de sus componentes cuando la llevan fuera del compuesto (Nuevas normas de Prosodia y Ortografía, regla 9.a), pero la presencia de la tilde no es indicio siempre de que en la pronunciación se haga resaltar el acento prosódico. Hay, por lo menos, vacilación, si se exceptúa el último componente, que conserva en todos los casos su prosodia normal: cán/ta-bro-as/tur, his//ri/co-crí/ti/co-bi/blio/grá/fi/co.

5.° Para el empleo de la tilde en los adverbios en -mente, véanse los §§ 1.;5.6 y 2,4.10. Para los compuestos con numerales, véanse los §§ 2.9.3e y 2.9.5c.

El acento ortográfico de las formas verbales con pronombres personales enclíticos

1.° Estas formaciones poseen un solo acento prosódico: el del verbo (los enclíticos son palabras inacentuadas). Hay que distinguir dos cuestiones. Por una parte, la presencia o la falta de tilde en el verbo dentro de la formación con enclíticos, comparada con la acentuación ortográfica del verbo cuando se emplea sin enclítico. Por otra parte, la configuración ortográfica acentual del grupo con enclíticos, en relación con las normas generales de la acentuación ortográfica 45. Por lo que se refiere a la primera cuestión, el verbo conserva en muchos casos su acento ortográfico originario, de una manera constante en las formaciones del núm. 2.° siguiente. Por lo que se refiere a la segunda cuestión, el acento ortográfico de las formaciones con enclíticos está siempre de acuerdo con las reglas generales cuando dicha formación es esdrújula, pero deja de estarlo en algunos casos en que la formación resulta con acentuación llana (los tres últimos ejemplos del núm. 2.° siguiente) y cuando la formación es sobresdrújula (algunos ejemplos del núm. 4.°).

2.° Las formas verbales monosilábicas y las formas agudas, seguidas de un solo enclítico, se atienen en el uso ortográfico de la tilde al mismo régimen que cuando se emplean solas: da-le, fui-me, de-cid-me, re-ír-se, o-ír-lo, -le (del verbo dar), sa--me, par-ti-ó-se (los verbos con el mismo acento ortográfico que cuando se emplean solos: da, fui, decid, reír, etc; pero la formación se atiene a las reglas generales del uso ortográfico (EGA) solamente en los cinco primeros ejemplos: dale como sa-le, de estructura silábica análoga; fui-me como fuis-te; en los tres últimos ejemplos, se aparta de las reglas generales: -le diferente acentuación que la palabra ele — nombre de la letra l —, de estructura silábica análoga; sa--me, diferente de su-bli-me).

3.° Si una forma verbal monosilábica o aguda se agrupa con dos enclíticos, la vocal prosódicamente acentuada del verbo se escribe siempre con tilde, aunque no lo requiera cuando se emplea sola: -se-lo, -me-lo, de-cíd-nos-lo, pe-dír-me-la (en contraste con da, di, de-cid, pe-dir); par-tió-se-le, oír-se-lo (de acuerdo con par-tió, o-ír). Todas las formaciones se convierten en «supuestas» palabras esdrújulas.

4.° Si una forma verbal llana o esdrújula 46 se agrupa con uno o más enclíticos (v. la nota 9 del cap. 1.5), la vocal prosódicamente acentuada del verbo lleva siempre tilde, lo exija o no cuando se emplea sin enclíticos: ha-blá-la-se, mi-rán-do-os, qui-sié-ra-lo, vié-ra-nos, -ba-se-le, ha-blán-do-se-lo, per--ta-se-me; di--ra-se-me-lo (en contraste con ha-bla-ba, mi-ran-do, qui-sie-ra, vie-ra; da-ba, ha-blan-do, per-mi-ta; di-je-ra). Pero de-cía-me, o-í-a-lo, ve-í-a-la; de--a-me-lo (de acuerdo con las formas verbales empleadas solas: de--a, o-í-a, ve-í-a). Todas las formaciones aquí son esdrújulas o sobresdrújulas.

5.° Cuando alguna de estas formaciones se sustantiva, se emplea tilde si la voz resultante es esdrújula, aunque el verbo no la lleve fuera del compuesto: -sa-me, -se-te. Inversamente, deja de emplearse tilde si el sustantivo tiene acentuación llana, aunque la lleve la forma verbal cuando se emplea fuera del compuesto: a-ca-bo-se, car-ga-re-me,  de-ten-te.

6.° Aparecen sometidos a un régimen ortográfico especial los imperativos plurales de los verbos reflexivos, o en construcción reflexiva, tras de la pérdida de la desinencia -d47. Formas como marcha-os, de-te-ne-os han de emplearse sin tilde, a pesar de que la forma verbal es aguda 48 y de que se agrupa con un solo enclítico. Pero estos imperativos se igualan así ortográficamente a los nombres terminados en /éo/, /áo/ de que hemos tratados en el § 1.8.3D, 5.°. Como ellos, y por las razones que se exponen allí vacilan entre diptongo e hiato, pero un recuento casi exhaustivo, realizado en los setenta primeros tomos de la Biblioteca de Autores Españoles, da un 80 por 100 de ocurrencias a favor del diptongo (v. nota 37 de este capítulo). Los verbos en -ir llevan tilde: par--os, a causa del hiato. 

Categoría gramatical

Categoría gramatical

1-CATEGORIAS-GRAMATICALESLa categoría gramatical hace referencia al tipo de palabra, es decir, es la forma de dividir y clasificar las palabras en función de lo que dicen, del significado que transmiten, o lo que es lo mismo, de su contenido semántico. En el estudio lingüístico de la lengua española, la costumbre de establecer categorías gramaticales viene de muy antiguo: en concreto, de Antonio de Nebrija, a la sazón uno de nuestros más antiguos lingüistas. El concepto de categoría gramatical sigue siendo, no obstante, empleado hoy, si bien su definición se ha ido perfilando hacia una enunciación más académica: hoy día, la categoría gramatical es una variable lingüística más, que en función del valor que adopte condiciona o determina la forma morfológica de la palabra morfológica.

El número de categorías gramaticales del idioma español sigue siendo, en todo caso, el mismo o casi el mismo. Son las siguientes:

adjetivo (en latín nomen adjectivum, en griego ónoma epítheton) / [modifica, complementa, especifica o califica los sustantivos]

adverbio (en latín adverbium, en griego epírrhema) / [especifica las circunstancias bajo las cuales se realiza la acción expresada por el verbo]

sustantivo —también llamado nombre— (en latín nomen substantivum, en griego ónoma ousiastikón) / [funciona como argumento, como Complemento de un verbo, Complemento preposicional de otro nombre, Complemento del nombre que no lleva preposición, o como Complemento del verbo] 

pronombre (en latín pronomen, en griego antonymía) / [sustituye a los sustantivos o los sintagmas nominales]

verbo (en latín verbum, en griego rhêma) / [expresa alguna acción]

artículo (en latín articulus, en griego árthron) / [determinados e indeterminados o indefinidos]

preposición (en latín praepositio, en griego próthesis) / [establece una relación, comúnmente de lugar o de tiempo, entre un sintagma nominal y alguna otra parte de una oración]

conjunción (en latín conjunctio, en griego sýndesmos) / [enlaza oraciones, proposiciones o palabras]

interjección (en latín interjectio, en griego epíphthegma o epiphónema) / [expresar emociones o estados de ánimo]

formas no personales del Verbo [infinitivo, gerundio, participio]

 

Las categorías gramaticales

Lógicamente, la división es más compleja, ya que dentro de cada grupo existen subdivisiones que complejizan todo el conjunto. La más importante de todas ellas es que separa entre las partes variables de la oración, y las partes invariables. Así, los determinantes, los sustantivos, los pronombres, los verbos y los adjetivos son las partes variables de la oración, porque una variación en cualquiera de sus características morfológicas, tales como el género y el número, no hace cambiar su significado.

Si bien esta forma de clasificar las palabras tiene antigüedad y utilidad a la hora de introducir a los estudiantes en el estudio del lenguaje, en los ámbitos más avanzados de la lingüística adolece de cierta simpleza. Los lingüistas utilizan en la actualidad decenas de variables y separan cada una de las demás con la intención de comprender el funcionamiento morfológico de las palabras en toda su complejidad. De esta manera, cuando el lingüista se acerca al estudio de, por ejemplo, un verbo, establece primero una serie de variables, tales como su modo gramatical, su número gramatical, su definición gramatical, su voz gramatical, su valencia, su evidencialidad, su animacidad, y así un largo etcétera de características morfológicas.

En el fondo, la definición de categoría gramatical no ha variado sustancialmente desde los tiempos de Nebrija. Los modernos estudiosos de la lengua han mantenido el uso del término, pero le han añadido numerosas aportaciones que permiten que conozcamos mejor los mecanismos del lenguaje, y desde ellos podamos establecer conceptualizaciones más claras, sencillas y certeras.

Las categorías gramaticales son una forma de clasificar las palabras en función de su tipología semántica. Es, en concreto, una diferenciación muy antigua, que fue ya introducida en la lengua española por Antonio de Nebrija. En una lingüística más moderna, las categorías gramaticales se definen de una manera más técnica, como variables lingüísticas que son susceptibles de tomar diferentes valores; valores que condicionan sus formas morfológicas.

En la forma tradicional, así, la clasificación gramatical no tiene en cuenta la función de las palabras sino su valor semántico. Y, si bien esta forma de división de las palabras en categorías gramaticales puede considerarse anticuado en un ámbito académico o de investigación, es aún utilizado y común en la enseñanza escolar.

En cualquier caso, las categorías gramaticales tradicionales son las que siguen: determinante, sustantivo (también llamado nombre), pronombre, verbo, adjetivo, adverbio, preposición, conjunción e interjección.

Dentro de estas nueve categorías existen a su vez diferencias internas. Por ejemplo, los determinantes, sustantivos, pronombres, verbos y adjetivos (esto es, las cinco primeras) se consideran las partes variables de la oración, pues pueden variar en género y número sin cambiar su significado (excepto el verbo, que si bien no varía en género sí lo hace en tiempo, persona, voz, aspecto, modo y número).

Sin embargo, como decíamos, esta clasificación tradicional ya ha sido superado por las investigaciones más modernas. Siguiendo estas nuevas tendencias, las categorías gramaticales incluyen muchas más variedades que los términos tradicionales, que clasificaba únicamente, como hemos visto, las categorías semánticas de las palabras.

La categoría gramatical, ahora, es una variable morfológica que puede adoptar distintos valores según sea el tipo de palabra al que va a aplicarse. Por ejemplo, un verbo puede presentar diferentes valores en función del tiempo que adopte, y estos valores serán “pasado”, “pasado perfecto”, etcétera. De esta guisa, los verbos variarán en función de su aspecto gramatical, de su modo gramatical, de su tiempo gramatical, de su voz gramatical, de su valencia, de su animacidad o de su evidencialidad; y los sustantivos variarán en función de su caso gramatical, de su género gramatical, de su número gramatical, de su definición gramatical, etcétera.

Así, las modernas categorías gramaticales no suponen una revolución ni un cambio drástico con respecto a las antiguas. En realidad, lo que hacen es aportar una mayor precisión y más clara conceptualización, que permite, a su vez, ahondar más y mejor en el estudio de la gramática.

Análisis sintáctico de oraciones

En análisis sintáctico es una actividad propia de la lingüística, cuya ocupación podría resumirse, grosso modo, como la de “establecer las funciones sintácticas y las relaciones de jerarquía y concordancia que se encuentran en el interior de cualquier oración”.

Estrictamente, el análisis sintáctico es “sólo” eso: lo circunscrito a la construcción de la oración y a las relaciones entre sus partes. Sin embargo, en la práctica de un análisis de este tipo es difícil sustraer la variante morfológica, o el estudio de cómo cambian las palabras, qué aspecto adoptan, en relación con su posición y función en la oración. Si bien en la teoría puede hacerse un análisis sintáctico y otro morfológica, en la práctica suelen ir unidos -aunque desempeñe la morfología un rol secundario- y de esta forma el análisis viene a llamarse, muchas veces, morfosintáctico.

La importancia de este análisis -sea sólo sintáctico, sea morfosintáctico- es enorme, pues de él depende la correcta comprensión del mensaje escrito, que es la base de cualquier eventual interpretación del mismo. En textos literarios ya lo es; y más aún en textos legislativos, políticos, tecnológicos, jurídicos o computacionales; por lo que no es de extrañar el empeño que han puesto los lingüistas, a lo largo de la historia, en perfeccionar y ampliar las miras de los análisis sintácticos, rama en constante evolución.

Así, la gramática tradicional estableció un modo de análisis basado en los principios del estructuralismo, separando claramente la oración en partes, y atribuyéndole a cada parte su función en el todo oracional. Este es un tipo de análisis sencillo, superado en el ámbito académico en pos de otros más complejos, pero mantenido en la enseñanza escolar por su utilidad introductoria al mundo de la gramática. Su método intenta separar, clasificar y delimitar, con precisión, los constituyentes principales de la oración, que son el sintagma nominal sujeto y el sintagma verbal predicado, en el caso de las oraciones simples. Posteriormente el analista se introduce por separado en cada uno de ellos y dirime quién desempeña la función nuclear de cada sintagma, a la que después añade complementos de todo tipo, sintagmáticos o no, que a su vez, en caso de serlo, contarán con sus propios núcleos y complementos internos, etc.

De otro lado, son más usados los modelos de análisis sintáctico basados en la gramática generativa y transformacional, un modelo basado en el funcionalismo, y los análisis distribucionales que se basan en la adjunción de árboles. Últimamente han surgido, en realidad, muchos más, útiles en función del tipo de estudio que se desee realizar.

Atributo (sintaxis)

El análisis sintáctico de oraciones, cuando se basa en los preceptos de la gramática tradicional, nos enseña que en toda oración simple ocurren dos accidentes gramaticales con valor sintáctico: por un lado, un sintagma nominal ejerce la función de sujeto; por el otro, un sintagma verbal hace de predicado; y cada uno tiene un núcleo sintagmático susceptible de ser complementado de diversas formas. En este caso tan común, el atributo como función sintáctico no existe.

¿Cuando aparece, entonces, el atributo? Lo hace únicamente en un tipo de oración muy particular, que es la oración copulativa. Las oraciones copulativa, que son, por otra parte, bastante comunes, son aquellas cuyo verbo principal es copulativo, esto es, no hace, realmente, función de verbo, al menos no semánticamente.

¿Qué ocurre, pues, cuando el verbo carece de contenido semántico? Que en la oración no hay acción, y es, por tanto, el sustantivo, el sintagma nominal sujeto, quien domina, con su atributo. Así dicho, no debe sorprender que al predicado de estas oraciones se le llame predicado nominal, pues en verdad lo es.

Veamos algún ejemplo. Cuando decimos que “Pedro es simpático” estamos hablando de cómo es Pedro, pero no estamos diciendo que Pedro haga nada. En efecto, Pedro no hace nada; Pedro es; se nos informa de una cualidad de Pedro, nada más. No hay acción, sino atribución. De ahí que a esta partícula que acompaña a este predicado tan especial sea realmente su núcleo, pues el verbo no puede ser núcleo de nada. El verbo, de hecho, podría hasta desaparecer si la oración fuera mayor. Imagínese un “Pedro es simpático, cae bien a todos”, y un “Pedro, simpático, cae bien a todos”. Las dos dicen lo mismo; casi no se nota que la segunda no lleve verbo antes del “simpático”.

El atributo, por lo tanto, ya podemos definirlo, es el complemento obligatorio que llevan los sujetos (subrayemos esto, los sujetos) de las oraciones copulativas. El atributo complementa al sujeto, pues un verbo que no tiene contenido no se puede complementar. Es con el sujeto, entonces, con quien el atributo guarda relación de concordancia. Si cambiamos “Pedro” por “Pedro y Pablo” ya no podremos decir “es”, pero tampoco “simpático”, pues no concordaría en número. Esto separa al atributo de los demás complementos del predicado, que no guardan relación alguna con el núcleo del sujeto, sintagma ajeno a ellos.

No hay que olvidar, no obstante, que los verbos “ser”, “estar” y “parecer” no son siempre copulativos. Cuando ser significa “suceder” (es que no me encuentro bien) o cuando estar significa permanecer en un lugar (estoy en mi casa) no hay función copulativa, y no hay, por tanto, tampoco atributo.

Complemento sintáctico

En gramática, y especialmente dentro del análisis sintáctico de oraciones, un complemento sintáctico es un constituyente sintáctico -un sintagma- que completa, precisa, aclara, extiende o incrementa el significado del núcleo de otro constituyente. Aunque en la educación básica se denomine complemento a cualquier tipo de constituyente que cumpla la definición anterior, en puridad será complemento únicamente cuando el núcleo al cual “completa, precisa, etc.” lo requiera de forma obligatoria. De otra forma, cuando la presencia del constituyente complementario sea opcional -esto es, no requerida gramaticalmente-, será preferible no llamarlo complemento, sino, mejor, adjunto.

En cualquier caso, los complementos o adjuntos son siempre sintagmas menores de importancia secundaria, que acompañan a un núcleo -normalmente el núcleo del sujeto o el núcleo del predicado, aunque también pueden complementar a un núcleo que sea a su vez complemento de otro-. El hecho de que haya obligatoriedad, de forma que sea complemento o adjunto, no tiene importancia sintáctica, ya que la función desempeñada en la oración es la misma, pero sí guarda importancia con la tipología morfológica de la palabra complementada. Por ejemplo, los verbos transitivos han de ir siempre acompañados de un complemento llamado “objeto directo” o “complemento directo”; los verbos intransitivos, por otra parte, no admiten complementos dentro de su sintagma verbal. De la misma forma, los sintagmas adverbiales, muchas veces ejecutores de una función de complementariedad circunstancial, son siempre adjuntos sintácticos del verbo, pues son opcionales. De otro punto de vista, si tenemos un sintagma determinante encabezado por un determinante artículo, el sustantivo que lo siga será siempre un complemento sintáctico, obligatorio.

Hay que destacar que esta diferenciación entre complemento y adjunto es puramente tipológica. Una vez en la oración, la función la marcará la naturaleza sintáctica del constituyente.

Los tipos de complementos se dividen, así, en dos: los que aparecen en el sujeto o sintagma nominal y los que aparecen en predicado o sintagma verbal. De entre los primeros podemos citar el predeterminante, el determinante, la aposición, el adyacente y el complemento del nombre (CN). Los segundos, los verbales, son más: el atributo, el complemento directo, el complemento indirecto, el complemento circunstancial, el complemento predicativo, el complemento argumental, el complemento de régimen y el complemento agente.

Por último, el hecho de que hayamos dividido los complementos entre nominales y verbales no es ápice para que, por ejemplo, un adjetivo, un adverbio o una interjección puedan tener sus propios complementos específicos.

Concordancia gramatical

La concordancia gramatical es un recurso presente en la mayoría de las lenguas, que se ocupa de gestionar las relaciones entre los distintos constituyentes gramaticales de un texto mediante un sistema de relaciones cruzadas. De esta manera, las reglas de la concordancia requieren a una palabra que ocupa una determinada posición sintáctica que tome un determinado rasgo gramatical de otra palabra, con la que, se dice, ha de “concordar”.

Generalmente, la concordancia se manifiesta en diversos niveles, como el género gramatical, el número gramatical, el caso gramatical y la persona gramatical; y puede ser, a su vez, de dos tipos: concordancia nominal y concordancia verbal.

La primera, la concordancia nominal, se define como la coincidencia del género y del número de un sustantivo con el artículo o los adjetivos que lo acompañan (1), entre el pronombre y su antecedente o consecuente (2), o bien entre el sujeto y su atributo, complemento predicativo o participio del verbo en una oración pasiva perifrástica (3).

Veamos algunos ejemplos de los tipos citados:

(1) Los árboles verdes. La niña alta.
(2) Le di tus datos al inspector. A tu hijo le hace falta.
(3) Ellos estaban cansados. Tu hijo sabe jugar.

La segunda tipología que hemos citado, la concordancia verbal, se define como la coincidencia de número gramatical y de persona gramatical entre un verbo y su sujeto. Por ejemplo, ocurre cuando decimos:

Nosotros iremos mañana. Ellos saben cómo se hace.

Todos estos tipos de concordancias son absolutamente obligatorias, y cualquier error en su aplicación se considera una falta gramatical grave. Sin embargo, existen algunas excepciones a la norma, cuando cuando usamos verbos impersonales o sujetos inclusivos. Por ejemplo, si decimos “los españoles son…”, cuando no nos incluimos en ese grupo, la concordancia es obligatorio, pues estamos hablando de “los españoles” como “ellos”, tercera persona del plural. Pero si decimos “los españoles somos…”, la aparente falta gramatical no es tal, ya que estamos haciendo uso de un sujeto inclusivo: al estar nosotros dentro del grupo “los españoles”, decimos la frase desde la primera personal del plural, y su concordancia lógica, en este caso, es “somos”, y no “son”.

No hay que olvidar, no obstante, una regla de especial importancia para la formación de la concordancia gramatical. Cuando hacemos referencia a dos sustantivos, aunque cada uno sea singular, concuerdan como plural si los acompaña un adjetivo. Por ejemplo “El agua y la leche son líquidos”, y no “es líquido”.

LAS PALABRAS Y SUS FUNCIONES

I. LAS PALABRAS Y SUS FUNCIONES

1. LAS PARTES DE LA ORACIÓN

  • · Verbo (expresa alguna acción) * Complemento Directo y Complemento Indirecto
  • · Sustantivo (funciona como argumento, como Complemento de un verbo, Complemento preposicional de otro nombre, Complemento del nombre que no lleva preposición, o como Complemento del verbo)
  • · Adjetivo (modifica, complementa, especifica o califica los sustantivos)
  • · Artículo (determinados e indeterminados o indefinidos)
  • · Pronombre (sustituye a los sustantivos o los sintagmas nominales)
  • · Adverbio (especifica las circunstancias bajo las cuales se realiza la acción expresada por el verbo)
  • · Formas No Personales Del Verbo (infinitivo, gerundio, participio)
  • · Preposición (establece una relación, comúnmente de lugar o de tiempo, entre un sintagma nominal y alguna otra parte de una oración)
  • · Conjunción (enlaza oraciones, proposiciones o palabras)
  • · Interjección (expresa emociones o estados de ánimo)

TABLA RESUMEN DE LAS PALABRAS Y SUS FUNCIONES GRAMATICALES

EJERCICIO DE IDENTIFICACIÓN DE PALABRAS:

 

II. ELEMENTOS DE SINTAXIS

  1. EL SINTAGMA
  2. FUNCIONES SINTÁCTICAS MAYORES U ORACIONALES
  3. FUNCIONES SINTÁCTICAS MENORES O SUBORACIONALES
  4. LOS MODIFICADORES
  5. LOS COMPLEMENTOS DEL VERBO
  6. LAS ORACIONES SUBORDINADAS

 

III. GENERALIDADES SOBRE LOS VERBOS

  1. LOS ACCIDENTES DEL VERBO
    1. A.    La persona
    2. B.    El número
    3. C.   El tiempo
    4. D.   El modo
    5. RADICAL Y TERMINACIÓN
    6. LAS CONJUGACIONES

PRIMERA CONJUGACIÓN: AMAR

SEGUNDA CONJUGACIÓN: TEMER

TERCERA CONJUGACIÓN: PARTIR

Modo imperativo

         4. LAS FORMAS NO PERSONALES: INFINITIVO, GERUNDIO Y PARTICIPIO

         5. VERBOS REGULARES Y VERBOS IRREGULARES

6. VERBOS TRANSITIVOS Y VERBOS INTRANSITIVOS

         7. LA VOZ PASIVA

                   PRIMERA CONJUGACIÓN: AMAR

IV. LOS VERBOS IMPERSONALES

1. VERBOS IMPERSONALES POR EL SIGNIFICADO

1. 1. Verbos propiamente impersonales

1. 2. Verbos ocasionalmente impersonales

HABER HACER —SER — ESTAR

2. VERBOS IMPERSONALES POR LA CONSTRUCCIÓN (construcciones impersonales)

2. 1. El plural impersonal

2.2. El se impersonal

 

V. LA CORRELACIÓN DE TIEMPOS

  • VERBO SUBORDINANTE EN UN TIEMPO PRETÉRITO
  • VERBO SUBORDINADO EN INDICATIVO

 

  • VERBO SUBORDINANTE EN UN TIEMPO PRETÉRITO
  • VERBO SUBORDINADO EN SUBJUNTIVO

 

VI. EJEMPLOS DE PREPOSICIONES Y RÉGIMEN PREPOSICIONAL

Mayúsculas

Mayúsculas


Uso de las mayúsculas


mayúsculas. La escritura normal utiliza habitualmente las letras minúsculas, si bien, por distintos motivos, pueden escribirse enteramente con mayúsculas palabras, frases e incluso textos enteros (→ 2); pero lo usual es que las mayúsculas se utilicen solo en posición inicial de palabra, y su aparición está condicionada por distintos factores (→ 3 y 4).

1. Cuestiones formales generales

1.1. El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las reglas de acentuación (→ tilde2, 7): ÁFRICA, África. Únicamente las siglas, que se escriben enteramente en mayúsculas, no llevan nunca tilde: CIA (del ingl. Central Intelligence Agency), y no CÍA.

1.2. Cuando los dígrafos ch, gu, ll y qu se emplean en mayúscula al inicio de una palabra escrita con minúsculas, solo adopta forma de mayúscula el primero de sus componentes: Chillida, Guinea, Llerena, Quevedo; pero si los dígrafos forman parte de una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben ir en mayúscula sus dos componentes: CHILLIDA, GUINEA, LLERENA, QUEVEDO. Cuando los dígrafos forman parte de una sigla, se escribe en mayúscula solo el primero de sus componentes (→ sigla, 5c): PCCh (Partido Comunista de China).

1.3. La forma mayúscula de las letras i y j carece del punto que llevan en su grafía minúscula: Inés, Javier.

2. Uso de mayúsculas en palabras o frases enteras

2.1. Se escriben enteramente en mayúscula las siglas y algunos acrónimos: ISBN, OTI, ONG. Se escriben en minúscula, en cambio, los acrónimos que el uso ha convertido en sustantivos comunes: láser, radar, uvi. Cuando los acrónimos son nombres propios y tienen más de cuatro letras, solo se escribe en mayúscula la inicial: Unicef, Unesco. (→ sigla, 5b).

2.2. Se utiliza la escritura en mayúsculas con el fin de destacar determinadas frases o palabras dentro de un escrito. Así, suelen escribirse enteramente en mayúsculas:

a) Las palabras o frases que aparecen en las cubiertas y portadas de los libros impresos, así como los títulos de cada una de sus divisiones internas (partes, capítulos, escenas, etc.).

b) Las cabeceras de diarios y revistas: EL UNIVERSAL, LA NACIÓN, TIEMPO.

c) Las inscripciones en lápidas y monumentos.

d) En textos jurídicos y administrativos —decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias—, el verbo o verbos que presentan el objetivo fundamental del documento: CERTIFICA, EXPONE, SOLICITA.

e) En textos de carácter informativo, las frases que expresan el contenido fundamental del escrito: Por orden expresa de la dirección, se comunica a todos los empleados que, a partir de ahora, ESTÁ PROHIBIDO FUMAR DENTRO DE LAS DEPENDENCIAS DE LA EMPRESA.

f) Los textos de los carteles de aviso, para asegurar su visibilidad: SE RUEGA NO FUMAR; PROHIBIDO EL PASO.

3. Uso de mayúscula inicial exigido por la puntuación. De acuerdo con la posición que la palabra ocupe en el escrito, la puntuación exige su escritura con mayúscula inicial en los casos siguientes:

3.1. Si se trata de la primera palabra de un escrito o va después de punto: Hoy no iré. Mañana puede que sí.

3.2. Si sigue a los puntos suspensivos, cuando estos cierran un enunciado: Compramos mariscos, solomillos, vino… La cena resultó un éxito. Pero si los puntos suspensivos no cierran el enunciado, sino que este continúa tras ellos, la palabra que los sigue se escribe con inicial minúscula: Estoy pensando que… aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme. (→ puntos suspensivos, 1).

3.3. Después de los dos puntos, debe comenzarse el texto con inicial mayúscula en los casos siguientes (→ dos puntos, 1.3, 1.4 y 1.6):

a) Tras los dos puntos que siguen a la fórmula de encabezamiento o saludo de una carta: Muy señor mío: / Le agradeceré…

b) Tras los dos puntos que siguen al verbo fundamental de un documento jurídico-administrativo: CERTIFICA: / Que D. José Álvarez García ha seguido el Curso de Técnicas Audiovisuales…

c) Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras textuales: Pedro dijo: «No volveré hasta las nueve».

3.4. En frases interrogativas y exclamativas existen dos posibilidades:

3.4.1. Si la pregunta o la exclamación constituyen la totalidad del enunciado, y sus signos de cierre equivalen a un punto, la primera palabra de la pregunta o la exclamación se escribe con inicial mayúscula, así como la palabra que inicia la oración siguiente:

¿En qué año nació tu abuelo? Si no me equivoco, tenía la misma edad que el mío.

¡Qué miedo pasamos ayer! Se nos hizo de noche mientras bajábamos de la montaña.

3.4.2. Si la pregunta o la exclamación constituyen solo una parte del enunciado, pueden darse dos casos:

a) La pregunta o la exclamación inician el enunciado. En este caso, la primera palabra que sigue a los signos de apertura (¿ ¡) se escribe con mayúscula y la que sigue a los signos de cierre (? !) se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas me deparará este día?, me pregunto ante el espejo cada mañana. Esto ocurre también cuando se suceden varias preguntas o exclamaciones breves que pueden ser consideradas un único enunciado y separarse con signos de coma o de punto y coma: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿dónde naciste?

b) La pregunta o la exclamación no están colocadas al comienzo del enunciado, sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte de este. En ese caso, la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la que sigue a los signos de apertura) se escribe con minúscula:

Natalia, ¿puedes ayudarme?

Pero ¡qué alegría tan grande verte por aquí!

3.5. Antes era costumbre, en los poemas, emplear la mayúscula al principio de cada verso, razón por la cual las letras de esta forma tomaron el nombre de «versales» (mayúsculas de imprenta). En la poesía moderna, esta costumbre está en desuso.

4. Uso de mayúscula inicial independientemente de la puntuación. Se escriben con letra inicial mayúscula todos los nombres propios y también los comunes que, en un contexto dado o en virtud de determinados fenómenos (como, por ejemplo, la antonomasia), funcionan con valor de tales, es decir, cuando designan seres o realidades únicas y su función principal es la identificativa. En otras ocasiones, la mayúscula responde a otros factores, como la necesidad de distinguir entre sentidos diversos de una misma palabra (mayúscula diacrítica), o a razones expresivas o de respeto (mayúscula de respeto). Se escriben con inicial mayúscula las palabras siguientes:

4.1. Los nombres propios de persona, animal y cosa singularizada: Beatriz, Platero, Tizona (espada del Cid).

4.2. Los nombres de divinidades: Dios, Jehová, Alá, Afrodita, Júpiter, Amón.

4.3. Los apellidos: Jiménez, García, Mendoza. Si un apellido español comienza por preposición, o por preposición y artículo, estos se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila (Juan de Ávalos, Pedro de la Calle); pero si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con mayúscula (señor De Ávalos, De la Calle). Si el apellido no lleva preposición, sino solamente artículo, este se escribe siempre con mayúscula, independientemente de que se anteponga o no el nombre de pila (Antonio La Orden, señor La Orden). También se escriben con mayúscula los nombres de las dinastías derivados de un apellido: los Borbones, los Austrias, salvo que se utilicen como adjetivos, caso en el que se escriben con minúscula: los reyes borbones. Por otra parte, deben conservar la mayúscula los apellidos de autores (a veces acompañados también del nombre de pila) cuando designan sus obras: «Incendiaron la iglesia, y con ella las tres joyas pictóricasun Goya […], un Bayeu […] y un José del Castillo» (Laín Descargo [Esp. 1976]).

4.4. Los sobrenombres, apodos y seudónimos: Manuel Benítez, el Cordobés; José Nemesio, alias el Chino; Alfonso X el Sabio; el Libertador; el Greco; el Pobrecito Hablador (seudónimo del escritor Mariano José de Larra). El artículo que antecede a los seudónimos, apodos y sobrenombres, tanto si estos acompañan al nombre propio como si lo sustituyen, debe escribirse con minúscula: Ayer el Cordobés realizó una estupenda faena; por lo tanto, si el artículo va precedido de las preposiciones a o de, forma con ellas las contracciones al (→ al) y del (→ del): Me gusta mucho este cuadro del Greco (no de El Greco); El pueblo llano adoraba al Tempranillo (no a El Tempranillo).

4.5. Los nombres comunes que, por antonomasia, se utilizan para designar a una persona en lugar del nombre propio: el Mantuano (por Virgilio), el Sabio (por Salomón), el Magnánimo (por el rey Alfonso V), así como los que se refieren, también por antonomasia, a Dios, a Jesucristo o a la Virgen: el Creador, el Todopoderoso, el Mesías, el Salvador, la Purísima, la Inmaculada.

4.6. Los nombres abstractos personificados, utilizados alegóricamente: la Muerte, la Esperanza, el Mal.

4.7. Los nombres propios geográficos (continentes, países, ciudades, comarcas, mares, ríos, etc.): América, África, Italia, Canadá, Toledo, Lima, las Alpujarras, la Rioja (comarca), la Mancha (comarca), el Adriático, el Mediterráneo, el Orinoco, el Ebro, los Andes, el Himalaya. Como se ve en los ejemplos, determinados nombres propios geográficos van necesariamente acompañados de artículo, como ocurre con las comarcas, los mares, los ríos y las montañas. En otros casos, como ocurre con determinados países, el uso del artículo es opcional: Perú o el Perú (→ el, 5). El artículo, en todos estos casos, debe escribirse con minúscula, porque no forma parte del nombre propio. Pero cuando el nombre oficial de un país, una comunidad autónoma, una provincia o una ciudad lleve incorporado el artículo, este debe escribirse con mayúscula: El Salvador, La Rioja (comunidad autónoma), Castilla-La Mancha (comunidad autónoma), La Pampa, La Habana, Las Palmas. Cuando el artículo forma parte del nombre propio no se realiza en la escritura la amalgama con las preposiciones de o a: Mi padre acaba de regresar de El Cairo (no del Cairo); Este verano iremos a El Salvador (no al Salvador).

Los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Panamá, el río Ebro, la sierra de Gredos, la cordillera de los Andes, el cabo de Hornos. Solo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Río de la Plata, Sierra Nevada, los Picos de Europa. También se escriben con inicial mayúscula algunos de estos nombres genéricos cuando, por antonomasia, designan un lugar único y, por lo tanto, funcionan a modo de nombre propio. Estas antonomasias están lógicamente limitadas en su uso a la comunidad de hablantes que comparten una misma geografía, para los que la identificación de la referencia es inequívoca, como ocurre, por ejemplo, entre los chilenos, con la Cordillera (por la cordillera de los Andes) o, entre los españoles, con la Península (por el territorio peninsular español) o el Estrecho (por el estrecho de Gibraltar). El hecho de escribir Península Ibérica con mayúsculas se debe a que con esta expresión nos referimos a una entidad de carácter histórico-político, y no a un mero accidente geográfico.

4.8. Las designaciones que, por antonomasia, tienen algunos topónimos y que se usan como alternativa estilística a su nombre oficial: el Nuevo Mundo (por América), la Ciudad Eterna (por Roma).

4.9. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas zonas geográficas, que generalmente abarcan distintos países, pero que se conciben como áreas geopolíticas con características comunes: Occidente, Oriente Medio, Cono Sur, Hispanoamérica, el Magreb.

4.10. Los nombres de vías y espacios urbanos. Al igual que en el caso de los nombres geográficos, solo el nombre propio debe ir escrito con mayúscula, y no los nombres comunes genéricos que acompañan a este, como calle, plaza, avenida, paseo, etc., que deben escribirse con minúscula: calle (de) Alcalá, calle Mayor, plaza de España, avenida de la Ilustración, paseo de Recoletos. Sin embargo, se escribirán en mayúscula los nombres genéricos de vías o espacios urbanos procedentes del inglés: Oxford Street, Quinta Avenida, Central Park, como es usual en esa lengua.

4.11. Los nombres de galaxias, constelaciones, estrellas, planetas y satélites: la Vía Láctea, la Osa Mayor, la Estrella Polar, Venus, Ganimedes. Las palabras Sol y Luna solo suelen escribirse con mayúscula inicial en textos científicos de temática astronómica, en los que designan los respectivos astros: «Entre la esfera de fuego y la de las estrellas fijas están situadas las esferas de los distintos planetas, empezando por la esfera de la Luna y, a continuación, las esferas de Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno» (Torroja Sistemas [Esp. 1981]); pero, excepto en este tipo de textos, se escriben normalmente con minúscula: El sol lucía esplendoroso esa mañana; Entra mucho sol por la ventana; Negros nubarrones ocultaron la luna por completo; Me pongo muy nervioso cuando hay luna llena. La palabra tierra se escribe con mayúscula cuando designa el planeta: «Dios le hizo ver las estrellas jamás vistas desde la Tierra» (Fuentes Naranjo [Méx. 1993]); pero con minúscula en el resto de sus acepciones: El avión tomó tierra; Esta tierra es muy fértil; He vuelto a la tierra de mis mayores.

4.12. Los nombres de los signos del Zodiaco: Aries, Géminis, Sagitario; también los nombres alternativos que aluden a la representación iconográfica de cada signo: Balanza (por Libra), Toro (por Tauro), Carnero (por Aries), Gemelos (por Géminis), Cangrejo (por Cáncer), Pez (por Piscis), Escorpión (por Escorpio), León (por Leo), Virgen (por Virgo). Se escriben con minúscula, en cambio, cuando dejan de ser nombres propios por designar, genéricamente, a las personas nacidas bajo cada signo: Raquel es sagitario; Los géminis son muy volubles.

4.13. Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de los puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.), cuando nos referimos a ellos en su significado primario, como tales puntos, o cuando forman parte de un nombre propio: La brújula señala el Norte; La nave puso rumbo al Noroeste; Corea del Norte; la Cruz del Sur. También se escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur. Sin embargo, cuando los nombres de los puntos cardinales o de los puntos del horizonte están usados en sentidos derivados y se refieren a la orientación o la dirección correspondientes, se escribirán en minúscula: el sur de Europa, el noroeste de la ciudad, el viento norte. También se escribirán en minúscula estos puntos cuando estén usados en aposición: latitud norte, hemisferio sur, rumbo nornoroeste. En el caso de las líneas imaginarias, tanto de la esfera terrestre como celeste, se recomienda el uso de la minúscula: ecuador, eclíptica, trópico de Cáncer.

4.14. Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc.: el Ministerio de Hacienda, la Casa Rosada, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes, la Real Academia de la Historia, el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Facultad de Medicina, el Departamento de Recursos Humanos, el Área de Gestión Administrativa, la Torre de Pisa, el Teatro Real, el Café de los Artistas, el Partido Demócrata. También se escribe con mayúscula el término que en el uso corriente nombra de forma abreviada una determinada institución o edificio: la Nacional (por la Biblioteca Nacional), el Cervantes (por el Instituto Cervantes), la Complutense (por la Universidad Complutense), el Real (por el Teatro Real).

4.15. Los nombres de los libros sagrados y sus designaciones antonomásticas: la Biblia, el Corán, el Avesta, el Talmud, la(s) Sagrada(s) Escritura(s). También los nombres de los libros de la Biblia: Génesis, Levítico, Libro de los Reyes, Hechos de los Apóstoles.

4.16. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de publicaciones periódicas o de colecciones: La Vanguardia, Nueva Revista de Filología Hispánica, Biblioteca de Autores Españoles.

4.17. La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.); el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúscula: Últimas tardes con Teresa, La vida es sueño, La lección de anatomía, El galo moribundo, Las cuatro estaciones, Las mañanas de la radio, Informe semanal. En el caso de los títulos abreviados con que se conocen comúnmente determinados textos literarios, el artículo que los acompaña debe escribirse con minúscula: el Quijote, el Lazarillo, la Celestina.

4.18. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de documentos oficiales, como leyes o decretos, cuando se cita el nombre oficial completo: Real Decreto 125/1983 (pero el citado real decreto), Ley para la Ordenación General del Sistema Educativo (pero la ley de educación, la ley sálica, etc.). También se escriben con mayúscula los nombres de los documentos históricos: Edicto de Nantes, Declaración Universal de los Derechos Humanos.

4.19. Los nombres de festividades religiosas o civiles: Epifanía, Pentecostés, Navidad, Corpus, Día de la Constitución, Año Nuevo, Feria de Abril.

4.20. Las advocaciones de la Virgen: la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rocío. También las celebraciones o festividades a ellas dedicadas: el Rocío, el Pilar.

4.21. Los nombres de órdenes religiosas: el Carmelo, el Temple, la Merced. Tambiénse escribe con mayúscula la palabra Orden cuando acompaña al nombre propio: la Orden del Temple.

4.22. Los nombres de marcas comerciales. Las marcas comerciales son nombres propios, de forma que, utilizados específicamente para referirse a un producto de la marca, han de escribirse con mayúscula: Me gusta tanto el Cinzano como el Martini; Me he comprado un Seat; pero cuando estos nombres pasan a referirse no exclusivamente a un objeto de la marca en cuestión, sino a cualquier otro con características similares, se escriben con minúscula: Me aficioné al martini seco en mis años de estudiante (al vermú seco, de cualquier marca).

4.23. Las palabras que forman parte de la denominación oficial de premios, distinciones, certámenes y grandes acontecimientos culturales o deportivos: el Premio Cervantes, los Goya, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Bienal de Venecia, la Feria del Libro, los Juegos Olímpicos. Por lo que respecta a los premios, cuando nos referimos al objeto material que los representa o a la persona que los ha recibido, se utiliza la minúscula: Esa actriz ya tiene dos goyas; Ha colocado el óscar encima del televisor; Esta noche entrevistan al nobel de literatura de este año.

4.24. Los sustantivos y adjetivos que forman el nombre de disciplinas científicas, cuando nos referimos a ellas como materias de estudio, y especialmente en contextos académicos (nombres de asignaturas, cátedras, facultades, etc.) o curriculares: Soy licenciado en Biología; Me he matriculado en Arquitectura; El profesor de Cálculo Numérico es extraordinario. Fuera de los contextos antes señalados, se utiliza la minúscula: La medicina ha experimentado grandes avances en los últimos años; La psicología de los niños es muy complicada. Los nombres de asignaturas que no constituyen la denominación de una disciplina científica reciben el mismo tratamiento que si se tratase del título de un libro o de una conferencia, esto es, solo la primera palabra se escribe con mayúscula: Introducción al teatro breve del siglo xvii español, Historia de los sistemas filosóficos. También se escriben con mayúscula los sustantivos y adjetivos que dan nombre a cursos, congresos, seminarios, etc: 1.er Curso de Crítica Textual, XV Congreso Mundial de Neonatología, Seminario de Industrias de la Lengua.

4.25. La primera palabra del nombre latino de las especies vegetales y animales: Pimpinella anisum, Panthera leo (los nombres científicos latinos deben escribirse, además, en cursiva). Se escriben también con mayúscula los nombres de los grupos taxonómicos zoológicos y botánicos superiores al género, cuando se usan en aposición: orden Roedores, familia Leguminosas; pero estos mismos términos se escriben con minúscula cuando se usan como adjetivos o como nombres comunes: El castor es un mamífero roedor; Hemos tenido una buena cosecha de leguminosas.

4.26. Los nombres de edades y épocas históricas, cómputos cronológicos, acontecimientos históricos y movimientos religiosos, políticos o culturales: la Edad de los Metales, la Antigüedad, la Edad Media, la Hégira, el Cisma de Occidente, la Contrarreforma, la Primera Guerra Mundial, la Revolución de los Claveles, el Renacimiento. Igualmente se escriben con mayúscula los sustantivos que dan nombre a eras y períodos geológicos: Cuaternario, Mioceno, Pleistoceno, Jurásico. El adjetivo especificador que acompaña, en estos casos, a los sustantivos Revolución e Imperio se escribe con minúscula: la Revolución francesa, el Imperio romano.

4.27. Determinados nombres comunes cuando, por antonomasia, designan una sola de las realidades de su misma clase: el Diluvio (referido al diluvio bíblico), la Reconquista (referida a la de los territorios ocupados por los musulmanes, llevada a cabo por los reinos cristianos peninsulares durante la Edad Media), el Muro (referido al que separaba en Berlín los sectores oriental y occidental).

4.28. Determinados nombres, cuando designan entidades o colectividades institucionales: la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, la Judicatura, el Gobierno. En muchos casos, esta mayúscula tiene una función diacrítica o diferenciadora, ya que permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia (‘institución’) / iglesia (‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de soldados’), Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de gobernar’). La mayúscula diacrítica afecta tanto al singular como al plural: «Europa es importante para los Gobiernos, pero sobre todo para los ciudadanos» (País [Esp.] 9.1.97).

4.29. Los nombres de conceptos religiosos como el Paraíso, el Infierno, el Purgatorio, etc., siempre que se usen en su sentido religioso originario, y no en usos derivados o metafóricos, pues, en ese caso, se escriben con minúscula: Aquella isla era un paraíso; La noche pasada fue un infierno.

4.30. En textos religiosos, suelen escribirse con mayúscula, en señal de respeto, los pronombres personales Tú, Ti, Sí, Vos, Él, Ella, referidos a Dios o a la Virgen.

4.31. Los títulos, cargos y nombres de dignidad, como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., que normalmente se escriben con minúscula (→ 6.9), pueden aparecer en determinados casos escritos con mayúscula. Así, es frecuente, aunque no obligatorio, que estas palabras se escriban con mayúscula cuando se emplean referidas a una persona concreta, sin mención expresa de su nombre propio: El Rey inaugurará la nueva biblioteca; El Papa visitará la India en su próximo viaje. Por otra parte, por razones de respeto, los títulos de los miembros de la familia reinante en España suelen escribirse con mayúscula, aunque vayan seguidos del nombre propio de la persona que los posee, al igual que los tratamientos de don y doña a ellos referidos: el Rey Don Juan Carlos, el Príncipe Felipe, la Infanta Doña Cristina. También es costumbre particular de las leyes, decretos y documentos oficiales, por razones de solemnidad, escribir con mayúsculas las palabras de este tipo: el Rey de España, el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno, el Secretario de Estado de Comercio. Por último, es muy frecuente que los cargos de cierta categoría se escriban con mayúscula en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan.

4.32. En textos de carácter publicitario, propagandístico o similar, es frecuente la aparición de mayúsculas no justificadas desde el punto de vista ortográfico, así como el fenómeno inverso, esto es, la aparición de minúsculas donde las normas prescriben la mayúscula. Estos usos expresivos o estilísticos, cuya finalidad es llamar la atención del receptor para asegurar así la eficacia del mensaje, no deben extenderse, en ningún caso, a otro tipo de escritos.

4.33. También es habitual que en textos pertenecientes a ámbitos particulares se escriban con mayúscula las palabras que designan conceptos de especial relevancia dentro de esos ámbitos. Así, por ejemplo, es normal ver escritos con mayúscula, en textos religiosos, palabras como Sacramento, Bautismo, Misa; o, en textos militares, las palabras Bandera o Patria. Estas mayúsculas, que no deben extenderse a la lengua general, obedecen únicamente a razones expresivas o de respeto.

5. Otros usos de las mayúsculas. Se escriben con mayúsculas los números romanos (→ números, 3), algunas abreviaturas (→ abreviatura, 6b) y algunos símbolos (→ símbolo, 4).

6. Casos en que no debe usarse la mayúscula inicial. Se escriben con minúscula inicial, salvo que la mayúscula venga exigida por la puntuación (→ 3), las palabras siguientes:

6.1. Los nombres de los días de la semana, de los meses y de las estaciones del año: lunes, abril, verano. Solo se escriben con mayúscula cuando forman parte de fechas históricas, festividades o nombres propios: Primero de Mayo, Primavera de Praga, Viernes Santo, Hospital Doce de Octubre.

6.2. Los nombres de las notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si.

6.3. Los nombres propios que se usan como nombres comunes. Es muy frecuente que determinados nombres propios acaben designando un género o una clase de objetos o personas. Esto ocurre en los casos siguientes:

a) Nombres propios de persona que pasan a designar genéricamente a quienes poseen el rasgo más característico o destacable del original: Mi tía Petra es una auténtica celestina; Siempre vas de quijote por la vida; Mi padre, de joven, era un donjuán.

b) Muchos objetos, aparatos, sistemas y productos que pasan a ser designados con el nombre propio de su inventor, de su descubridor, de su fabricante o de la persona que los popularizó o en honor de la cual se hicieron (zepelín, roentgen, braille, quevedos, rebeca, napoleón), o del lugar en que se producen o del que son originarios (cabrales, rioja, damasco, fez). Por el contrario, conservan la mayúscula inicial los nombres de los autores aplicados a sus obras (→ 4.3).

c) Nombres de marcas comerciales, cuando no designan ya un objeto o un producto de la marca, sino, genéricamente, cualquier objeto o producto de características similares (→ 4.22).

6.4. Los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios de lugar, sean geográficos (→ 4.7) o de espacios o vías urbanas (→ 4.10).

6.5. Los nombres de los vientos, salvo que estén personificados en poemas o relatos mitológicos: céfiro, austro, bóreas, tramontana.

6.6. Los nombres de las religiones: catolicismo, budismo, islamismo, judaísmo.

6.7. Los nombres de tribus o pueblos y de lenguas, así como los gentilicios: el pueblo inca, los mayas, el español, los ingleses.

6.8. Los tratamientos (usted, señor, don, fray, san(to), sor, reverendo, etc.), salvo que se escriban en abreviatura, caso en que se escriben con mayúscula: Ud., Sr., D., Fr., Sto., Rvdo. Solo cuando, por tradición, se han formado acuñaciones que funcionan como nombres propios, se escribirán estos tratamientos en mayúscula: Fray Luis, referido a fray Luis de León; Sor Juana, referido a sor Juana Inés de la Cruz; Santa Teresa, referido a santa Teresa de Jesús.

6.9. Los títulos, cargos y nombres de dignidad como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., se escriben con minúscula cuando aparecen acompañados del nombre propio de la persona que los posee, o del lugar o ámbito al que corresponden (el rey Felipe IV, el papa Juan Pablo II, el presidente de Nicaragua, el ministro de Trabajo), o cuando están usados en sentido genérico (El papa, el rey, el duque están sujetos a morir, como lo está cualquier otro hombre). Existen casos, sin embargo, en que estas palabras pueden escribirse con mayúsculas (→ 4.31).


Diccionario panhispánico de dudas ©2005
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Mayúsculas iniciales


 

El uso de la mayúscula inicial se rige por la posición que ocupa la palabra (y en consecuencia, por la puntuación exigida en cada caso), por su condición o categoría de nombre propio y por las circunstancias.

1. En función de la puntuación

a. En la primera palabra de un escrito, en la que va después de punto (sea seguido o aparte).

Ejemplos: El ciclista corre. Tú cantas. Santiago baila. Hoy no saldremos juntos. Mañana, tal vez sí.


b. La palabra que sigue a los puntos suspensivos, cuando estos cierran un enunciado.

Ej.: Ella no lo sabe… Sí, creo que sí.


c. La que sigue al cierre de un signo de interrogación (?) o de exclamación (¡), si no se interpone una coma, punto y coma o dos puntos.

Ej.: ¿Para dónde vas? Para el cine.


d. La que va después de dos puntos, siempre que siga a la fórmula de encabezamiento de una carta o documento jurídico-administrativo.

Ej.: Muy señor mío: Le agradezco su deferencia…


e. La que reproduce palabras textuales.

Ej.: Luis dijo: “Mañana saldré contigo”


 

 

2.En función de la condición o categoría

Se escribirá con letra inicial mayúscula todo nombre propio como son los siguientes:

a. Nombres propios de persona, animal o cosa singularizada.

Ej.: Pedro, Luis Alberto, María Yolanda, Platero Blacky, Carlos, Platero, Madrid, Ramos, Luna.

Los nombres comunes llevan minúscula: niño, perro, calle, plaza, avenida, edificio…


b. Nombres geográficos.

Ej.: América, Venezuela, Barinas, Ávila.

*Cuando el artículo forme parte oficialmente del nombre propio, ambas palabras comenzarán por mayúscula.

Ej.: El Salvador, Las Palmas, La Habana, El Ávila.

Se escribe con mayúscula el nombre que acompaña a los nombres propios de lugar, cuando forma parte del topónimo.

Ej.: Ciudad de México, Puerto de la Cruz, Sierra Nevada.

Se utilizará la minúscula en los demás casos.

Ej.: La ciudad de Santa Fe, el puerto de Cartagena.


c. Los Apellidos. En el caso de que un apellido comience por preposición, por artículo o por ambos, estos se escribirán con mayúscula sólo cuando encabecen la denominación.

Ej.: José Del Rey.

Se escribirá también con mayúscula los nombres de las dinastías derivados de un apellido.

Ej.: Borbones, Capetos.


d. Nombre de constelaciones, estrellas, planetas o astros estrictamente considerados como tales.

Ej.:   La Osa Mayor está formada por siete estrellas.

El Sol es el astro mayor de nuestro sistema planetario.

En el último eclipse, la Tierra oscureció totalmente a la Luna.

Por el contrario, si el nombre se refiere, en el caso del Sol y de la Luna, a los fenómenos sensibles de ellos derivados, se escribirá con minúscula.

Ej.: Tomar el sol, Noches de luna llena.

En el caso de la Tierra, todos los usos no referidos a ella en cuanto planeta aludido en su totalidad se escribirán también con minúscula.

Ej.: El avión tocó tierra; esta es la tierra de mis padres.


e. Nombres de los signos del Zodiaco. (Tauro, Géminis Aries). De igual modo, los nombres que aluden a la característica principal de estos signos, como Balanza (por Libra), Toro (por Tauro), Cangrejo (por Cáncer).

Cuando el nombre propio deja de serlo porque designa a las personas nacidas bajo ese signo, se escribirá con minúscula.

Ej.: Alberto es tauro.


f. Nombres de los puntos cardinales, cuando nos referimos a ellos explícitamente.

Ej.: La brújula señala el Norte.

Cuando el nombre se refiere a la orientación o dirección correspondientes a estos puntos, se escribirá con minúscula.

Ej.: Yo vivo al oeste de la ciudad, viajamos por el oriente de Venezuela.


 

g. Nombres de festividades religiosas o civiles.

Ej.: Pentecostés, Día de la Independencia,  Navidad, Año Nuevo, Carnavales, Semana Santa.


h. Libros sagrados.

Ej.: Biblia, Corán


i. Nombre de divinidades.

Ej.: Dios, Jehová, Apolo, Júpiter.


j. Apelativos referidos a Dios, Jesucristo o la Virgen María.

Ej.: Todopoderoso, Cristo, Mesías, Inmaculada, Purísima.


k. Nombre de las órdenes religiosas.

Ej.: Cartuja, Jesuitas, Capuchinos.


l. Marcas comerciales.

Ej.: Fiat, Coca-cola, Banco Mercantil.

En los casos anteriores, cuando el nombre propio se usa como común; es decir, cuando pase a designar un género o una clase de objetos o personas, deberá escribirse con minúscula. (un herodes, una venus). Lo mismo sucede cuando se designa algo con el nombre del lugar del que procede o con el de su inventor, fabricante, marca o persona que lo popularizó.

Ej.: un jerez, una aspirina.

Cuando se quiere mantener viva la referencia al autor, creador o fabricante de la obra, se mantendrá la mayúscula inicial.

Ej.: Un Picasso, un Goya, un Fiat.


3. En función de otras circunstancias

Se escribirán con letra inicial mayúscula:

  1. Los sobrenombres y apodos con que se designa a determinadas personas.

Ej.: El Libertador, El Sabio.

  1. En general, cuando por antonomasia se emplean apelativos usados en lugar del nombre propio como el Sabio (por Salomón), el Mantuano (por Virgilio) o se designan conceptos o hechos religiosos. (la Anunciación, la Reforma).
  2. Las advocaciones y celebraciones de la Virgen.

Ej.: Coro moto, Rosa Mística. La Divina Pastora, la Chiquinquirá.

  1. Los tratamientos, especialmente si están en abreviatura.

Ej.: U. o V. Ud. (usted).

Cuando se escribe completo usted no va en mayúscula.

  1. Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de instituciones, entidades, organismos, partidos políticos, etc.

Ej.: Biblioteca Nacional, Museo de Bellas Artes, Universidad Central de Venezuela, Tribunal Supremo de Justicia.

  1. Los nombres cuando significan entidad o colectividad como organismo determinado.

Ej.:   la Universidad, el Estado, la Justicia, la Marina.

La Iglesia celebra mañana una gran festividad.

La Magistratura mostró su oposición al proyecto.

Pero se utilizará minúscula inicial en casos como:

Visitó la iglesia del pueblo.

  1. La primera palabra del título de cualquier obra.

Ej.: Cantos de vida y esperanza.

En las publicaciones periódicas y colecciones, en cambio, se escriben con mayúsculas los sustantivos y adjetivos que forman el título.

Ej.: Revista Nacional de Cultura

  1. Los nombres de las disciplinas científicas en cuanto tales.

Ej.: Soy estudiante de Ingeniería, la Psicología ha vivido un resurgimiento en los últimos tiempos.

Pero escribiremos con minúscula:

Me gustan las matemáticas de este curso.

La psicología de los niños es complicada.

Suelen escribirsecon mayúscula los nombres de determinadas entidades cuando se consideran conceptos absolutos.

Ej.: la Libertad, la Ley, la Justicia.

Pero se escribe:

La libertad de expresión es importante.

La ley de gravedad.


También se escriben con mayúscula inicial:

  1. Los nombres de fechas o cómputos cronológicos, épocas, acontecimientos históricos, movimientos religiosos, políticos o culturales.

Ej.: la Antigüedad, la Escolástica, el Renacimiento.

  1. Los pronombres

Tú, Ti, Tuyo, Vos, Él, Ella, en las alusiones a la Divinidad o a la Virgen María.

  1. Conceptos religiosos como el Paraíso, el Infierno, etc. siempre que se designen directamente tales conceptos, y no en casos como Su casa era un paraíso o El infierno donde vivía.
  2. La primera palabra de un escrito y después de punto.

Ej.: El ciclista corre. Tú cantas. Santiago baila.

  1. En las palabras que empiezan por LL y CH, sólo se escribirá con mayúscula la letra inicial.

Ejemplos: Chillida, Llorente, Chile.

*) Usamos minúscula para escribir los días de la semana, los meses y las estaciones del año.

Ejemplos: lunes, marzo, primavera e invierno, sábado, domingo, agosto, octubre.

  1. Los nombres de dignidades y organismos.

Ejemplos: Rey, Papa, Presidente, Ministro, Biblioteca Nacional, Tribunal Supremo.

  1. Los números romanos.

Ejemplos: Juan Pablo II, siglo XVI, Juan Carlos I, tomo III, Felipe II. El número de cada siglo, como siglo XXI. El de un tomo, libro, parte, capítulo, título, ley, clase y otras divisiones, y el de las páginas que así vayan numeradas en los prólogos y principios de un volumen.

  1. En los textos jurídicos y administrativos –decretos, sentencias, bandos edictos, certificados o instancias–, el verbo o verbos que presentan el objetivo fundamental del documento.

Ej.: CERTIFICA, EXPONE, SOLICITA.


FUENTEs: http://lema.rae.es/dpd/?key=may%C3%BAscula

http://mireyavasquez.blogspot.com/2010/07/uso-de-las-mayusculas_08.html, a su vez, esta información ha sido tomada del libro ORTOGRAFÍA en el Lenguaje Escrito de Mireya Vázquez Tortolero http://liduvinacarrera.blogspot.com/p/publicaciones.html

 

La pregunta:

¿Por qué es tan importante escribir correctamente con mayúsculas?

En este post encontramos la respuesta: http://marthcar-pol.over-blog.com/article-30410323.html

LA_PALABRA_DEL_DÍA_clientes

 clientes

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En la muy estratificada sociedad romana, cliens, clientis era aquel que está bajo la protección o la tutela de otro, a quien escucha, sigue y obedece.

Este sentido ha cambiado en el castellano moderno; el comerciante, el banquero, el profesional universitario no ven en el cliente a alguien que les obedece humildemente, sino una persona que los favorece pagando por sus mercaderías o servicios.

Sin embargo, la antigua denotación romana se mantiene aún hoy en la ciencia política, en cuyo marco se llama ‘clientes’ a los ciudadanos que acuden a los políticos en busca de favores, y ‘política clientelista’ a la que se basa en ese tipo de relación corrupta, en la que el político ofrece favores -empleos, ascensos o jubilaciones- a cambio de votos.

LA PALABRA DEL DÍA: vesícula

cómo duele esa condenada vesícula

» Litiasis visicular

Preg: ¿En el vocabulario médico qué significa «litiasisa vicicular»?

Rpta: Litiasis es una palabra derivada del griego que significa formación o presencia de cálculos en una cavidad o en un conducto del organismo. Vesicular refiere al órgano llamado vesícula biliar. Luego, litiasis vesicular significa la formación o presencia de cálculos en la vesícula biliar.

DEQUEÍSMO / QUEÍSMO

Dequeísmo
Consiste en el uso innecesario de la preposición de: ‘Te aconsejo de que estudies’, ‘Te recuerdo de que no me has informado’. Las maneras correctas son: ‘Te aconsejo que estudies’ y ‘Te recuerdo que no me has informado’.
Queísmo
Sucede cuando se omite una preposición necesaria en la frase, como de o en. En la oración: ‘Me acuerdo que siempre hablaba’ o ‘Insisto que volvamos’, lo correcto es decir ‘Me acuerdo de que siempre hablaba’ e ‘Insisto en que volvamos’.
Para corregir este par de hábitos, le aconsejamos un par de ejercicios. Tomemos como ejemplo la oración ‘ Es posible que salga tarde’.
1. Sustituya la estructura oracional (que salga tarde) con un pronombre (eso), y observará el sentido verdadero. ‘Es posible que salga tarde’ = ‘Es posible eso’ . Esto descarta la opción Es posible de que salga tarde = Es posible de eso.
2. Invierta la frase y conviértala en pregunta: ¿ De qué me alegro? = Me alegro de que estés aquí. Y no ¿Qué me alegro? = Me alegro que estés aquí.
Sencillo, ¿no cree? Sin embargo, le aconsejamos que en estas situaciones lea bien, compare las opciones y, si lo considera necesario, siga estos ejercicios. No se apresure ni se confíe: estos dos errores han invadido la lengua castellana e infortunadamente es común -y muchas veces imperceptible- su presencia tanto en el lápiz de escritores y periodistas como en la boca de presentadores y locutores.
* Semanalmente en la sección Entre tinto y tinto publicaremos ‘tips’ para mejorar en el uso de la lengua castellana. En el buzón de sugerencias, escríbanos sobre sus dudas y temas que le gustaría leer.

LA_PALABRA_DEL_DÍA_tridentino

Esta palabra nada tiene que ver con el ‘tridente’, aquella especie de arpón de tres puntas con que se suele representar a Neptuno, sino que proviene de Trento, la ciudad del norte de Italia, erigida sobre un asentamiento que los romanos crearon en el siglo III a.C. A lo largo de su historia, Trento fue conquistada por godos, lombardos, francos, alemanes, austríacos y franceses, hasta que, con la unificación italiana, se convirtió en sede de los irredentistas, que propugnaban la anexión a Italia de varios territorios suizos y austríacos por razones étnicas.

Ciudad de poco más de cien mil habitantes, Trento cuenta hoy con fábricas de maquinarias, de productos químicos y alimenticios, pero es famosa por sus monumentos históricos, como la catedral de san Vigilio, construida en el siglo XIII, y, sobre todo, por haber sido sede del concilio de Trento (1545-1563). En tiempos de los romanos, los habitantes del asentamiento de Trento eran llamados por el gentilicio tridentinus, heredado por el español como tridentino, y que se aplica también a las decisiones eclesiásticas del Concilio de Trento.

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Concilio de Trento

Partes de la ORACIÓN —Ejemplos—

Verbo: Un verbo es una palabra que muestra acción. Un verbo en tiempo presente muestra una acción que está sucediendo ahora mismo. Un verbo en tiempo pasado muestra acción que ya sucedió. Un verbo en tiempo futuro muestra una acción que va a suceder.

Ejemplos:

(presente) Por favor mueva la silla.
(pasado) Yo caminé hacia la casa ayer.
(futuro) Vamos a ir de vacaciones a mitad de julio.

 

Sustantivo: Un sustantivo es una palabra que designa a una persona, lugar o cosa.

Ejemplos:

(persona) – Michael Jordan fue un gran jugador de básquet.
(lugar) – Yo dejé mi cuaderno en la escuela.
(cosa) – Disfruto al leer un buen libro.

Un sustantivo que designa a sólo una persona, un lugar o una sola cosa, es un sustantivo singular. Un sustantivo que designa a más de una persona, lugar o cosa, es un sustantivo en plural. Por ejemplo, automóvil es singular y automóviles es plural.

 

Adjetivo: Un adjetivo es una palabra que describe un sustantivo. Puede decir qué tipo o cuántos.

Ejemplos:

(qué tipo) Ésa fue una maravillosa película.
(cuántos) Sólo algunas personas asistieron a la reunión.

Artículo: Es uno de los elementos determinantes del sustantivo. Cuando se dice determinante se refiere a que  el artículo se coloca antes del sustantivo y limita su significado. Son artículos monosílabos el, la, una, un, las, lo, los. Los artículos pueden ser determinantes o indeterminados.

Los Determinantes; tienen las formas la, las, el, los, y señala un ser u objeto concreto.

Los Indeterminados tienen la forma un, una, unos, unas, y se refieren a un ser u objeto no conocido por los hablantes (un carro, una profesora, unos niños, unas abejas).

Algunos sustantivos se usan tanto en masculino como en femenino usando indistintamente los artículos

Ejemplos:

el mar / la mar

el radio / la radio

Algunos sustantivos cambian de significación, dependiendo del artículo que los preceda

Ejemplos:

el capital / la capital

el cólera / la cólera

el frente / la frente

el cura / la cura

Hay sustantivos femeninos que llevan en singular el artículo en masculino por razones fonéticas (cacofonía).

Ejemplos:

el agua / las aguas

el alma / las almas

el arte / las artes

el águila / las águilas

 

Pronombre: Un pronombre es una palabra que se usa en vez de un sustantivo. Los pronombres actúan como sustantivos.

Ejemplos:

Bob le dió a ella el mejor perrito.
Ahora ese perrito es suyo.

Adverbio: Un adverbio es una palabra que describe un verbo. Puede indicar cómo o cuándo.

Ejemplos:

(cómo) Trato de comer mi comida despacio.
(cuándo) Me gusta Jamie porque nunca miente.

Preposición: Una preposición es una palabra que vincula y relaciona un sustantivo o pronombre a otra palabra en una oración.

Ejemplos:

No he ido al gimnasio desde el Martes.
Tom dijo que estaba contra la idea de Bill.

 

Conjunción: Una conjunción es una palabra que conecta las palabras en una oración.

Ejemplos:

Susan y Anna son muy buenas amigas
Yo iré al parque si tu vienes conmigo.

Interjección: Una interjección es una palabra que expresa emoción. Es usualmente una exclamación seguida por un signo de exclamación (!). Algunas veces, una interjección es seguida por una coma (,).

Ejemplos:

¡Recórcholis! Esa película sí que estuvo escalofriante.
Ups, no quise hacer eso.